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Cuando era estudiante del último año de la escuela secundaria, mi...

Del número de agosto de 1990 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando era estudiante del último año de la escuela secundaria, mi mejor amiga me dio a conocer la Ciencia Cristiana. Nos enfrascábamos en interminables discusiones porque yo tenía muchas preguntas que hacerle. Mi padre era un ministro protestante que había recibido instrucción en un seminario; él trabajaba profesionalmente en los asuntos de diferentes denominaciones religiosas, y en asuntos de la comunidad. El y mi madre habían estado siempre interesados en el conocimiento de otras creencias religiosas, y compartían conmigo su gran aprecio por todas las razas y religiones. Nuestro hogar tenía su centro en Dios y el énfasis estaba en que cada uno viviera su religión.

Lentamente empecé a aplicar a mis propias necesidades las perspectivas espirituales que aprendía de mi amiga Científica Cristiana, aunque al principio sólo había tenido curiosidad. Mi amiga me dio ejemplares del Christian Science Sentinel. Iba subrayando las oraciones de particular interés y ayuda. Pedí prestado un ejemplar de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, y podía comprender los capítulos “La oración” y “El matrimonio”.

Al comenzar a estudiar la Ciencia Cristiana, descubrí por primera vez que Dios nos provee ampliamente. Este concepto de “provisión” era completamente nuevo para mí. Teológicamente, mi padre afirmaba que la pobreza estaba propiamente asociada con ser ministro. Decidí aplicar lo que había estado aprendiendo en lo que respecta a la provisión ilimitada del bien que proviene de Dios con el objeto de cambiar de una universidad de denominación secular a una competitiva y no sectaria, donde yo también pudiera asistir a las reuniones de una organización de la Ciencia Cristiana en los terrenos de la universidad. Confié en el infalible cuidado de Dios, expresado en esta declaración de Ciencia y Salud: “No está bien imaginarse que Jesús demostró el poder divino sanador sólo en beneficio de un número selecto o de un tiempo limitado, puesto que a la humanidad entera y a toda hora el Amor divino suministra todo el bien”.

La beca que yo necesitaba fue mucho más generosa de lo que mis padres habían solicitado. Francamente pude reconocer esto como una demostración de la Ciencia Cristiana, y mis padres pudieron reconocer la utilidad práctica de mi estudio. Esto se ajustaba a lo expresado por ellos de que "cada uno viviera su religión”.

Puedo decir con honestidad que mi vida es totalmente diferente debido a mi decisión de estudiar y aplicar la Ciencia Cristiana en mi trabajo, en mi matrimonio y en la maternidad. La siguiente curación es un ejemplo de la liberación de las leyes materiales que hemos experimentado en nuestro hogar.

Un día, hace varios años, nuestro hijo adolescente regresó a casa de las prácticas de fútbol sintiéndose enfermo. Se fue a la cama con una fiebre alta y un severo dolor de cabeza. A la mañana siguiente cuando mi esposo llamó al entrenador por teléfono para explicarle la ausencia de nuestro hijo a las prácticas, el entrenador expresó gran preocupación. Varios muchachos al parecer tenían síntomas similares, y uno de los muchachos ya había sido hospitalizado con meningitis espinal. El entrenador estaba alarmado por el contagio, porque todos estos muchachos habían tomado agua de la misma botella. Como maestra de estudiantes que tenían que quedarse en casa, yo había trabajado diariamente por tres meses con un estudiante que se estaba recuperando de esta enfermedad, y por eso yo estaba profundamente preocupada.

Habíamos solicitado apoyo a una practicista de la Ciencia Cristiana para que orara por nuestro hijo, y ella oró por él con determinación. Fue muy evidente que la ley divina estaba en control de nuestra familia y de cada uno de los miembros del equipo de fútbol: la ley de Dios que muestra que solamente existe el bien, la armonía, la perfección espiritual y la actividad ilimitada.

Nos concentramos en que Dios estaba en control de Su universo espiritual, incluso el hombre, y compartimos esas y otras verdades en voz alta. Un pasaje de Ciencia y Salud que recordamos fue particularmente de gran ayuda: “No existe poder aparte de Dios. La omnipotencia tiene todo el poder, y reconocer cualquier otro poder es deshonrar a Dios”.

Poco después aquel día, nuestro hijo se levantó de la cama, y nos preguntó que era lo que había estado pasando. Los síntomas agresivos de la debilitante enfermedad habían desaparecido por completo. Nuestro hijo pudo participar en una demostración de fútbol en el estadio de la escuela secundaria dos días después. Le divirtió un poco ver la reacción de las personas que estaban sorprendidas de que pudiera participar. Los otros compañeros del equipo también se recobraron, pero mucho más lentamente. Uno estuvo fuera por muchas semanas y no jugó esa temporada.

Estoy agradecida a Dios por haber aprendido más acerca de Su infinita bondad por medio del estudio y aplicación de la Ciencia Cristiana. Ello me ha ayudado en mi profesión como maestra y diariamente al criar una familia y mantener un hogar feliz.


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