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Conoci La Ciencia Cristiana...

Del número de abril de 1991 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Conoci La Ciencia Cristiana cuando era niña y quise seguirla. Pero la experiencia de un niño atraviesa por muchas etapas. Después de algunos años de leer la Lección Bíblica (que aparece en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana), surgió en mí un sentimiento diferente: "He leído estas lecciones durante bastante tiempo; ya las conozco". A veces me sentía tentada a pensar que otros podían quedarse cómodamente en casa cuando tenían dolencias leves, mientras que yo tenía que orar para sanar de una dolencia. Durante ese período el estimulo cariñoso de mi madre fue de gran ayuda.

Las circunstancias difíciles nos obligan a elevarnos de la simple aceptación al entendimiento; nos obligan a volvernos por completo a la fuente de todo entendimiento, la Mente divina. Durante la Segunda Guerra Mundial mi madre y yo estábamos en un campo de prisioneras de guerra en Java. Por medio de la Ciencia Cristiana pude ayudar a otras personas, y personas adultas me pedían que fuese a hablar con ellas, aunque yo todavía no había cumplido dieciocho años.

Mi madre cayó enferma de beriberi y el miedo casi me paralizó. Pero entonces comprendí que Dios es omnipresente. Sabía que Dios es la Verdad y que en Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, se encuentra una explicación de cómo actúa la Verdad divina en nuestra vida. Durante la guerra, las circunstancias me habían impedido estudiar inglés, pero cuando somos impulsados por un buen deseo se abre el camino. Había encontrado un diccionario inglés-holandés y con él estudié todo el capítulo titulado "La oración" en un ejemplar de Ciencia y Salud en inglés. En ese momento la comprensión que ya había obtenido de la Ciencia me fue muy provechosa. Anotaba en el margen las palabras que no conocía, y con el tiempo aprendí a leer el texto en inglés y a comprenderlo. Eso me ayudó enormemente. Mi madre sanó del beriberi y nos liberaron del campo de prisioneras.

Después de haber sido liberadas, las mujeres holandesas fuimos alojadas por la Cruz Roja, por razones de seguridad, en barracas que compartían una cocina central. No se nos permitía hacer ninguna compra y se nos advirtió que no dejásemos la casa, excepto para buscar la comida en la cocina central.

Un día, cuando me tocó a mí el turno de ir a buscar la comida y caminaba hacia la cocina, un grupo de airados jóvenes del lugar, armados con varas, me salió al paso. Como entendía lo que decían, comprendí cuando hablaban entre ellos que pensaban que habían encontrado en mí a una víctima de primera.

Había aprendido a orar en la hora de necesidad, y me volví completamente a Dios. Para mí, esos momentos han permanecido siempre como un ejemplo bueno y práctico del poder de la fe, en el sentido de confianza plena. En ese momento se levantó una leve brisa que hizo mover las hojas de los árboles y esa acción reveló algo que brillaba detrás de un grupo tupido de árboles. Los jóvenes lo notaron y se fueron en esa dirección. Resultó ser un auto que había estado oculto a la vista, y que para ellos era un descubrimiento de gran importancia. No me molestaron más, y seguí en dirección a la cocina, agradeciendo a Dios Su protección.

Tiempo después, fuimos evacuadas a Singapur y de allí a los Países Bajos. Más tarde me casé con un Científico Cristiano, y nuestros dos hijos concurrieron a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana.

¡La Ciencia Cristiana es una Ciencia! Con debida razón, la Sra. Eddy llamó a su descubrimiento Ciencia Cristiana, porque la Ciencia demuestra la ley divina que respalda las curaciones y enseñanzas de Cristo Jesús. Contrariamente a la impresión que había tenido de niña, de que ya sabía todo sobre la Ciencia Cristiana, el conocimiento que alcanzamos mediante el estudio a lo largo de los años, adquiere mayor significado a través de un continuo desarrollo. La levadura de la Verdad eleva el pensamiento mortal hacia la "revelación". Y las ideas espirituales que captamos satisfacen nuestras necesidades presentes.

Mi marido y yo hemos estudiado esta Ciencia durante más de cincuenta años, y una y otra vez las mismas oraciones y las mismas historias nos revelan nuevas perspectivas espirituales. Una línea del Himnario de la Ciencia Cristiana expresa bellamente esta experiencia: "Eterna y clara es la visión perfecta, / la orla toco de la eternidad".

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