Ricardo aguardaba con entusiasmo la práctica de la Pequeña Liga. El entrenador le había dicho que tenía un buen brazo porque podía lanzar la pelota de béisbol desde el centro del campo hasta la base meta.
Pero un día, mientras Ricardo y algunos de sus compañeros de equipo estaban haciendo ejercicios de precalentamiento, uno de los muchachos dio vuelta al bate con toda su fuerza y accidentalmente golpeó a Ricardo en el brazo.
El muchacho se disculpó, pero eso no sirvió para eliminar el dolor. Ricardo estaba enojado. No podría quedarse para la práctica y tenía miedo de no poder jugar por el resto de la temporada.
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