Cuando Lei Un testimonio en un ejemplar del Christian Science Sentinel escrito por un hombre que no es miembro de La Iglesia Madre, pero que experimentó una curación por medio de las enseñanzas de la Ciencia Cristiana, me di cuenta de que yo también podía expresar mi gratitud por la Ciencia Cristiana, aun cuando no soy miembro de la Iglesia.
Hace más o menos quince años me encontraba hospitalizada por una enfermedad que los doctores habían diagnosticado como hepatitis infecciosa. Me habían dicho que debía esperar una lenta y larga convalescencia; me dijeron que la completa recuperación podría tomar un año o más. Se me había asignado una habitación especial donde, según me dijeron, debería permanecer por unas cuantas semanas.
Esto me era muy difícil de tolerar porque significaba separarme de mi familia. En mi casa tenía una niña de nueve meses y un niño de tres años. Llamé a algunos amigos íntimos y les pregunté si podrían ayudarme con los niños, a lo cual accedieron.
Después de estar en el hospital por cerca de una semana, pasando muchas horas llenas de dolor y noches sin sueño, comencé a pensar en conversaciones que había tenido anteriormente con una buena amiga que había crecido en la Ciencia Cristiana. Habíamos tenido muchas conversaciones agradables sobre la Ciencia Cristiana, y yo me había interesado mucho en cómo sucedían las curaciones físicas por medio de esta Ciencia. Mi amiga había contestado mis preguntas, y yo había sentido la confianza serena y segura que ella tenía en la Ciencia.
Aun cuando todavía estaba en el hospital, no estaba tomando medicamentos. Entonces se me ocurrió que yo podría sanarme si confiaba en la Ciencia Cristiana. Sin embargo, no sabía lo que debía hacer, de manera que llamé a mi amiga y le pregunté si ella pensaba que yo podría ser sanada de esta enfermedad por medio de la oración aun cuando nunca había estudiado la Ciencia Cristiana. Amorosamente me aseguró que podría ser sanada, y me aconsejó que me comunicara con una practicista de la Ciencia Cristiana. También me dijo que pidiera que me trajeran una Biblia y un ejemplar de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy.
Conseguí que me trajeran estos dos libros y busqué en la guía telefónica el nombre de una practicista cercana. Una amable señora estuvo de acuerdo en ayudarme, y comencé a estudiar la Biblia y Ciencia y Salud. Durante tres días y noches embebí las bellas verdades que se encuentran en estos libros. Los salmos me dieron mucho consuelo e inspiración, especialmente el Salmo 23, así como también ciertos pasajes de Ciencia y Salud, tal como la descripción del hombre en el capítulo "Recapitulación". Esta descripción incluye el siguiente pasaje: "El hombre es idea, la imagen, del Amor; no es físico. Es la compuesta idea de Dios e incluye todas las ideas correctas; el término genérico de todo lo que refleja la imagen y semejanza de Dios; la consciente identidad del ser como se revela en la Ciencia, en la cual el hombre es el reflejo de Dios, o Mente, y, por tanto, es eterno; lo que no tiene mente separada de Dios; lo que no tiene ni una sola cualidad que no derive de la Deidad; lo que no posee, de sí mismo, ni vida ni inteligencia ni poder creativo, sino que refleja espiritualmente todo lo que pertenece a su Hacedor".
Comencé a sentirme más fuerte y con más paz. Sentí la confianza de que sanaría. Al cuarto día de mi estudio de la Ciencia Cristiana salí del hospital por mi propia cuenta. Con mi nueva comprensión espiritual sentí confianza en la totalidad de Dios, Su poder omnipotente y Su tierno cuidado.
Regresé a mi hogar y continué estudiando la Biblia y Ciencia y Salud con gozo y gratitud. Una cita de Ciencia y Salud me ayudó mucho al tomar de nuevo mis responsabilidades diarias: "Sea cual fuere vuestro deber, lo podéis hacer sin perjudicaros". Sané completamente. A la mañana siguiente, puse a mi bebé en el portabebé, lo cargué en mi espalda y subí a lo alto de una colina con energía y fortaleza. Esto sucedió hace más o menos quince años, y nunca he vuelto a sufrir de esta enfermedad.
Desde entonces he tenido curaciones de quemaduras graves, gripe, un tobillo dislocado y dificultades personales. Continúo estudiando la Ciencia Cristiana y creciendo en mi comprensión de Dios y del hombre de Dios. Estoy profundamente agradecida por esta Ciencia y por la alegría, amor y paz que continúa trayendo a mi vida.
Blauvelt, Nueva York, E.U.A.
Me da gran alegría atestiguar la veracidad y sinceridad del testimonio de mi esposa. Ambos hemos crecido juntos en nuestra comprensión de la Ciencia Cristiana, y la Ciencia ha sido nuestro continuo recurso y consuelo, no sólo en el caso de numerosas curaciones físicas, sino también con dificultades familiares y sociales, y al hacer frente a problemas de provisión. La devoción y gratitud de Caroline por esta Ciencia es muy profunda.
