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Me Es Muy grato compartir una...

Del número de abril de 1991 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Me Es Muy grato compartir una curación física que tuve desde que me hice Científico Cristiano. En junio de 1987, tuve un accidente automovilístico que por poco me cuesta la vida. Manejaba mi automóvil cuando un vehículo grande chocó contra mí con tal fuerza que mi automóvil quedó completamente destruido. Mi brazo derecho sufrió heridas graves y fractura, mi rodilla izquierda se dislocó y sufrí además otras heridas. Asombrado, me di cuenta de que me llevaban al hospital.

En la sala de emergencia el médico quería vendar las heridas y enyesar el brazo. Sin embargo, yo estaba convencido de que la Ciencia Cristiana sana en todos los casos; escogí no recibir tratamiento médico alguno. El doctor simplemente limpio las heridas con agua. Enseguida mi esposa vino para llevarme a casa. Antes de llegar a casa fuimos a ver a un practicista de la Ciencia Cristiana, quien aceptó orar por mí.

Cuando llegué a casa no podía caminar. Los vecinos se acercaron alarmados por mi situación. La noticia del accidente se había extendido por el pueblo, y era tan desalentadora que todos los miembros de mi familia creían que iba a morir. Muchos visitantes me trajeron ungüentos como remedios para que aplicara sobre las heridas. Pero nunca los usé.

Ese mismo día, antes de acostarme, me di cuenta de que el brazo derecho y la pierna izquierda estaban hinchados. Aun cuando el dolor era intenso, hice el esfuerzo de leer Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Estudié la descripción del hombre que se encuentra en el capítulo "Recapitulación", y algunas otras referencias. A la mañana siguiente, estaba casi completamente recuperado; podía mover la pierna izquierda y el brazo derecho sin ningún dolor y habían retornado a su forma normal sin ninguna hinchazón.

Después de tomar un baño salí a dar una caminata. Caminé cerca de dos millas y no sentí ningún dolor. Todos los que pensaban encontrarme hospitalizado estaban pasmados al verme caminar perfectamente. Todas las heridas sanaron en menos de una semana.

Por esta curación doy gracias a nuestro Padre-Madre Dios, nuestro único y verdadero médico.


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