"Voy A Sentarme y a esperar a que suene la campana", escribió el poeta y novelista inglés D. H. Lawrence, refiriéndose a uno de sus momentos menos inspirados como maestro de escuela. A veces los maestros de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana pueden ceder a la tentación de sentirse defraudados también cuando sus alumnos son demasiado tímidos para participar, o tienden a perturbar la clase o, incluso, no quieren asistir.
La solución para esas situaciones desafiadoras no es reaccionar humanamente, transformando la lección para la clase en una miniconferencia si los alumnos no están dispuestos a hablar, o llegando a la Escuela Dominical convencidos de que tendremos problemas si los alumnos no expresan ningún interés en participar. Tampoco debemos buscar escape en el cinismo, dando por sentado que la poca asistencia y hasta la falta de asistencia se debe a su falta de interés en cuestiones espirituales.
El primer paso para superar estas situaciones debe ser la oración. La función tanto del maestro como de los alumnos se debe tratar mediante la oración.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!