Leo tu poema y me maravillo
ante la bondadosa corriente de pensamiento
el tono sanador,
la brillante precisión de tu lenguaje,
y pienso que yo nunca podría igualar
tan apacible ingenio.
Meditando sobre ello, recuerdo
que hay un solo creador
que otorga a cada hombre, uno por uno,
Su rica diversidad de dones.
Ninguna teoría de genes o de genio humano
puede clarificar el misterio
del arte verdadero.
Releyendo tu mensaje bajo esta luz
lo encuentro pleno de la elevación del Alma,
percibo la presencia del Cristo
y sé que tu talento reside en escuchar tiernamente.