En Una Epoca sentía con frecuencia mucho dolor, así que por la noche sólo podía recostarme confortablemente de un lado. Esos síntomas me recordaron una situación que había acabado con la vida de mi abuela, la madre de mi padre.
A medida que oraba, percibí que necesitaba comprender mejor quién era mi verdadero Padre divino. Pensé en la oración del Padre Nuestro, la cual comienza así: ”Padre Nuestro”. Vi que esto significaba que Dios no es sólo el Padre de Jesús, sino que El es nuestro Padre también.
Entonces ¿qué podemos hacer acerca de las llamadas herencias peligrosas que se supone que pasan de una generación a otra? Bueno, si Dios es nuestro Padre verdadero, nuestra herencia viene de El, y esta herencia tiene que ser buena.
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