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La oración: nuestra principal arma en nuestra lucha por la verdad

Del número de julio de 1991 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


"No Apagueis Al Espíritu", dice la Biblia. El Apóstol Pablo escribió estas palabras en una epístola a una de las primeras iglesias cristianas. Mas cada día todos podemos enfrentar pensamientos o situaciones que "apagarían" nuestro conocimiento de Dios, el Espíritu, y de nuestra naturaleza verdadera como Su linaje. Estos pensamientos proceden de las dudas y temores humanos que tratan de oscurecer nuestra capacidad para traer curación a nuestra vida y al mundo.

Tales pensamientos engañosos pueden insinuar? "¿Quién crees que eres, partícula de polvo? ¡No más que uno entre muchos billones!" Entonces, el pensamiento sugiere: "No hay nada entre los desafíos que el mundo presente que tú — un puñado de polvo — puedas cambiar".

Muchos están haciendo algo, a pesar de las sugestiones de que no hay esperanzas. Piensan que sentarse y no hacer nada no es suficiente. Se están dando cuenta de que las ideas pueden cambiar las cosas. Por ejemplo, la idea de proteger el ambiente ha contribuido mucho en las últimas décadas a preservar la naturaleza a nivel internacional.

Como nos lo muestra la vida de Cristo Jesús, podemos hacer mucho con la oración para ayudar al mundo. Aun cuando a veces nos sintamos como arrastrados por la corriente, impotentes ante la marea de tremendos acontecimientos, nuestras oraciones pueden ser eficaces. Por ejemplo, hace tiempo, yo vivía en un país que se hallaba enfrentando las angustias de violentas revueltas. Un miércoles, en el servicio vespertino de una filial de la Iglesia de Cristo, Científico, me levanté a dar un testimonio, no sobre una curación, sino sobre las verdades espirituales que estaba usando en la oración para vencer mi temor sobre los terribles acontecimientos que se avecinaban. No obstante, lo que predominó en mis comentarios fue mi temor: los argumentos espirituales no habían madurado y no fueron en modo alguno convincentes.

Después que terminé de hablar, una mujer se levantó y dijo: "Yo no siento en modo alguno temor. Sé que en realidad sólo Dios gobierna". La fortaleza espiritual que fundamentaba su convicción aclararon mi concepto de la situación y el del resto de la congregación.

La filial a la cual yo asistía en aquel tiempo luego tomó la decisión de que cada miembro orara por la paz del país. Durante el día y la noche los miembros debían turnarse individualmente para mantener "vigilancia" espiritual y afirmar en la oración el poder de Dios para traer paz.

Aconteció que mi turno para "vigilar" era a media noche. La alarma del reloj despertador sonó estridentemente y de inmediato se me presentaron, como fantasmas en la oscuridad, los peligros de la situación. Pero me hallaba muy consciente de la importancia de mi trabajo. Me sentí un tanto como el profeta Ezequiel a quien, en cierto momento, Dios le dijo: "Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca".

Mis pensamientos fueron recobrando la calma a medida que pensaba en Dios, el Amor divino siempre presente. Sabía que sólo el Amor estaba gobernando el momento, porque el Amor es el Principio omnipotente. Estaba gobernando a todo el país con bondad y sabiduría, porque el Amor es también Mente. También el Amor continuaría gobernando los días venideros, porque el Amor está siempre presente. Y que el Amor inspiraría las oraciones de los otros miembros de la iglesia para que el proceso de rechazar lo erróneo continuara sin interrupción y la causa de la paz fuera representada eficazmente. Los miembros de la iglesia llevaron a cabo su misión espiritual concienzudamente. Y la predicción de derramamiento de sangre y de confusión no ocurrió.

Orando de esa manera, cada persona puede contribuir al bienestar público manteniéndose activa, no solamente en el plano humano, sino también en el espiritual. ¡No apaguemos nuestra espiritualidad!

La comprensión de lo que constituye el fundamento espiritual de la realidad está firmemente arraigada en la Biblia. Este es un libro muy antiguo, por cierto, pero tiene una maravillosa capacidad: desarrolla nuestra fortaleza espiritual. Sin ella realmente actuaríamos ante los problemas del mundo algo así como si fuéramos "partículas de polvo". Pero con la ayuda de Dios podemos hacer mucho.

Por ejemplo, el libro de 1 Reyes describe una crisis en la vida del profeta Elías. El profeta estaba agobiado por una paralizante sensación de soledad y abandono. Por ninguna parte veía a nadie que se apoyara en Dios; parecía que él era el único que no había sucumbido al paganismo. No obstante, Dios le dijo muy claramente que todavía había muchos en Israel "cuyas rodillas no se doblaron ante Baal".

Al sentir la presencia de Dios, Elías tiene que haber llegado a comprender, por lo menos en cierto grado, que la relación que existe entre Dios y el hombre jamás se rompe. Fortalecido por esta revelación de que la presencia de Dios estaba con él, Elías pudo perseverar en su fidelidad a Dios ante el impío Rey Acab, que adoraba a dioses paganos en lugar de adorar al único Dios. Elías continuó unido estrechamente a Dios — esta fuerza siempre presente del bien — y esto lo protegió y capacitó para mantenerse como testigo de Dios.

Dios es el único poder verdadero. El aferrarnos a este hecho, no dejándonos impresionar o desviar por el pomposo tal llamado mal, abre nuestros ojos y vemos la solución armoniosa; sale a luz lo que es correcto. Muestra a la humanidad cómo vivir en paz y armonía con los demás. ¿Qué podría tener poder aparte de Dios? Aquello que creemos ver testificando lo contrario, sólo tiene la apariencia de poder. El mal no tiene ni lugar ni realidad en la totalidad de Dios. Saber esto y orar sobre esta base significa trabajar para hacer visible esta verdad, aun en medio de la oscuridad y de los problemas terrenales. Esta oración no es débil ni ineficaz; mediante ella actúa la única fuerza decisiva, la inteligencia del Espíritu divino que gobierna eternamente.

Brindamos nuestro apoyo a aquellos que están luchando por la luz, por el bien, por la libertad, cuando reconocemos que nuestras oraciones ayudan a que lo que es bueno y justo prevalezca en toda su totalidad ilimitada, y no sólo en nuestras inmediaciones. Y aquellos que están luchando espiritualmente — dondequiera que se encuentren en el mundo — ¡también están haciendo algo por nosotros! La verdad que ellos están afirmando bendice al mundo, y esto nos incluye a nosotros también. Podemos estarles agradecidos por lo que hacen.

Bajo esta luz, se deduce la importancia de estudiar la Lección Bíblica semanal en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Vemos que a través de todo el planeta, a diferentes horas, personas que se mantienen vigilantes respecto a nuestro mundo leen y reflexionan sobre estos saludables pensamientos espirituales. Al estudiar la Biblia conjuntamente con Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, no estamos solos; somos parte integrante de una hermandad que tiene gran poder en sus manos. En una disertación publicada en su libro Escritos Misceláneos, la Sra. Eddy recordó a sus estudiantes: "Los centros sistematizados de la Ciencia Cristiana son fuentes vivificantes de la verdad. Nuestras iglesias, The Christian Science Journal y el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, son fuentes prolíficas de poder espiritual, cuyo ánimo intelectual, moral y espiritual se siente por todo el país".

El movimiento de la Ciencia Cristiana no se basa en la supuesta fuerza del número de miembros, sino en la demostrada capacidad de hombres y mujeres para probar que sus vidas son gobernadas por una ley divina, una ley que sana y reforma. Tal influencia sanadora continuará aumentando a medida que trabajemos para que el Espíritu se desarrolle en todo su poder en cada uno de nosotros sin que se "apague".

No somos meras "partículas de polvo" ante los desafíos que presenta el mundo. Lo que vale aquí no es su ego ni el mío. Lo que vale es nuestro esfuerzo para expresar el Amor siempre activo, la Verdad que prevalece inexorablemente, el Principio eternamente válido, el Espíritu divino inextinguible. Dondequiera que nos encontremos, y cualesquiera que sean las circunstancias, vivimos en esta realidad establecida por el Espíritu.

Jehová será refugio del pobre,
refugio para el tiempo de angustia.
En ti confiarán los que conocen tu nombre,
por cuanto tú, oh Jehová, no desamparaste
a los que te buscaron.

Salmo 9:9, 10

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