He Servido Activamente en nuestra Sociedad de la Ciencia Cristiana de la localidad por más de dieciséis años. Agradezco al Padre por Su cuidado durante estos años en los cuales he superado dificultades físicas y morales.
Una noche de junio de 1984, al entrar en una autopista, mi automóvil fue atropellado y arrojado unos treinta metros por otro automóvil que iba a gran velocidad. Mi vehículo fue destruido totalmente. Con mi cabeza entre las manos, y sin fuerzas para moverme, oré silenciosamente al Padre, afirmando Su presencia.
La gente vino corriendo, y como yo estaba inmóvil, pensaron que estaba muerta. Levanté la cabeza y les aseguré que estaba viva. Sin embargo, como casi no me podía sostener en pie, me cargaron con los otros accidentados en un vehículo de la Cruz Roja. Nos llevaron a la sala de emergencia de un hospital. (Los hombres que me habían atropellado habían sufrido fracturas.)
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