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¿Está preparado para su reunión de asociación?

SEMINARIO

Del número de julio de 1991 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Tal Vez Ya tenga la maleta preparada y haya hecho los planes para el viaje. Quizás se haya anticipado a las necesidades de su familia para que no tenga problemas durante su ausencia. Tal vez se sienta espiritualmente hambriento de las verdades que sabe se compartirán ese día. Pero, ¿es eso todo lo que se necesita para sacar el máximo provecho de la reunión de una Asociación de Alumnos de la Ciencia Cristiana, la reunión anual de los que han tenido instrucción en clase Primaria con un maestro?

Bueno, es un buen comienzo. El mero hecho de vencer cualquier resistencia a la Verdad que quisiera mantenernos alejados de la reunión de asociación es un paso importante. Tal vez estemos familiarizados con algunos de los argumentos que nos dicen que no vamos a ir este año: no tenemos dinero; estamos muy ocupados; no podemos dejar el trabajo; no podemos dejar a la familia; no nos sentimos inspirados este año; no nos gusta la persona invitada que nos va a hablar; no sacamos mucho de la reunión del año pasado.

Puesto que la reunión de asociación es un símbolo del amor de Dios, podemos hacer más para aprovechar el mensaje en mayor medida. Se podría resumir en una palabra: comunión. La comunión con Dios prepara el pensamiento para Su mensaje de inspiración, el de la única Mente divina.

Cristo Jesús es el modelo de la comunión consagrada. El Evangelio de Marcos, dice: "Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba".

El elemento clave aquí es que Jesús se tomó su tiempo y se alejó de los demás, a un lugar tranquilo donde podía estar solo para escuchar a Dios. Esto no era algo fuera de lo común ni extraordinario para Jesús. Los cuarenta días que pasó en el desierto y la ocasión que relata el Evangelio cuando él se levantó "siendo aún muy oscuro... y se fue a un lugar desierto", ilustran situaciones específicas de la comunión de Jesús con Dios. Aparentemente, a veces sentía la necesidad de renovar su perspectiva espiritual o de prepararse para un acontecimiento próximo.

Una reunión de Asociación de Alumnos de la Ciencia Cristiana merece que hagamos esta clase de preparación consagrada. Para alentar y guiar a los miembros de la asociación, a menudo se asignan tareas que incluyen referencias de la Biblia y de los escritos de la Sra. Eddy para estudiar. Este estudio, si se hace con obediencia, humildad y gratitud, puede ser muy inspirador. Traer a Dios, y a la reunión, nuestras preguntas sinceras, puede ayudar al que presta atención a encontrar las respuestas necesarias. El escuchar con humildad y una percepción renovada — así como lo hicimos cuando acabamos de recibir instrucción en clase Primaria — fortalece nuestra receptividad.

Una Carta Enviada por una señora que vive en la región del Oeste Medio de los Estados Unidos relata el cambio completo que experimentó, después de varios años, en la forma de prepararse para la reunión de asociación:

Para ser sincera, durante todos los años que he concurrido asiduamente a una reunión de la Asociación de Alumnos de la Ciencia Cristiana, he sentido que mi receptividad no ha sido siempre la misma.

Durante los primeros años, tenía que viajar lejos para concurrir a las reuniones. Me quedaba en casa de mis padres y sentía tanto entusiasmo por visitarlos como por la reunión de asociación.

Más tarde, me mudé más cerca de la ciudad en donde se celebraba la reunión. Pero entonces, estaba ocupada con el cuidado de mis hijos hasta el último momento, cuando entraba en el auto para manejar hasta el lugar de la reunión. Eran raras las veces en que podía leer la Lección Bíblica del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana la mañana de la reunión.

Cuando llegaba a la reunión, a menudo tenía que esforzarme por no quedarme dormida, me sentía inquieta y hasta tenía dolores de cabeza, que los atribuía a tener que estar sentada, quieta, y tener que concentrarme durante tanto tiempo.

Entonces, un año, sentí un gran deseo de sanar el temor de esta inquietud crónica. También sentí la necesidad de embeber profundamente el mensaje espiritual y de orar desinteresadamente por toda la asociación. De modo que comencé a orar para saber cómo prepararme mejor para la próxima reunión. La respuesta vino: me comprometí a tomar el día libre antes de la reunión, y pasar ese día y esa noche en un lugar tranquilo, lejos de las obligaciones de la casa.

Pude conseguir quien me cuidara los niños y quedarme en casa de un familiar que se hallaba de viaje. Pasé un día tranquilo, gozoso, estudiando las referencias que nos envió el orador, y me sentí impulsada a estudiar lecturas adicionales relacionadas con el tema. Salí temprano a cenar sola y comí tranquilamente mientras leía The Christian Science Monitor y oraba por el mundo. Seguí orando por mí misma y por la asociación antes de irme temprano a la cama. Me levanté con suficiente tiempo para desayunar, leer la Lección Bíblica, orar por mí misma y por mi familia, y nuevamente orar para apoyar la reunión de asociación.

Huelga decir que la reunión fue el desarrollo de una idea tras otra, edificándose sobre todo lo que había estado pensando y orando. Se confirmaron ideas, se hallaron respuestas, y no tuve problema alguno en mantenerme quietamente sentada. Un tranquilo almuerzo y un descanso me prepararon para una tarde maravillosa. ¡Qué hermoso día!

Había orado específicamente con la verdad de que no era un mortal que trataba de recibir este mensaje con los oídos, los ojos y el cerebro; yo era la semejanza de Dios, la Mente divina, escuchando la verdad por medio del sentido espiritual. No sentí dolores de cabeza más tarde, y me sentí llena de gozo por haber oído el mensaje de Dios con tanta claridad.

Ese día en la reunión cantamos el himno de comunión por la Sra. Eddy, que comienza diciendo: "¿A Cristo viste? ¿Su voz oíste? ¿Sientes del Verbo el poder?" (Himnario de la Ciencia Cristiana.) Durante el viaje de vuelta a casa esa tarde, mi corazón contestaba: "¡Sí, sí, sí!"

”Las reuniones de asociación no tienen nada de pasivas”

Durante Casi Doce años, la noche anterior a nuestra reunión de asociación, dos familiares y yo teníamos la costumbre de ir a un hotel tranquilo cerca del salón donde nos reuniríamos al día siguiente. Luego, un año, debido a cambios en la configuración de la familia, nos pareció mejor quedarnos en casa de familiares.

Las ventanas de la habitación en donde iba a dormir estaban cerradas, y no se podían abrir, y la ciudad estaba sufriendo los efectos de una ola de calor jamás experimentada antes. Estaba embarazada de siete meses, y el pequeñito me mantenía bastante calientita. Durante las horas en que permanecí acostada en la cama sin poder dormir, me vino el miedo de haber cometido el gran error de no haberme quedado en un hotel con aire acondicionado, y que si no dormía sentiría sueño durante la reunión del día siguiente y, de algún modo, me vería privada de la inspiración que durante todo el año había esperado obtener.

Finalmente, me volví a Dios. Me vino el pensamiento de dejar de preocuparme por mí misma y orar desinteresadamente por la reunión de asociación del día siguiente. Encontré que pude hacer esto y casi de inmediato dejé de sentir tanta ansiedad. Empecé a darme cuenta de que la reunión era algo más que una compleja reunión cuidadosamente planeada a la que viene gente de un radio de miles de kilómetros, y que depende de la lealtad personal a un maestro humano, de miríadas de arreglos de viajes y de comida, del estado del tiempo, etc. Si la estipulación para las asociaciones no viniera de Dios, realmente no valdría la pena todo el tiempo y el esfuerzo que hay que hacer para concurrir. Pero si es la obra del Amor divino, entonces el amor y la simplicidad, y no la preocupación y los planes humanos, tienen que caracterizar todo el acontecimiento, incluso su preparación y la atención para recibir el mensaje. Comencé a sentir que la realidad de la Mente, la sola y única Mente que es Dios, es el hecho principal que gobierna el ir y venir de la idea de la Mente, el hombre. El crecimiento espiritual distinguido por la curación — nada más, ni menos — es el propósito único que tiene todo aspecto del sistema educativo que fundó la Sra. Eddy. Esa era la razón por la que concurría a mi asociación, y nada tenía el poder para separarme de ese propósito. En cierto momento, me quedé dormida tranquilamente.

A la tarde siguiente, al regresar a la casa de la reunión de asociación (donde, sea dicho de paso, no había sentido la necesidad de dormir), observé algo interesante. Mientras daba de comer a uno de nuestros hijos, vi que una descoloración que hacía tiempo observaba en las encías del niño (donde no había aparecido un diente, si bien los demás dientes del niño ya habían salido) había desaparecido, y un diente nuevo y perfecto estaba saliendo. Inmediatamente sentí que esta curación estaba relacionada a ese sentido tan vívido que había tenido la noche anterior de que la Mente incluye en forma total cada aspecto de nuestro progreso, y que la curación y las reuniones de asociación de la Ciencia Cristiana son inseparables.

La reunión de asociación no tiene nada de pasiva. Lo que obtenemos de ella es directamente proporcional a lo que le aportamos mediante la oración científica que hacemos, tanto para nosotros como para el propósito sanador impulsado por Dios y que es la sustancia de las reuniones de asociación.

MENSAJE DE LA JUNTA DE EDUCACION

A menudo anhelamos tener una inspiración renovada que nos sane y bendiga. Y, ¡qué recursos abundantes tenemos en la Ciencia Cristiana para hallar dirección en nuestras oraciones y mejorar nuestra vida!

Mary Baker Eddy, la Fundadora de la Ciencia Cristiana y de la Iglesia de Cristo, Científico, con su previsión estableció para esta Iglesia muchas estipulaciones para promover el crecimiento y progreso espirituales. Estas incluyen la Lección-Sermón semanal para estudiar diariamente; cultos religiosos semanales y reuniones de testimonios; publicaciones periódicas diarias, semanales, mensuales y trimestrales; y la instrucción en clase de Ciencia Cristiana y reuniones de asociación de estudiantes.

Cuando bebemos de estas fuentes y nos damos cuenta de la riqueza de cada una de estas estipulaciones somos bendecidos en mayor medida. Los miembros vienen de todas partes del mundo para concurrir a sus asociaciones. ¿Por qué algunos hacen tal sacrificio para concurrir fielmente?

Es porque cada miembro de cada asociación ha demostrado de primera mano este método de curación cristianamente científico. En consecuencia, las personas consagradas a esta Ciencia se sienten deseosas de crecer en su comprensión y habilidad para practicar este método de purificación, restauración y revitalización.

El propósito principal de las reuniones de asociación es ofrecer un mensaje que profundice la comprensión espiritual de la Ciencia del ser, inspire la actividad sanadora y derrame una nueva luz sobre el Principio divino, haciendo así que la doctrina cristiana sea más práctica para hacer frente a los desafíos que hoy se nos presentan en la experiencia humana. Esto incluye las necesidades de cada uno de los miembros así como las necesidades de todo el mundo.

Las reuniones de asociación son una actividad prevista en el Manual de la Iglesia que asegura el progreso espiritual individual después de la instrucción en clase Primaria. La obediencia a este compromiso anual de renovación y refrigerio trae curaciones y bendiciones inesperadas.

La primera maestra de Ciencia Cristiana esperaba que sus alumnos fueran sanadores. Muchos estudiantes volvían a sus hogares de las clases de la Sra. Eddy e inmediatamente comenzaban la práctica pública de la curación por la Ciencia Cristiana.

Hoy muchos sienten un impulso similar cuando concurren a estas clases o a las reuniones de asociación. Una señora, que ahora es practicista, recuerda cómo empezó en la práctica pública:

Estaba embarazada de ocho meses esperando nuestro primer hijo. Acababa de renunciar a mi profesión, luego de muchos años de haber sido maestra, para comenzar lo que pensaba sería una década tranquila para criar a una familia. Mientras escuchaba el inspirado discurso en mi asociación, me vino un pensamiento con mucha fuerza: "Es hora de que comiences la práctica pública". Volví mentalmente mi atención al discurso y descarté el incidente.

Al cabo de un par de días volví a casa. Ni bien entré y dejé mis valijas sonó el teléfono. La persona que llamó me preguntó si estaría dispuesta a darle un tratamiento en la Ciencia Cristiana. Casi para mi propia sorpresa, acepté el caso, del que resultó una hermosa curación. Esto ocurrió hace muchos años, y desde entonces el teléfono no ha dejado de llamar con pacientes solicitando tando tratamiento.

UNA LECCION DE DOS MUSICOS

Recientemente escuché dos comentarios similares, el uno de un pianista y el otro de un violoncelista. Ambos indicaban que no se puede esperar ser un mejor músico durante una actuación importante de lo que somos cuando estamos practicando.

Al orar sobre mi próxima reunión de asociación hallé esta verdad de lo más esclarecedora. En cierta manera, no podemos esperar ser un Científico Cristiano mejor o diferente en el día de nuestra asociación de lo que somos el resto del año. No podemos ser repentinamente más santos, espiritualmente más sensibles, sólo porque deseamos serlo ese día.

La mejor forma de prepararnos para nuestra próxima reunión de asociación es vivir — cada día que Dios nos da — de una manera que se asemeje más a lo que nos gustaría ser el día de nuestra asociación. Puede que esto incluya una oración más vigorosa para demostrar la impotencia de todo lo que parezca distraernos o desalentarnos de crecer espiritualmente de una manera consecuente. Tal vez incluya un amor y apoyo más genuinos hacia nuestro maestro y un afecto o adulación menos personales. Entonces seremos menos susceptibles a una momentaria ”elevación espiritual” cíclica durante el día de la asociación, seguida de una vuelta predecible a un statu quo. Encontraremos que nuestra actitud mental preparatoria estará menos ocupada en hacernos cortar el cabello o comprar zapatos nuevos, y más ocupada en la oración y en renacer nuevamente.

Lo que tiene de sagrado y de especial el día la asociación señala el hecho de que verdaderamente cada día es asimismo un día sagrado, lleno de oportunidades para que Dios nos enseñe, para dar la bienvenida al Cristo.

UNA CARTA DE BRASIL

Un año, sabía bien por adelantado que mi asociación sería en agosto y esperaba esa oportunidad especial mientras hacía los arreglos necesarios y reservas de viaje a otro continente para concurrir a la asociación. Cuando recibí la noticia de que la fecha había sido adelantada para abril, vi que habría muchos obstáculos que me impedirían hacer el viaje, obligaciones económicas inmediatas, un compromiso para enseñar, presiones de la familia para que no concurriera en esa fecha y arreglos de viaje que parecían imposibles de obtener.

Llamé a mi maestra, quien me ayudó a sentir libre de toda sensación de presión para que todo esto se llevara cabo. No dependía de la voluntad humana para llegar allá o no, y nada me podía condenar si no iba. Me dijo que es natural asistir a la asociación y que las cosas que interfieren no son naturales. Me alentó para que dejara de hacer un esfuerzo personal y para que me dejara guiar por Dios para hacer lo que era correcto.

Aunque en ese momento humanamente no podía ver la manera en que iba a llevar a cabo esto, a medida que oraba, los argumentos que se oponían a mi viaje comenzaron a parecer cada vez más débiles, y el sentimiento de que debía concurrir y que estaría presente se volvió más fuerte y concluyente. Comprendí que no cambiamos la ley de Dios, sino que nos ponemos en armonía con ella. También sentí que no era necesario que me preocupara acerca del dinero. Un practicista me ayudó a ver que jamás estamos separados de nuestra asociación. Lo que hace cada uno para prepararse da fuerzas y ayuda a los demás en su preparación. En realidad, no dependemos de aviones, dinero o tiempo. Esto me hizo sentir parte de la Asociación, aunque todavía no había podido conseguir mi pasaje.

El día anterior al que esperaba partir, un agente de viajes me llamó para decirme que ”milagrosamente” había aparecido un pasaje. Costaba menos de la mitad de lo que saldría en agosto, mis alumnos iban a estar fuera de la escuela esa misma semana, y mi familia estuvo de acuerdo en que debía ir. Aunque en cierta forma parecía milagroso, sentí que realmente era una evidencia clara de la manifestación de la ley divina del bien.

En años recientes, a veces parecía que se estaba haciendo más difícil ir a mi asociación. Ese año, todo lo que había aprendido había valido la pena para prepararme para concurrir. Aprendí que era importante no ceder a un falso sentido de responsabilidad, y no anteponer dinero, tiempo y razonamiento humano al crecimiento espiritual.

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