Las Agendas Sirven como guías útiles para la acción. Lejos de ser un chaleco de fuerza, una buena agenda nos proporciona un sistema de trabajo para realizar actividades y nos proporciona un plan ordenado para proceder.
A veces escuchamos la frase: ”Tiene su propia agenda” o ”Ella está siguiendo su agenda personal”. Esto indica que la persona en cuestión está muy segura sobre la dirección que debe seguir en su vida y que rara vez se deja influir por lo que otros puedan pensar o hacer. Llevado a un extremo, el egoísmo del egocentrismo puede causar fricción en el lugar de trabajo y trastornos en el hogar.
No obstante, hay una agenda espiritual, o un orden, en el que todos podemos apoyarnos. Esta agenda hace evidente el desarrollo del bien que Dios está proveyendo continuamente para su creación espiritual mediante la ley divina. En la Biblia leemos sobre la ley de Dios y aprendemos cómo se hace práctica en nuestra vida. Por ejemplo, nos hace conocer a personas que estaban felices siguiendo su propia agenda cuando fueron llamadas a esferas más amplias para servir a Dios y a la humanidad. Amós fue una de esas personas. El nos dice en el libro que lleva su nombre que era un humilde boyero en Tecoa y recogía fruta cuando Dios lo llamó a profetizar ante Su pueblo.
Uno de los mensajes para sus compatriotas en que el profeta Amós puso más énfasis fue que Dios siempre está activo en la vida de la gente. Este vidente espiritual nos da una ilustración vivida de la presencia de Dios con los hombres. Dice: ”He aquí el Señor estaba sobre un muro hecho a plomo, y en su mano una plomada de albañil... Y el Señor dijo: He aquí, yo pongo plomada de albañil en medio de mi pueblo Israel; no lo toleraré más”.
Este mensaje podría indicar que Dios está siempre en medio de Su pueblo como un Principio divino constante, para estructurar y gobernar nuestra vida. Lo que intentamos construir por nuestra cuenta mediante el orgullo y el poder humanos puede desplomarse y finalmente desintegrarse en polvo. Pero la ley de Dios es invariable y eterna. A medida que aprendemos a amar y a obedecer la ley de Dios y a vivir de acuerdo con el Principio divino, el Amor, cualquier acción que se desvía de esta norma absoluta tiene que disolverse.
Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy es un libro que explica cómo funciona la ley de Dios y muestra lo práctica que es en nuestra vida. Su autora habla de la norma perfecta de Dios de esta manera: ”La norma de la perfección fue originalmente Dios y el hombre. ¿Acaso Dios ha rebajado Su propia norma, y acaso el hombre ha caído?
”Dios es el creador del hombre, y permaneciendo perfecto el Principio divino del hombre, la idea divina o reflejo, el hombre, permanece perfecto”.
Cristo Jesús, el Hijo de Dios, mostró a la humanidad cómo vivir adhiriéndose a esta norma de perfección. Aun en un ambiente en que la hostilidad y la interpretación equivocada del propósito de su vida trataron de desacreditar su Mesiazgo y destruirlo, fue el Cristo quien impulsó la agenda espiritual de Jesús. El empleaba todo su tiempo en servir a su Padre, haciendo la voluntad de Dios en todo momento y estableciendo activamente la realidad del reino de Dios y su soberanía aquí en la tierra.
El Maestro devolvió la salud y el vigor a los enfermos, consoló a los afligidos, elevó y reformó a los pecadores. Esta fue la actividad del Cristo en la consciencia humana, revelando la perfección del hombre a la semejanza de Dios. La vida de Jesús se desarrolló bajo la égida de la ley de Dios y fue protegida por el Principio divino, el Amor. Esto se hizo completamente evidente en su resurrección después de su crucifixión, y en su ascensión final. Nada podía prevenir o destruir la acción del Cristo, que manifestaba la presencia sanadora de Dios entre los hombres.
La individualidad e identidad del hombre, por ser enteramente espirituales, se desarrollan bajo esta misma ley de Dios. La obediencia a la Ciencia del Cristo pone nuestra vida y pensamiento bajo esta ley de la bondad invariable.
Al fundar su Iglesia, la Sra. Eddy vio que era imperioso que las actividades de la iglesia fueran regidas por el gobierno de Dios. En el Manual de La Iglesia Madre, ella proporciona una serie de Estatutos que gobiernan las actividades de La Iglesia Madre, La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y que ella comprendía eran el resultado directo de la obediencia y oración espirituales. La actividad de la iglesia que está fundada sobre una base espiritual y está gobernada por la ley — por el Principio divino, en lugar de personas — saca a relucir algo más de la verdadera estructura de la Iglesia en la experiencia humana. Demuestra el poder sanador y activo de la Verdad y el alcance del Amor divino para bendecir a la humanidad.
A medida que los miembros de la iglesia ponen su vida y acciones bajo la disciplina de estas instrucciones prácticas — el Manual— hallan que su espiritualidad aumenta y se convierten en sanadores más eficaces. Al hacer un estudio sistemático de las disposiciones del Manual y vivir en obediencia a sus preceptos, encontramos que el libro adquiere una dimensión e importancia nuevas para nosotros. Discernimos en él profundidades de sabiduría que enriquecen nuestra vida, y percibimos inesperadas vislumbres del gran amor de Dios para con nosotros. Como dijo un amigo el otro día: ”¡Este libro se hace más grande cada vez que lo abrimos!”
Una maestra de la Escuela Dominical encontró que el Estatuto del Manual que rige las actividades de la Escuela Dominical era una fuente de fortaleza para ella cuando preparaba sus clases todas las semanas. Los adolescentes de la clase eran ávidos estudiantes de la Ciencia Cristiana y siempre participaban activamente en la clase. Un domingo llegó un alumno nuevo. La abuela que lo trajo dijo a la maestra que el chico tenía un problema físico con síntomas recurrentes y graves. Esa mañana los alumnos fueron receptivos y como siempre se mostraron interesados, pero justo antes del último himno, ese jovencito manifestó algunos de esos síntomas perturbadores. La maestra pidió al resto de los alumnos que oraran en silencio mientras ella calmaba al alumno y le hablaba del control perfecto de Dios y Su amoroso cuidado que sostiene a Sus hijos en todo momento. El niño se recobró en seguida, y la clase cantó el último himno al unísono con especial gozo.
La semana siguiente, mientras la maestra estaba preparando su clase, se vio abrumada por el temor de que esta perturbación se volviera a repetir. Cuando abrió el Manual de la Iglesia leyó esta pauta: ”Unicamente el personal oficial, maestros y alumnos deben asistir a los ejercicios de la Escuela Dominical”. Esta regla le sirvió para recordar que ninguna perturbación de ningún tipo tenía la autorización de Dios para asistir a la Escuela Dominical. Todo temor desapareció, y puso la clase directamente bajo la disciplina ordenada del Manual. Este jovencito concurrió regularmente durante muchos meses, y no hubo ninguna otra dificultad.
La obediencia a la ley de Dios nos da un cimiento espiritual y una agenda para la vida. El poner nuestros pensamientos, a cada instante, en línea con el Principio divino, el Amor, no sólo nos beneficia a nosotros, sino que afirmamos para los demás que el gobierno de Dios es una realidad práctica en el mundo de hoy.
