Hay Una Promesa en Salmos que dice: "Tu juventud se renovará como la del águila" (según la version King James de la Biblia). Recientemente reconocí que he estado experimentando el cumplimiento de esta amorosa promesa durante los últimos seis años. Varias dificultades físicas han sanado sin haberlo yo reconocido completamente hasta ahora.
Hace cerca de ocho años, empecé a sufrir períodos de extrema debilidad y mareos, acompañados de la necesidad de comer a intervalos frecuentes. Todo lo que podía hacer era manejar a la iglesia dos veces por semana y comprar los víveres al regresar a casa. Esta desagradable situación persistió por algún tiempo, hasta que me di cuenta de que necesitaba confrontarla por medio de la oración.
Con anterioridad a esto, había estado muy activa disfrutando navegar a vela, nadar y tomar parte en bailes folklóricos. Además de esto, había trabajado por dos años como administradora de una escuela de ballet, tiempo durante el cual también tomé clases de ballet para adultos casi diariamente.
El empleo con la escuela de ballet había terminado inesperadamente. Esto fue una gran decepción, y por un tiempo simplemente parecía navegar sin rumbo u otro empleo. Fue durante este período de ociosidad mental en que los problemas físicos comenzaron a aparecer.
Con el tiempo, comencé a enseñar música en mi hogar, y empecé a cantar como solista sustituta en varias iglesias locales. El esfuerzo que requería el cumplir con estos compromisos era tan grande que finalmente llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana para que orara por mí durante algunos tiempos especialmente difíciles. Como resultado de las oraciones, hubo una mejoría gradual.
Al mismo tiempo, sentí un creciente deseo de pasar un verano en Europa para ampliar mis horizontes musicales. Aunque no me sentía totalmente confiada en que podía moverme con una maleta por todas partes durante todo un verano, seguí adelante e hice planes para pasar tres meses estudiando y viajando.
Lo que finalmente me impulsó a adquirir una mayor y firme dependencia en Dios, fue un doloroso y severo calambre en una pierna, justamente dos días antes de salir de viaje. Escasamente tuve tiempo, antes de desmayarme, de pedirle a un familiar a la que estaba visitando que llamara a una practicista para que me ayudara. Volví en mí bastante rápido y el calambre desapareció, pero la pierna estaba adolorida y se cansaba rápidamente.
Durante ese verano, en que fue necesario caminar mucho, literalmente vivía con las palabras de dos himnos del Himnario de la Ciencia Cristiana. Una estrofa de uno de elle dice:
Andando voy con el Amor
y es día santo el día de hoy;
ya nada puedo yo temer,
pues cerca siento a mi Señor;
de puro gozo lleno estoy.
¡Con el Amor andando voy!
Abrigando estas verdades espirituales, me sentía sostenida en todo lo que necesitaba hacer. No solamente sanó la dificultad de la pierna, sino que no volví a tener los mareos ni las debilidades, y he continuado tan activa como antes de esos contratiempos.
También quisiera mencionar otras dos dificultades físicas crónicas que desaparecieron durante ese tiempo. Una fue de un dolor que tenía en un hombro que, por algún tiempo, me impidió levantar el brazo cómodamente. La otra era que tenía tieso el cuello y no podía moverlo.
El mundo parece estar bombardeándonos constantemente con cuadros de malestares, restricciones físicas e impedimentos relacionados con la edad. Es fácil caer en la trampa de aceptar estas limitaciones como inevitables, cuando de hecho podemos y debiéramos reclamar nuestra libertad espiritual contra tales limitaciones físicas y mentales.
En Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, leemos: "La Mente inmortal alimenta al cuerpo con frescura y belleza celestiales, impartiéndole bellas imágenes de pensamiento y destruyendo los sufrimientos de los sentidos, que cada día se acercan más a su propia tumba".
Putnam Valley, Nueva York, E.U.A.
