Oré por tener paz, pues no la sentía;
Oré por tener gozo, que había perdido.
Pero en el instante en que la oración brotó de mi corazón
Una voz dijo: “¡Eres amado! ¡Tú eres mío!”
Y mi paz retornó cual de sol,
Y mi gozo cual corriente que fluye,
Y con fe segura en el tierno amor de Dios,
Desperté de mis dudas, un sueño.
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