Cuando Era Niña para mí era natural sentirme cerca de Dios, escuchar Su voz que me guiaba, y confiar de todo corazón en Su habilidad para librarme del mal. Aunque mis padres no asistían a la iglesia, tenían fe en Dios y me llevaban con mis hermanas a la Escuela Dominical de una iglesia protestante. Oraba a Dios como se me enseñaba y trataba de aplicar en mi vida diaria lo que aprendía en la Escuela Dominical. Una vez, cuando estuve enferma con rubeola, sentí la presencia de Dios, y escuché con toda claridad las siguientes palabras: “Yo soy tu Vida”. Este mensaje de Dios fue un hecho importante en mi desarrollo espiritual y me hizo más receptiva a la guía de Dios.
Durante mi primer año en la universidad, mi padre fue asesinado. Esto me hundió en un estado mental de desesperación y oscuridad. Mi mundo, tal como lo había conocido hasta ese entonces, ya no sería el mismo; y no podía encontrar consuelo en ninguna parte. Tenía preguntas que requerían respuestas espirituales. Sentía un profundo deseo de conocer mejor a Dios y de comprenderlo verdaderamente. Sabía que sólo Dios podía llenar el vacío que sentía.
Unos meses después, una amiga comenzó a compartir conmigo algunos conceptos que había leído en un libro. El libro era Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por la Sra. Eddy, y se lo pedí. Desde el momento en que comencé a leerlo, me di cuenta de que explicaba lo que ya había comenzado a aprender sobre Dios y mi relación con El. Me encantó la primera frase: “Para los que se apoyan en el infinito sostenedor, el día de hoy está lleno de bendiciones”. Estas palabras trajeron luz a mi ensombrecida conciencia. Leía el libro constantemente, hasta cuando iba en camino a mis clases y también durante los almuerzos; no podía dejarlo. ¡Había llegado la luz! Superé el pesar y la depresión.
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