Padre-Madre, Vida mía,
Te agradezco lo que soy,
Tu hijo amado, protegido,
de Tu mano siempre voy.
Si por valle de penumbras
me parece transitar,
es Tu voz la que me guía,
de regreso hacia el hogar.
Tu promesa permanente
ha hecho grande mi heredad,
pues descubro a cada paso,
el poder de Tu bondad.