La Justicia Es una de las piedras angulares de la civilización. Sin una confiable y consecuente norma de justicia cualquier sociedad tendría, en el mejor de los casos, una existencia insustancial. En el peor de los casos, esa sociedad llegaría a ser malvada, abusiva, deshumanizante, un depredador destructivo que se alimenta de los temores más sombríos de su pueblo.
Aun así en las sociedades libres, la justicia se debe proteger con desvelo. La gente debe tener especial cuidado en asegurarse que los derechos básicos no se debiliten con el tiempo por medio de la indiferencia y la apatía o a través de malentendidos y prejuicios. Y uno de los derechos humanos más fundamentales que se debe preservar con tesón es la libertad de culto.
Si a un grupo de ciudadanos responsables, por más pequeño que sea, se le negara el derecho de practicar su religión en forma libre, de acuerdo con los dictados más profundos de su consciencia, la sociedad entera finalmente se perjudicaría. Cualquier merma de un derecho humano tan elemental también reduce directamente la riqueza, la vitalidad y la diversidad que realmente le brinda fortaleza a una sociedad. Siempre que una libertad individual fundamental está en peligro, la libertad y la justicia de cada uno de nosotros están en riesgo.
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