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Sanemos a nuestra comunidad

Del número de agosto de 1992 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Si Somos Verdaderamente cristianos, expresamos gran interés por los problemas de nuestra comunidad. No podemos ignorar el pecado y el sufrimiento que existen, y seguramente queremos hacer algo al respecto. A menudo las iglesias en nuestra comunidad brindan una ayuda eficaz. El propósito específico de la Iglesia de Cristo, Científico, es elevar, sanar, redimir y regenerar, no solo a nosotros mismos sino a aquellos que están alrededor nuestro. A continuación doy un ejemplo de una reunión de testimonios de los miércoles que muestra cómo la oración en la iglesia llega a la comunidad y trae curación.

Esa noche las selecciones de la Biblia y de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, trataban sobre la lucha de la humanidad por la libertad. Explicaban cómo las personas en los tiempos bíblicos obtuvieron liberación de situaciones esclavizantes y tiránicas. Por ejemplo, la Biblia muestra cómo la reina Ester, por su paciencia, amor, valor, sabiduría y obediencia, ayudó a liberar a sus compatriotas judíos de una amenaza de muerte. Las lecturas de Ciencia y Salud identificaron los elementos pecaminosos del pensamiento mortal que producen situaciones que esclavizan y aprisionan. Estos incluyen voluntad humana, conceptos falsos de la Deidad, mesmerismo, despotismo, tiranía y las demandas de los sentidos materiales. Las lecturas afirmaban las ideas espirituales, o verdades de Dios y de la relación del hombre con El, que corrigen y destruyen estas creencias.

Un joven entró a la iglesia a tiempo para escuchar el final de la lectura, que incluía las instrucciones de Cristo Jesús de que amemos a nuestros enemigos. Cuando la congregación fue invitada a dar testimonios de curaciones y hacer comentarios sobre la Ciencia Cristiana, con gran ligereza el joven fue hasta el púlpito y colocó un martillo sobre él. Dijo al Lector: “Usted ha salvado esta noche la vida de un hombre. Salí a matar a un hombre pero decidí entrar aquí”. Entonces salió del auditorio. Un ujier lo siguió y con gentileza le sugirió que regresara y escuchara las experiencias de curaciones compartidas por los miembros de la congregación. El joven accedió. El ujier entonces dio un testimonio acerca del amor hacia los enemigos que incluía una curación de relaciones humanas. Al menos otras dos personas hablaron de amar a nuestros enemigos, y contaron experiencias personales.

Nuestra oración por la iglesia esa noche resultó en una curación para la comunidad. Al irse, el joven dijo que ya no quería matar a nadie ni tampoco quería el martillo. Los elementos destructivos del pensamiento humano fueron tratados por medio de la oración en este servicio por el mundo entero, y esto tuvo un efecto muy específico en la comunidad. Hubo curación.

Siempre que pienso en las demandas que enfrenta una iglesia para traer curación a la comunidad, pienso en el relato de Josué y la ciudad de Jericó en la Biblia. La descripción en The New Westminster Dictionary of the Bible muestra claramente que la ciudad se consideraba inexpugnable. Dice de Jericó: “Como estaba fuertemente fortificada, y dominaba el valle de la parte baja del Jordán y los pasajes hacia las montañas del oeste, era esencial que los israelitas la conquistaran para poder avanzar”.

Algunas veces los problemas que encaran nuestras comunidades también parecen invencibles, pero para el progreso de la humanidad lo mismo que para nuestro propio crecimiento espiritual, es esencial que los superemos; y la historia de Jericó ofrece puntos provechosos de cómo llevar esto a cabo.

Cuando los israelitas fueron obedientes al mandato de Dios, pudieron derribar las murallas de Jericó. Podríamos decir que las murallas de resistencia a su avance cayeron totalmente. Lamentablemente, los israelitas no siempre eran obedientes a la guía de Dios y sufrieron algunos severos reveses. Por lo general, la desobediencia se debía a que dejaban de adorar al Espíritu y adoptaban un sentido materialista de adoración. En vez de confiar en la presencia y el poder de Dios, ellos se desalentaban o eran seducidos por la evidencia que estaba delante de sus ojos y caían en la idolatría o falsa adoración. Esto obstaculizaba seriamente su progreso.

En nuestras oraciones y en nuestro trabajo por la iglesia debemos ser cuidadosos de no ser engañados por esta manera de pensar. Al hablar de la importancia de razonar correctamente, la Sra. Eddy dice en Ciencia y Salud: “Vosotros que sabéis interpretar el aspecto del cielo — la señal material — cuánto más debierais discernir la señal mental y lograr la destrucción del pecado y de la enfermedad, venciendo los pensamientos que los producen y comprendiendo la idea espiritual que los corrige y destruye”.

Esta es la misión de cada uno de nosotros en la Ciencia Cristiana: vencer al “Jericó” del pecado y la enfermedad — toda creencia en un poder aparte de Dios — en nosotros mismos, en nuestra comunidad o en el mundo. Esta es también la misión colectiva de toda iglesia, estar unidos como miembros en obediencia a Dios y a la norma del Cristo para tratar todo problema. Entonces, como el pueblo de Israel que se reunió y “gritó con tan gran júbilo” mientras avanzaban, empezaremos a ver caer las creencias de vida, inteligencia, verdad y sustancia en la materia, que aparecen como murallas de resistencia al progreso espiritual. La omnipotencia y omnipresencia de Dios será manifestada. Cuando esa curación ocurre, vemos destellos de la “tierra prometida”.

Otro aspecto de una iglesia sanadora es su habilidad para mantener un sentido puro del Cristo, la Verdad. Esto asegura que no seremos atraídos a tener pensamientos o conducta que sea menos que espiritual. Para mostrar que necesitamos hacer un esfuerzo activo para llevar una vida apoyada en el Espíritu, Ciencia y Salud declara: “Todavía se necesitan las fuertes cuerdas de la demostración científica, tal como Jesús las retorció y blandió, para depurar los templos de su vano tráfico en el culto mundano y hacerlos moradas dignas del Altísimo”.

Cuando, por medio de la oración, nuestra consciencia individual es depurada de pensamientos materiales y mundanos, se revela la totalidad de Dios. Esta es la consciencia espiritual que sana. Aquellos que tienen necesidad de curación son atraídos al Cristo, la Verdad, que estamos expresando. Es interesante mencionar que cuando Jesús volcó las mesas de los cambistas y los que vendían palomas en el templo, los ciegos y los cojos vinieron para ser sanados. Mediante nuestra devoción a la Ciencia del Cristo, podemos contar con que otros serán atraídos a nuestra iglesia y encontrarán curación.

Me gusta mucho esta declaración del libro de Isaías porque muestra que el Cristo sanador proveerá un “camino” para todos los que buscan la Verdad: “Y habrá allí calzada y camino, y será llamado Camino de Santidad; no pasará inmundo por él, sino que él mismo estará con ellos; el que anduviere en este camino, por torpe que sea, no se extraviará. .. para que caminen los redimidos. Y los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sion con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas”.

En la medida en que reconozcamos que primero debemos superar la resistencia a la Verdad en nuestro propio pensamiento, también veremos que el Cristo sanador es muy capaz de desafiar y destruir las pretensiones de resistencia en la comunidad. Cuando oremos continua y gozosamente por nosotros mismos, nuestra iglesia y nuestra comunidad, descubriremos que un mundo que necesita curación ha encontrado un camino hacia nuestra puerta.

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