La Salud Restaura una vida quebrantada por la enfermedad. La alegría reemplaza el dolor del pesar o de la soledad. La paz calma los trastornos en el hogar o en la oficina. Para los Científicos Cristianos recibir estas bendiciones como resultado del estudio y la práctica de la Ciencia Cristiana, es algo normal que, a veces, se da por sentado. Pero su importancia no puede ser relegada. Son vidas que han recibido el toque del Cristo y han sido sanadas por el Cristo, la Verdad, que la Ciencia nos revela está presente y activo hoy en día, tal como lo estaba en el tiempo de Cristo Jesús.
Es natural sentirse agradecido por estas bendiciones y querer expresar esa gratitud de un modo tangible. Una manera de expresar esa gratitud está estipulada en uno de los Estatutos del Manual de La Iglesia Madre por la Sra. Eddy. Este Estatuto se titula “Testimonios”. En una época en que algunos legisladores, miembros de la profesión médica y otras personas, están sugiriendo que el testimonio personal de la curación por medio de la Ciencia Cristiana no es importante o es inútil, este Estatuto, escrito por nuestra Guía, establece claramente su importancia. Dice en parte: “El testimonio sobre la curación de los enfermos es sumamente importante. Más que un mero relato de bendiciones, escala el pináculo de la alabanza e ilustra la demostración del Cristo ‘que sana sana todas tus dolencias’ (Salmo 103:3)”.
“Sumamente importante”. ¿Puede haber algo más claro? Es probable que los testimonios de curaciones por medio de la Ciencia Cristiana no sean impresionantes para algunas personas, pero eso no puede cambiar el hecho de que constituyen uno de los medios más elevados de alabar a Dios y que evidencian cómo se demuestra hoy el poder sanador del Cristo. La importancia de alabar a Dios y de dar testimonio de Su Cristo no se puede medir mediante estadísticas; es demasiado grandiosa.
Generalmente la gente se siente cómoda en cuanto a dar testimonios en las reuniones que se celebran los miércoles con ese propósito. Sin embargo, quizás no hayan pensado en enviar testimonios escritos a las publicaciones periódicas de la iglesia. Pero el párrafo final del Estatuto concerniente a los testimonios, indica claramente que la Sra. Eddy esperaba que los miembros de las iglesias en particular, enviaran testimonios. Este párrafo dice: “Este Estatuto es aplicable a los testimonios que aparezcan en las publicaciones periódicas y los que se den en las reuniones vespertinas de los miércoles”. Esto significa que los testimonios escritos también son “sumamente importantes”.
Un breve relato de la Biblia describe una ofrenda de gracias que Dios miró con agrado y que puede servirnos de guía si estamos considerando compartir un testimonio. En Génesis leemos: “Y Abel trajo.. . de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda”. La explicación que la Sra. Eddy da en Ciencia y Salud de Abel aclara por qué Abel y su ofrenda fueron mirados con agrado. Dice: “Vigilancia; ofrenda de sí mismo; entrega al creador de los frutos tempranos de la experiencia”.
Sin duda, la vigilancia de Abel, su sentido espiritual, debe de haber sido lo que hizo que reconociera a Dios como el único creador, la fuente de todo el bien en su vida. Este reconocimiento produce el deseo natural de agradecer a Dios. La gratitud profunda, que surge del corazón, ofrece algo más que una muestra; da desde lo más profundo del ser. Al traer a Dios de los primogénitos de sus ovejas y los mejores de ellos, Abel no se guardó algo especial para sí. El ofreció todo el bien a Dios, la fuente de ese bien. Esto fue, esencialmente, una “ofrenda de sí mismo”, porque dejó de lado todo egoísmo o preocupación por sí mismo en su deseo de expresar gratitud a Dios. Además, él no esperó a tener lo suficiente para Dios y algo sobrante para sí mismo; tampoco esperó a tener más experiencia. El ofreció generosamente a Dios “los frutos tempranos de la experiencia”.
¿De qué manera puede guiarnos este relato en el caso de que estemos considerando dar nuestros testimonios “sumamente importantes”? Podemos alimentar nuestro sentido de vigilancia para poder percibir nuestras bendiciones con mayor rapidez, reconocer nuestras curaciones y ver cuánto nos ha ayudado Dios. Podemos estar seguros de que nuestros testimonios vienen del corazón, son verdaderas “ofrendas de nosotros mismos”. Y podemos saber que “los frutos tempranos de la experiencia” son gratos para Dios. No es preciso esperar a tener años y años de experiencia como Científicos Cristianos, sino que podemos, con fervor y sinceridad, ofrecer nuestra gratitud a Dios por todo el bien que ya hemos recibido a través de Su amor.
Nada, ni el temor ni el escepticismo ni la indiferencia, puede oscurecer la luz de una curación mediante la Ciencia Cristiana. Alcanza “el pináculo de la alabanza”, por encima de las nubes de la duda y la incredulidad, y resplandece para traer luz a todo el mundo. Al explicar los nombres y propósitos de las publicaciones periódicas religiosas, la Sra. Eddy escribe en The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany: “La primera fue The Christian Science Journal, diseñada para registrar la Ciencia divina de la Verdad; a la segunda le di el nombre de Sentinel, con la misión de mantener la custodia de la Verdad, la Vida y el Amor; a la tercera, Der Herold der Christian Science, para proclamar la actividad y la disponibilidad universales de la Verdad. ..” ¿Qué puede cumplir mejor estas misiones que los testimonios de curación por medio de la Ciencia Cristiana? Son “sumamente importantes”. ¡Son sumamente necesarios!
Has cambiado mi lamento en baile;
desataste mi cilicio,
y me ceñiste de alegría.
Por tanto, a ti cantaré,
gloria mía,
y no estaré callado.
Salmo 30:11, 12