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Todos nosotros

Del número de agosto de 1992 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Sus brazos siempre parecían extendidos — y reuniendo, reuniendo;
Juntando a las ovejas de “ellos” y de “nosotros” en un rebaño único y
perfecto.
Jesús no enseñó a sus discípulos oraciones para solitarios.
Sino dijo “nosotros”.

De seguro quiso significar, todos nosotros.
Danos el pan, perdónanos, no nos dejes caer, Padre nuestro.
Aun en la tentación, él no permanecía separado.
El no dijo “yo”, sino “el hombre” —“no sólo de pan vivirá el
hombre”.

Ninguno fue abandonado, rechazado,
Ninguno era menos que hijo o hija de Dios,
Ni hubo crimen tan atroz ni tan penoso pecado
Que mereciera que alguien fuese, por él, como mortal declarado.

Su ejemplo resplandece lejos de donde parecemos estar;
Pero Cristo aquí está, brillando —
Con la luz que jamás se aleja, sino que nos abriga, nos despierta,
nos reúne a todos.

Una, y otra, y otra vez.. .

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