A continuación encontrarán extractos de cartas que recientemente nos enviaron nuevos miembros. Da mucha inspiración leer las cartas que a menudo acompañan a las nuevas solicitudes para afiliarse a La Iglesia Madre. Este año se afiliaron personas provenientes de cincuenta y nueve países.
Muchos de los nuevos miembros son estudiantes de la Escuela Dominical que tienen un fuerte compromiso con la curación espiritual. Se han aceptado miembros de diferentes países del continente africano, de Asia, Europa y de países de América del Norte y del Sur.
Si bien las cartas de los nuevos miembros están escritas en diferentes idiomas y fueron enviadas de todos los rincones de la tierra, y de aquellos que han aprobado las nuevas solicitudes de afiliación, a menudo comparten temas comunes: una profunda alegría al descubrir Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy; gratitud por la curación espiritual que experimentaron a través del estudio de la Ciencia Cristiana; y el deseo de compartir la curación Cristiana con otros. Pensamos que los lectores del Heraldo disfrutarán de la frescura y del entusiasmo de sus comentarios.
Cartas de nuevos miembros
"Es increíble pensar que hace dos años a esta altura no sabía nada de la Ciencia Cristiana y ahora es el factor más importante de mi vida. Recuerdo cómo me sentí cuando la Verdad empezó a despertar dentro de mí, cuando por primera vez tuve en mis manos Ciencia y Salud... Sólo puedo dar gracias a Dios por esa bendición. Siento que yo significo mucho para La Iglesia Madre, tanto como ella significa para mí”.
Estados Unidos
“Con Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, me sentí como una persona que acaba de pasar de la absoluta oscuridad a la luz de un día brillante. Ciencia y Salud hace que la Biblia tenga un mayor significado para mí. En realidad nunca había sabido cómo amar a mi prójimo como a mí mismo, pero gracias a la Ciencia Cristiana, ahora sé que el amor no tiene límites, ni fronteras y, sobre todo, el amor no tiene color”.
Nigeria
“Conocí la Ciencia Cristiana hace seis años... Sentí que me había encontrado con algo que hablaba de Dios de una manera tan simple, directa y pura, que pronto empecé a preguntarme: ¿por qué no supe de esto antes? ¡Parece tan simple! Y, ¡las personas que me rodean nunca habían hablado de Dios de esta manera! Unos días después compré el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud, y comencé a leerlo. Me llevó tres meses. Después de esto empecé a incluir a Dios en todas las cosas de mi vida de tal manera que ahora soy miembro de La Iglesia Madre”.
Brasil
“Algunos años atrás estaba escuchando mi radio de onda corta, buscando información científica... Un día, gracias a Dios, escuché un programa en el cual la palabra “Ciencia” se mencionaba muchas veces. Era El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Pensé que estaban hablando sobre otra ciencia, y resultó ser un programa que me hizo comprender que la materia es temporal y que el Espíritu es eterno, y que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, espiritual y eterno. Gracias al estudio del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud escrito por la Sra. Eddy, he tenido muchas demostraciones del cuidado omnipotente de nuestro Padre-Madre Dios”.
República Dominicana
Del Artículo XXX, Sección 7, del Manual de La Iglesia Madre, por la Sra. Eddy
“YO RECOMIENDO QUE CADA MIEMBRO DE ESTA IGLESIA SE ESFUERCE POR DEMOSTRAR CON SU PRACTICA QUE LA CIENCIA CRISTIANA SANA AL ENFERMO RAPIDA Y COMPLETAMENTE, PROBANDO ASI QUE ESTA CIENCIA ES TODO LO QUE AFIRMAMOS QUE ES”.
“La Ciencia Cristiana influyó en mi pensamiento desde mi infancia... Muchos años más tarde, cuando la Ciencia Cristiana fue prohibida en la parte oriental de Berlín y un muro pareció separar todo, el valor de lo que yo había aprendido después de la Segunda Guerra Mundial, adquirió un significado especial... En un examen físico anual que solicitó nuestra oficina, se determinó que yo tenía una enfermedad que amenazaba mi vida... Comencé a entender lo que significa orar de todo corazón, comprendí lo que significa estar alerta, y me volví humildemente al Amor todopoderoso, a Dios... Después de algunos meses el error aparentemente tan terrible fue superado. Ningún doctor, ninguna medicina, ni ninguna operación efectuó la curación, sólo la Ciencia Cristiana, es decir la Omnipotencia divina. Al año siguiente, el examen físico de la compañía no reveló ningún indicio de la enfermedad”.
Alemania
“En 1989, mi estado de salud se deterioraba. Tenía reumatismo en las rodillas... Entonces decidí ir con un amigo a visitar a un Científico Cristiano que vivía en nuestra ciudad. Oramos, y éste fue el inicio de mi estudio de la Ciencia Cristiana. Sané de reumatismo en un mes”.
Camerún
De un aprobador: “Encontró la Ciencia Cristiana cuando estaba en prisión. Ha estado en libertad condicional por seis meses y ha venido asistiendo a los servicios religiosos [de una iglesia filial] con regularidad. Relató que un problema que tenía en la espalda, calificado como incurable por los médicos de la prisión, fue sanado mientras todavía se encontraba allí”.
Estados Unidos
“Considero que mi afiliación a La Iglesia Madre es como ser miembro de un movimiento religioso mundial, y eso es un desafío cuando comprendo la necesidad urgente de cumplir con el mandamiento de nuestro Maestro y Mostrador del camino: ‘Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura’ Mateo 16:15. y ‘Sanad enfermos... resucitad muertos’. Mateo 10:8. Es obvio para mí que gracias al servicio desinteresado de otros, yo encontré la luz. Entonces es imperativo que aquellos que necesitan la luz, la encuentren también en mí”.
Nigeria
De un aprobador: “Ella estaba sufriendo de una lesión en la espalda ocurrida en un accidente automovilístico... Durante su hora de almuerzo... se encontró enfrente de una... Sala de Lectura y no pudo seguir su camino. Entonces entró y le dijo a la Bibliotecaria: ‘No sé por qué estoy aquí’. La Bibliotecaria le respondió: ‘¡Yo sí!’. Le habló amorosamente y le prestó un ejemplar de Un siglo de curación por la Ciencia Cristiana. Esa noche, mientras lo leía su lesión sanó completa y permanentemente... ¡Es muy probable que [ella] haya distribuido más ejemplares de Ciencia y Salud... que dos iglesias filiales juntas! Su amor cristiano y su interés por el prójimo son una inspiración para todos aquellos que la conocen”.
Estados Unidos
Un aprobador dijo de un estudiante universitario: “Deseo mencionar que [él] se dedicó en las vacaciones de invierno a pensar más espiritualmente sobre cuál será su función en el futuro para apoyar a la iglesia como institución. Me dio mucho gusto escuchar eso”.
Estados Unidos
“He pasado por tremendas dificultades... Estoy muy agradecida por haber encontrado el camino hacia el Cristo sin temor, gracias al apoyo de la Sra. Eddy y la influencia edificante de sus escritos, especialmente su libro Ciencia y Salud... Estoy compartiendo con todos mis amigos todas las cosas buenas que me han pasado como resultado de una profunda oración. En mi casa en Sri Lanka compartí la Ciencia Cristiana con todos los miembros de mi familia y con algunos amigos. Entregué diez ejemplares de Ciencia y Salud como regalo de Navidad a mis amigos y familiares... Debo decir que no puedo guardar sólo para mí esta ‘maravillosa forma de ser’. Es simplemente imposible”.
Suiza
Si el estudio de la Ciencia Cristiana está empezando a significar más y más para usted, éste puede ser el momento de considerar hacerse miembro de La Iglesia Madre. Si siente que éste es un paso que le interesa dar, entonces puede conseguir una solicitud de afiliación de cualquier practicista listado en The Christian Science Journal, de una Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana, o escribiendo directamente a la Secretaria de La Iglesia Madre: The First Church of Christ, Scientist, 175 Huntington Avenue, A–172, Boston, MA 02115–3187 E.U.A. La admisión de miembros se efectúa dos veces al año. Las solicitudes deben llegar a la Oficina de la Secretaria antes del 15 de octubre o antes del 15 de mayo.
Preguntas y respuestas sobre la práctica
¿Quién puede ser practicista de la Ciencia Cristiana? Cualquiera que sigue las enseñanzas de Cristo Jesús y la práctica de la Ciencia Cristiana expuestas en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, comprobando de ese modo que el poder de Dios está presente para “sanar enfermos, [limpiar] leprosos, [resucitar] muertos, [echar] fuera demonios”. Mateo 10:8.
¿Es la práctica sólo para algunos privilegiados? La Ciencia Cristiana enseña que todos pueden seguir los pasos de Cristo Jesús. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “Es posible — sí, es deber y privilegio de todo niño, hombre y mujer— seguir, en cierto grado, el ejemplo del Maestro mediante la demostración de la Verdad y la Vida, la salud y la santidad”.Ciencia y Salud, pág. 37.
¿Puede un niño ayudar a sanar a otros? ¿Puede un niño amar? ¿Puede un niño ser obediente? El amor y la obediencia caracterizaron la vida de Jesús, y continúan siendo los catalizadores para la curación. El trabajo de curación no tiene nada que ver con la edad.
¿Puedo tener un trabajo por horas, o asistir a la escuela, y calificar para anunciarme como practicista público en The Christian Science Journal o en El Heraldo de la Ciencia Cristiana? La Sra. Eddy nos ha brindado una clara guía para anunciarse en el Journal y en el Heraldo. Aunque cada miembro de la iglesia está de acuerdo en dedicarse a la práctica de la Ciencia Cristiana, para anunciarse es necesario dejar todas las otras vocaciones (véase el Manual de la Iglesia, Art. XXV, Sec. 9).
¿Y qué ocurre si se está trabajando en una Sala de Lectura o desempeñándose en otros cargos de una iglesia filial? El apoyo a una actividad de una iglesia filial es un aspecto vital de la práctica de la Ciencia Cristiana. Pero para anunciarse en el Journal y en el Heraldo, es necesario seguir las indicaciones del Artículo XXIII, Sec. 11. Si una tarea en la iglesia demanda de la mayor parte del tiempo y pensamientos de un practicista, eso puede impedirle estar disponible para la práctica y se debe considerar muy detenidamente.
¿Tienen los practicistas que tener sus oficinas fuera de su casa? Esa es una decisión personal que depende de las circunstancias locales. El practicista necesita estar disponible para que lo visiten aquellos que estén buscando el servicio de un Científico Cristiano. Debemos orar por el sitio correcto para llevar a cabo nuestra práctica.
¿Cómo se puede hacer frente a las necesidades financieras? Un practicista una vez dijo: “El único ingreso que siempre he tenido y todo lo que siempre necesitaré será el ingreso de ideas espirituales”. Sin tales ideas, realmente somos pobres. Debemos invertir la afirmación del mundo de que la práctica de la Ciencia Cristiana, como otras vocaciones, es una cuestión de dinero. El dinero nunca compró el privilegio de seguir a Cristo Jesús. Para todos, ese privilegio es gratis. El seminario que se publicó en el Journal de julio de 1991 se refiere específicamente a esa pregunta.
¿Cómo es el procedimiento para solicitar anunciarse en The Christian Science Journal y en el Heraldo?
1. Un miembro de La Iglesia Madre puede pedir una solicitud escribiendo o llamando por cobrar a:
The Christian Science Publishing Society
Journal and Herald Card
Division, P–422
One Norway Street
Boston, MA 02115–3122 E.U.A.
Teléfono: 617–450–3486
2. Se enviará una solicitud al solicitante. La solicitud incluye una guía para obtener referencias y testimonios de curaciones que se lograron a través del trabajo de oración del solicitante, y otra información de utilidad.
3. Después de completar la solicitud debe enviarse a la Sección de Anuncios en el Journal y Heraldo de La Sociedad Editora de la Ciencia Cristiana.
4. Los testimonios son revisados para verificar que el solicitante haya tenido experiencia con el trabajo de curación.
5. Luego la Oficina de Anuncios en el Journal y Heraldo se comunica con los aprobadores y el maestro de Ciencia Cristiana del solicitante (o con la secretaria de su Asociación), para verificar la integridad de la persona que se va a anunciar.
6. Se revisa la solicitud con el solicitante para determinar si está preparado para anunciarse.
7. Luego de cumplir con estos requisitos, se envía la solicitud a la Administración Fideicomisaria de la Sociedad Editora para su aprobación.
8. A los solicitantes que son aceptados para anunciarse se les envía una carta de la Administración Fideicomisaria informándoles de su aceptación.
9. Se considera cada solicitud en forma individual. Algunas toman menos tiempo que otras, pero cada una es amorosa y cuidadosamente considerada.
La Sección de Anuncios en el Journal y Heraldo y la Sección de Servicio para Practicistas en la Oficina de la Secretaria, reciben con gusto las preguntas de los solicitantes, en cualquier momento.
Por favor, llamen a la sección de Servicio para Miembros en la Oficina de la Secretaria, por cobrar, al (617) 450–2000 o escriban a:
Clerk of The Mother Church
 The First Church of Christ, Scientist,
Member Services, A–172
175 Huntington Avenue
Boston, MA 02115–3187 E.U.A. 
Entrevistas con nuevos practicistas listados
De un practicista de los Estados Unidos
Durante mis años de universidad me había sentido incómodo con respecto a la religión, incluso la Ciencia Cristiana, y decidí que vería cómo las otras personas juzgaban las cosas, si podía encontrar respuestas en otras direcciones. Llegué a un punto en mi vida en que las cosas parecían muy confusas; me sentía preocupado y sin dirección. En el momento más depresivo, fue como si Dios me dijera: “No voy a dejarte ir”. Y dije: “Bueno, entonces ¿qué hago?” Llegó la respuesta: “Tienes que comprometerte plenamente: lee toda la lección en vez de la mitad; ve a la iglesia”. [La “lección” se refiere a la Lección Bíblica del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana.] Entonces empecé a ir a la iglesia, a estudiar, y di los pasos necesarios para tomar instrucción en clase.
Más tarde estaba enseñando en un pueblo de Botswana, y estaba pasando por momentos muy difíciles. Me sentía desesperado; había mucho alboroto. Era difícil mi vida en el pueblo, y realmente estaba recurriendo a Dios con todo mi corazón. Al orar para seguir adelante, me llegó el pensamiento: “Celebra reuniones de testimonios los miércoles”. Así lo hice. No las anuncié, y no siempre las celebré los miércoles, pero cada semana sin falta hacía las lecturas y pensaba sobre las curaciones que había tenido, o las escribía y expresaba gratitud. Al mismo tiempo pude escuchar por onda corta los servicios de La Iglesia Madre. Mi amor por la iglesia simplemente creció. Percibía la actividad de iglesia y su universalidad. Cuanto más abrazaba a la iglesia, más comprometía mis pensamientos con ella, y más importante era para mí la práctica pública de la Ciencia Cristiana. Simplemente parecía como que no había nada más.
Siempre había tenido amor por la práctica de la curación cristiana. Estaba creciendo poco a poco. Siempre había pensado: “Tengo que averiguar cómo satisfacer las necesidades del mundo”. Yo sabía, desde que era pequeño, que ayudar al mundo era algo que me interesaba. Quizás no era una cosa consciente, pero yo había pensado al respecto, y recuerdo diferentes momentos en que había sentido un leve empujoncito que impulsaba mi pensamiento en esa dirección.
Todas las cosas me conducían hacia el hecho de que Dios es Todo, y de que Dios es Amor, y sabía que un conocimiento de esto era la única forma de satisfacer verdaderamente los problemas del mundo. Tenía el anhelo de sentir firmeza y paz en mi propia vida, pero eso no era suficiente. No voy a ser feliz tan solo viviendo confortablemente; yo vivo con un propósito. Mi vida tiene que tener un propósito. La práctica me brinda ese propósito.
De otro practicista de los Estados Unidos
Me dediqué mucho tiempo a la educación y empecé a ver más y más lo importante que era practicar la Ciencia Cristiana en dondequiera que me encontrara y en cualquier cosa que hiciera. Cuando fue obvio que era tiempo de dejar el campo de la educación y hacer algo distinto, hubo algo en que pensé mucho, la idea de que éste tenía que ser un paso hacia adelante. Tenía que ser algo que yo pudiera ver con claridad que era un paso de progreso. La única cosa que podía ver como progreso, que valoraba más de lo que estaba haciendo, que sentía que me daría un sentido más elevado de lo que significa servir y que incluía un mayor crecimiento, era la práctica pública.
Pasaje de una carta de Mary Baker Eddy a James Neal del 28 de enero de 1897
“UN SANADOR REALMENTE CIENTIFICO ES LA POSICION MAS ALTA QUE SE PUEDE ALCANZAR EN LA ESFERA DEL SER. SU NIVEL ES MUCHO MAS ALTO QUE EL DE UN MAESTRO O UN PREDICADOR. INCLUYE TODO LO QUE ES DIVINAMENTE ELEVADO Y SANTO”.
Después de dejar mi trabajo viajé con mi familia por Europa. Consideré que este período era una preparación para la práctica. Durante nuestro viaje visitamos varias iglesias filiales. Me impresionó mucho la gran dedicación, el amor y la vitalidad de los miembros, simplemente la fuerza e inspiración que se necesitan para ser un Científico Cristiano y mantener una iglesia filial activa en algunos de esos países. Cuando volvimos, decidí que ése era el momento.
Antes había estado tan ocupado con mi trabajo que en realidad no había podido dar lo que quería a la iglesia ni explorar mi potencial en la iglesia filial. En cierto grado, supongo que había sido un Científico Cristiano bastante dormido respecto al trabajo activo de una iglesia. No era que la Ciencia Cristiana no fuera una parte regular de mi vida, pero había cierto conformismo. Una vez alguien dijo que esas personas se “apoyaban” en otros en lugar de “elevar” a los demás. Considero que salí de alguna de esas iglesias de Europa pensando: “¡Hombre, comparado con esta gente, yo sé que me apoyo demasiado en otros, y quisiera aprender a elevar a los demás!”
Durante mi vida profesional, antes de entrar en la práctica, había empezado a ver que hay sólo un método de curación universal y para resolver problemas, que es verdadero, claro e infalible se trata de; la curación que se logra a través de la práctica cristiana. Eso es lo que anhela recibir el mundo. Yo podía ver eso y entenderlo, y sentí que tenía la responsabilidad de hacer algo por ello. Entrar en la práctica pública era simplemente enfrentar mi responsabilidad, no como una cosa agobiante, sino sintiendo que podía dar los pasos necesarios para proseguir hacia el objetivo de lo que estaba vislumbrando sobre la responsabilidad y las posibilidades de crecimiento. Confié en que Dios cuidaría de mí en este proceso y así lo ha hecho.
De un practicista de Canadá
Conocí la Ciencia Cristiana alrededor de 1978. Estaba buscando algo. Investigando todo tipo de libros sobre metafísica y leía la Biblia, pero sin entenderla en realidad. Me sentía frustrado, y no podía ver la verdad en la Biblia. Entonces empecé a observar que para Jesús y para sus discípulos era posible hacer esos “milagros”.
El libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud escrito por la Sra. Eddy, llegó a mis manos a través de una tía. Comencé a leerlo, pero realmente argumentaba en contra de las ideas del libro. Había un grupo de Científicos Cristianos [que se reunían] cerca, y mi tía me invitó a ir. Aún argumentaba en contra de las palabras, o “la letra”, de la Ciencia Cristiana, pero en realidad no podía resistir el espíritu. Pude ver que había curaciones, y en realidad no podía argumentar en contra de ellas. Lenta pero sostenidamente mi pensamiento se fue abriendo al significado de la Ciencia Cristiana y de Ciencia y Salud. Pronto comprendí que estamos viviendo en una época similar a la de Jesús y sus apóstoles. Las cosas maravillosas que sucedían en aquella época están sucediendo hoy. Empecé la práctica inmediatamente, para sanar a los miembros de mi familia y a mí mismo. Y lo que más me impresionó no fueron tanto los resultados, sino que supe que ésta era la verdad y los resultados solo la estaban demostrando. Desde entonces tuve el deseo de transformarme en un practicista de tiempo completo de la Ciencia Cristiana, y en 1981 tomé instrucción en clase.
No estaba buscando una curación para mí mismo; realmente estaba buscando comprender a Dios, entender que era auténtico. Tenía un gran deseo de ayudar a otros. Aun antes de descubrir la Ciencia Cristiana yo tenía el gran deseo de ayudar y de consolar. Probablemente sea el Amor divino. Simplemente un anhelo muy profundo. Cuando veo a alguien con un problema, afligido, y luego veo que se anima y encuentra curación a través del tratamiento de la Ciencia Cristiana, entonces ésa es mi recompensa. Y siento mucho agradecimiento a Dios por poder hacer eso.
De una practicista de Alemania
Yo era una arquitecta profesional, y después de un período de tiempo se me ocurrió que en realidad era ya tiempo de transmitir a otros lo bueno que había recibido en mi vida, gracias a la Ciencia Cristiana y a Dios. Simplemente dije: “Padre, quiero darte las gracias; quiero estar aquí por Ti. Ese es mi motivo”. Por años sólo había orado por los miembros de mi familia, pero no estaba satisfecha, porque pensaba que uno debe estar disponible para todos. Sin embargo, comprendí que nuestro compromiso con la práctica pública significaba que tenía que renunciar a mi otro trabajo.
Entonces cuando lo hice, empecé a trabajar para nuestra iglesia filial en la Sala de Lectura. Entraban las personas y querían saber algo sobre la Ciencia Cristiana, y sucedió que de esta manera aumentaron más las exigencias para mí. Tuve que usarla diariamente.
A veces cuando oro por un asunto en particular, inmediatamente después alguien llama y necesita precisamente esa ayuda. Puedo contarles un pequeño ejemplo. Llamó una mujer y me preguntó si podía ayudarla, y me describió algunos síntomas con los que yo misma me estaba enfrentando. Podría haber dicho: “Pídale a otra persona [la ayuda]; yo estoy luchando con el mismo problema”. Pero le dije que yo podía ayudarla y al terminar nuestra conversación, tuve que reírme. Al día siguiente me sané y dos días después la mujer me llamó y me dijo que estaba liberada de ese problema.
Cada uno debe tomar la iniciativa de volverse a Dios en oración, y como consecuencia tener el deseo de practicar la Ciencia Cristiana. Para mí fue muy interesante observar que había mucha presión en mi trabajo anterior. Me oprimía. Quería irme, ser libre, pero la gente se acercaba y me pedía: “Oh, ¿Podrías hacer esto? ¿Podrías hacer aquello?” Había una resistencia que nunca antes había comprendido y de la que necesitaba liberarme. El entrar en la práctica es diferente para cada persona, pero lo más importante es el amor por los demás, la gratitud por lo que uno ha alcanzado a través de la Ciencia Cristiana, y la alegría. No hay fórmulas [para entrar en la práctica]; siempre es algo individual.
    