“Me levantaré e iré a mi padre”,
dijo el hijo pródigo hace mucho. ¡Si yo
pudiera hacer lo mismo!
Presentarme ante Dios Todopoderoso, llamarlo
Padre, y pedir que me convierta en Su jornalero.
¿Quién, yo?
Además, ¿tendrá El un vestido a mi medida
y un anillo justo para mi dedo?
¿Me vería desde lejos y correría
para recibir a este otro hijo vagabundo?
Me levantaré e iré a mi Padre,
no tengo nada que perder y todo para ganar.
¿Quién, yo?
Sí, yo
y tú también.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!