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Los ángeles están siempre presentes para ayudarnos

Del número de diciembre de 1993 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Una Navidad Nos dieron un adorno para el árbol, un delicado ángel con alas tallado, soplando una trompeta. En lugar de ponerlo en el árbol, lo sujetamos a una ventana de manera que la luz pasara a través de él. Las suaves corrientes de aire que había en la ventana hacían que el ángel constantemente se moviera de un lado a otro pendiendo del hilo, golpeando suavemente en la ventana como queriendo decir: “Aquí estoy”.

Esto me dio qué pensar. Si bien yo ciertamente sabía que los ángeles no eran pequeñas personas con alas con plumas, comencé a pensar que las alas representan la libertad y la acción de los ángeles.

Mi estudio de la Ciencia Cristiana me había enseñado que los ángeles son los pensamientos santos de Dios. No son pensamientos humanos, a pesar de que vienen a la consciencia humana como resultado de la oración y de escuchar la voz de Dios. Son ideas divinas que expresan la naturaleza y presencia pura de Dios. Estas ideas se pueden percibir a nivel humano, pero, al ser divinamente inspiradas, tienen una naturaleza enteramente espiritual. Ellas nos dicen que nuestro verdadero ser es perfecto, que Dios está presente, que la vida es en realidad eterna y armoniosa.

Los ángeles son una manifestación del Cristo, la influencia sanadora de Dios en el pensamiento humano. El Cristo está siempre activo, bendiciendo, regenerando. En la medida en que seamos receptivos a esta influencia divina, sentiremos que su poder regenerador disuelve el temor y la limitación.

Si los pensamientos puros de Dios están siempre a nuestro alcance para bendecirnos, ¿por qué es que no siempre los escuchamos o sentimos su presencia? Porque un sentido materialista de la vida tiende a cerrar la puerta a las ideas espirituales, a los mensajes espirituales.

Para sentir el amor de Dios y discernir Sus pensamientos, necesitamos, a través de la oración, cerrar la puerta a la conmoción del pensamiento humano y volvernos con expectativa y humildad a la única Mente divina. Debemos detenernos y escuchar, ejercitando el sentido espiritual que Dios nos ha otorgado. Entonces percibiremos esos pensamientos que declaran la bondad de Dios y la perfección espiritual del hombre, y que nos elevan para que sintamos la acción sanadora y el poder regenerador del Amor divino. Como dice la Sra. Eddy en Escritos Misceláneos: “Los mortales sólo tienen que someterse a la ley de Dios, avenirse a ella, y dejar que se haga Su voluntad. Esta acción ininterrumpida de la ley del Amor divino, da descanso a los cansados y agobiados”.Esc. Misc., pág. 208.

En medio de las exigencias más apremiantes del día, siempre podemos detenernos y escuchar a los ángeles de Dios. “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios”, Salmo 46:10. leemos en Salmos.

¿Por qué querríamos detenernos y escuchar la dirección de Dios? Porque El es nuestro creador, el cual es infinitamente sabio y cuida de Su linaje. Porque las intuiciones espirituales de Dios abren el camino a la paz y al progreso. ¿Por qué razón no íbamos a querer dejar de permitir que el mundo nos empuje de un lado a otro y en cambio escuchar a Dios?

Un día una mujer, mientras estaba en su trabajo, se sintió de repente abrumada por las crecientes exigencias que le hacía su gerente. La lista mental de cosas que debía hacer pesaban tanto sobre ella que se sintió casi vencida por el agotamiento y la frustración. Comenzó a llorar de desesperación.

Vio que había una oficina de depósito cerca, abrió la puerta, entró, y se sentó sobre una pila de colchones. Notó cuán silencioso era el depósito debido a la cualidad de absorber el sonido que tenían los colchones. Fue como si instantáneamente hubiera entrado en un mundo diferente.

Se quedó quieta. La quietud tuvo un efecto tranquilizador y reconfortante en ella. Pero sabía que necesitaba más que simplemente una quietud física. Volviéndose a Dios en busca de dirección, pronto sintió un flujo de ideas espirituales. Se sintió consolada por el amor siempre presente de Dios, sustentada por Su ley, fortalecida por Su poder infinito, inspirada por Su inteligencia. El sentido de la presencia de Dios y Su control total superaron por completo su frustración y fatiga. Ella sintió que estaba en presencia del Cristo.

Este sentido sanador de la presencia angelical de Dios la renovó. La cambió. Se levantó y salió del depósito feliz e inspirada. Se había vuelto tan receptiva a los pensamientos angelicales, que se había olvidado de la larga lista de cosas que tenía que hacer. Pero entonces volvió a escuchar. Decidió hacer la primera cosa que viniera a su pensamiento y luego continuaría con el siguiente proyecto. Había tal sentido de orden y calma que terminó todo rápidamente y con facilidad. Sintió casi como si hubiera estado volando sobre alas al realizar cada tarea.

Por más apresurados y ocupados que estemos, los pensamientos de Dios están siempre activos y listos para ayudarnos a obtener la dirección, inspiración, o curación que necesitemos. Los pensamientos de Dios son perpetuos y dan vida. Cuando los escuchamos y seguimos su guía divina, siempre están haciendo algo por nosotros. Siempre están trayendo armonía y bendición.

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