Un Domingo Por la tarde, como es habitual, yo preparaba la Lección-Sermón para la semana que se iniciaba, marcándola en la Biblia y en Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. Este estudio, que aparece delineado en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, es básico para el estudiante de esta religión, y la dedicación y constancia que el mismo pone en este trabajo espiritual lo ayudan a que progrese.
La Lección de esa semana incluía unos versículos del Salmo 89. Leí todo el salmo varias veces. De acuerdo con lo que leí, parecía que el Salmista no había recibido el bien que Dios le había prometido, puesto que al final pregunta: “Señor, ¿dónde están tus antiguas misericordias que juraste a David por tu verdad?” Salmo 89:49.
Con el fin de ampliar mi perspectiva sobre el tema, revisé lo que un comentario bíblico decía sobre este salmo. Esa consulta puso de relieve el poder de la oración.
En el capítulo titulado “La oración”, en Ciencia y Salud, la Sra. Eddy dice: “Los pensamientos inexpresados no los ignora la Mente divina. El deseo es oración; y nada se puede perder por confiar nuestros deseos a Dios, para que puedan ser modelados y elevados antes que tomen forma en palabras y en acciones”.Ciencia y Salud, pág. 1. No hay duda de que las bendiciones de Dios siempre superan nuestras aspiraciones. Sabemos que Dios nunca nos falla. Es un hecho que todos tenemos mucho que aprender sobre la oración, pero hasta con lo poquito que sabemos podemos recibir las bendiciones de una oración que ha sido contestada. La oración no hace que Dios haga algo, sino que nos muestra lo que el Espíritu divino, Dios, ya está haciendo.
En el Sermón del Monte, Cristo Jesús enseñó claras lecciones sobre la oración. Dijo: “Vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis”. Mateo 6:8. Y en el Padre Nuestro leemos: “Hágase Tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. Mateo 6:10. A medida que nuestra oración consista en un deseo de hacer la voluntad de Dios, veremos no sólo nuestro propio crecimiento espiritual sino también las bendiciones que recibimos cuando es Dios el que dirige nuestros pasos. Dios, en Su suprema sabiduría, nos da a cada uno lo que es más apropiado para nuestro bien. Puesto que Dios es el Amor divino, el Amor que El siente por Sus hijos no tiene fin. Como parte del esfuerzo de nuestra oración, deberíamos reconocer que somos los hijos de Dios — Su expresión espiritual— y que no estamos abandonados, sino al cuidado constante de Dios.
Cuando nuestros hijos eran adolescentes, se volvió imperioso que tuviéramos nuestro propio hogar. En ese entonces estábamos viviendo en un departamento alquilado. Teníamos los fondos suficientes como para pagar parte del valor de una propiedad y planeábamos financiar el resto del importe. Visitamos varias propiedades que estaban en venta, pero los meses pasaron y no encontrábamos nada que satisfaciera nuestras necesidades.
Mis dos hijos habían concurrido a la Escuela Dominical desde los tres años de edad. Uno de esos días en que regresé a casa bastante defraudada luego de visitar varios inmuebles, mi hija me recordó la experiencia que una maestra compartió con sus alumnos de 6 y 7 años.
El propietario les había pedido la casa que la maestra ocupaba junto con su marido e hija. Ella les dijo a los alumnos que, aunque le era necesario mudarse de allí, ella tenía tanta fe en Dios que no estaba preocupada. Después de orar a Dios en busca de guía, les informó a sus amigos y comerciantes del barrio acerca de su necesidad. En muy poco tiempo recibió la noticia de que en la misma cuadra en que vivía estaba disponible una casa como la que buscaban. Con gran alegría, ese domingo la maestra compartió su gratitud con sus alumnos.
Este recordatorio de mi hija, me hizo hacer un razonamiento más productivo. A partir de ese momento dediqué todo el tiempo posible a la oración y al estudio espiritual.
Dos meses más tarde, el propietario del apartamento que alquilábamos nos visitó haciéndonos saber que en breve se radicaría en el extranjero. Tenía urgencia de vender los apartamentos y, como marcaba la ley, los estaba ofreciendo en primer lugar a los inquilinos. Esta fue la respuesta perfecta para nuestra familia. El precio que el propietario estaba pidiendo era exactamente la cantidad de dinero que habíamos ahorrado y, por lo tanto, la venta se concretó rápidamente.
En la Asamblea Anual de 1906 de La Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Boston, el Secretario dijo: “La Sra. Eddy insistió en que con la lectura de su libro de texto ‘Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras’, sus estudiantes hicieran todos los días un estudio devoto de la Biblia y obtuvieran el entendimiento espiritual de sus promesas. Fue sobre esto que ella fundó el crecimiento futuro de su iglesia, y, veintiséis años más tarde, apareció en la Methodist Review con la firma del fallecido Frederick Lawrence Knowles, la siguiente espléndida evaluación de sus esfuerzos:
“¡‘La Sra. Eddy... al insistir en la constante lectura diaria de la Biblia y de sus propios escritos,... ha dado a sus discípulos un medio de desarrollo espiritual que... seguramente construirá esa verdad que ellos van captando en la médula misma de sus caracteres’!” The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 48.
¿Es siempre respondida la oración? Cuando está basada en una comprensión de Dios, sí lo es. De modo que, volvámonos a Dios con confianza, con la total expectación de que Sus promesas serán cumplidas.
    