Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Respuesta a una oración

Del número de febrero de 1994 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Sara podía oír la lluvia que golpeaba contra la ventana de su habitación. Rápidamente saltó de su camita caliente. Había que prepararse para otro día de escuela. Sacó del ropero su único par de zapatos. Las suelas estaban tan delgaditas que consistían en pedazos de cartón muy gastados, sostenidos por lo que quedaba de cuero.

Su mamá la llamó para que bajara a tomar el desayuno. Sara sabía que su mamá estaba preocupada porque ella no tenía zapatos buenos que mantuvieran sus pies calentitos y secos. Pero por ahora no había dinero para comprar zapatos. “Con esta lluvia estaré descalza antes de que llegue a la escuela”, pensó mientras se sentaba a la mesa. Pero inmediatamente recapacitó y se dijo a sí misma: “Este es el momento apropiado para usar algunas de las verdades de las que mi maestra habla en la Escuela Dominical a toda la clase. Realmente quiero ir a la escuela hoy. ¡Siempre pasan tantas cosas divertidas!”

Sara asistía con regularidad a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana que había en su vecindario, y recordaba que su maestra decía que se podían aplicar las verdades sanadoras sobre Dios y el hombre a cualquier problema, de la manera que se aplican las leyes de las matemáticas para solucionar problemas de multiplicación. También recordó algo que dice la Sra. Eddy en Ciencia y Salud: “¿Quién se pondría ante una pizarra rogando al principio de las matemáticas que resuelva el problema? La regla ya está establecida, y es nuestra tarea hallar la solución”.Ciencia y Salud, pág. 3.

Sara pensaba que muchas de las cosas que decía este libro eran muy útiles, y con sus compañeros de clase había memorizado algunas. Encontró mucho consuelo al recordar otra declaración de Ciencia y Salud: “ ‘Dios es Amor’. Más que eso no podemos pedir, más alto no podemos mirar, más allá no podemos ir”.Ibid., pág. 6. Pensando en esto dedujo que Dios cuida de Sus hijos y satisface sus necesidades. También descubrió que estas palabras de Jesús en la Biblia eran consoladoras: “Vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis”. Mateo 6:8. Y también dijo: “Nada hago por mí mismo sino que según me enseñó el Padre, así hablo”. Juan 8:28.

Sará pensó en estas declaraciones y comprendió que ella, por sí sola, no tenía que hacer nada para solucionar su problema. Dios estaba ahí mismo con ella para ayudarla, La envolvió una agradable sensación de confianza.

Cuando daba el último mordizco a su tostada, oyó un golpecito suave en la puerta de atrás. Al abrir vio, bajo un paraguas, a la sonriente madre de su amiguita vecina que le dijo: “Sara, cuando desperté esta mañana a Dorita para que fuera a la escuela, noté este para de zapatos nuevos que a ella no le gustan y que no quiere usar. Entonces pensé que tú podrías usarlos y que te gustarían. Por eso te los traje. ¡Tómalos, son tuyos!”

¡Sara estaba tan feliz! Abrazó y dio las gracias a su buena vecina. Se puso sus zapatos nuevos y saltando de alegría se fue para la escuela bajo la lluvia, teniendo buen cuidado de no meterse en los charcos. Silenciosamente dio gracias a su Padre-Madre Dios por sus lindos zapatos.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / febrero de 1994

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.