Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

¿Cómo puedo ayudar?

Del número de mayo de 1994 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando Vemos A alguien parado en una esquina estudiando un plano de la ciudad y mirando a su alrededor para descubrir dónde se encuentra, nos sentimos impulsados a ayudar. Y si conocemos la zona, seguramente le podemos indicar la dirección correcta, o más aún, llevarlo a su destino.

¿Pero qué hacer cuando se nos presenta una situación más compleja? Supongamos que como padres queremos estar seguros de que estamos haciendo lo mejor posible para ayudar a nuestros hijos a tomar sus propias decisiones. Quizás nuestro hijo está pensando en tomar determinada decisión y nosotros estamos seguros de que sabemos cuál es el mejor camino que debe seguir. ¿Acaso debemos intervenir y tomar la decisión? ¿O debemos mantenernos alejados del problema y dejar que el muchacho se hunda o salga a flote? ¿O debemos asumir una posición intermedia?

Por cierto que no existe una fórmula ideal para esta situación, pero sí hay algo que podemos hacer: orar. Podemos pedir a nuestro Padre-Madre Dios, que es todo amor, todo sabiduría — y el verdadero Padre de nuestro hijo — que nos guíe. Y como sucede con toda oración que se dirige a Dios con humildad, estamos mejor capacitados para escuchar la guía divina cuando dejamos de lado lo que nosotros pensamos que Dios debe decirnos; cuando podemos decir sinceramente, con las palabras de Cristo Jesús: “No busco mi voluntad, sino la del Padre”. Juan 5:30. También debemos estar seguros de que nuestro propósito no sea el de corregir personalmente a la otra persona. Una actitud de superioridad no conduce a confiar en Dios a la manera del Cristo.

Otro aspecto importante en nuestro deseo ferviente de ayudar es que afirmemos constantemente que nuestro hijo posee la capacidad que Dios le ha dado para escuchar y obedecer a Sus ángeles, las intuiciones que El le está impartiendo. Nuestra firme convicción de que esto es verdadero le será de gran apoyo. El mantener claro en nuestro pensamiento la verdadera identidad del muchacho y su relación con su Padre-Madre, y el ayudarlo a comprender cuál es su verdadera individualidad, son los supremos dones del amor. Y ésta es siempre la manera más elevada de ayudar a los demás: verlos como Dios los ve, como Sus hijos espirituales que dependen de y son sostenidos totalmente en El.

Pero quizás nos preguntemos: ¿Cómo puede la oración o el entendimiento espiritual ayudarnos a nosotros y a nuestros hijos a analizar correctamente todos los factores que hay que tener en cuenta cuando se toman decisiones, incluso contemplar las diferentes posibilidades de las cuales no se pueden conocer todas las consecuencias?

Un aspecto que debemos tener en cuenta, ya seamos niños o adultos, son nuestros móviles. ¿Cuál es mi móvil al elegir una opción en particular? ¿Cuál es mi móvil al tratar a mi hijo de determinada manera? ¿Cuál es la conducta que expresa el móvil más elevado? La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “Los móviles rectos dan alas al pensamiento, y fuerza y soltura a la palabra y a la acción”.Ciencia y Salud, pág. 454. Y podemos tener la certeza de que esto se puede demostrar.

Otro aspecto importante que se debe tener en cuenta cuando oramos es la confianza. ¿Estamos confiando realmente en Dios? ¿Es nuestra fe una fe ciega, o es una firme convicción, basada en el entendimiento espiritual, de que Dios puede y quiere mostrarnos el camino? Si confiamos plenamente en las verdades inmutables del reino espiritual de Dios, nos aseguraremos de tener una firme convicción.

El hecho fundamental, según lo enseña la Ciencia Cristiana, es que Dios, la Mente divina, es absolutamente Todo. La creación de la Mente, o reino de la Mente, es eterno e indestructible. Se distingue por su integridad y orden perfectos. Cada idea, cada individualidad que la Mente crea, tiene un propósito y lugar determinados en este universo espiritual. Cada expresión o idea de la Mente conoce todo lo que necesita saber porque refleja a la Mente. Puesto que la Mente es también el Amor divino, cada habitante de este universo espiritual — el único universo que realmente existe — se siente seguro y amado. Este es el estado permanente de nuestra verdadera y única individualidad.

¿Qué relación tienen estas verdades con nuestra vida diaria? Cuando comenzamos a comprenderlas y a apoyarnos en ellas, podemos demostrar que realmente son las leyes que gobiernan nuestra vida. La Sra. Eddy escribe: “La sustancia, la Vida, la inteligencia, la Verdad y el Amor que constituyen la Deidad son reflejados por Su creación; y cuando subordinemos el falso testimonio de los sentidos corporales a las realidades de la Ciencia, veremos esa semejanza y reflejo verdaderos en todas partes”.Ibid., pág. 516. Necesitamos someter nuestras creencias en la casualidad y la ley física a nuestra certeza de que la ley de la Mente tiene todo el poder. Todo lo bueno y natural en nuestra experiencia está sostenido por esta ley. Y cualquier "poder" que se opone al bien no tiene poder alguno. La Mente que todo lo controla, elimina y prohibe la más mínima manifestación de desarmonía; y esto lo podemos demostrar en forma cada vez más amplia.

Por lo tanto, tenemos derecho a reclamar para nosotros y nuestra familia toda la armonía y la alegría del reino espiritual de la Mente, y al mismo tiempo esperar con confianza que los ajustes necesarios se producirán de una manera natural, sin sufrimiento. Las verdades de la creación de la Mente se pueden aplicar en cualquier situación: en nuestro hogar, nuestra iglesia, nuestra comunidad o en el mundo entero.

Cuanto más clara sea nuestra percepción de la plenitud, orden e integridad del reino de Dios, mejor preparados estaremos para ayudar a los demás. Nos será cada vez más natural confiar en que nuestro Padre-Madre, que es todo amor, cuidará de cada uno de Sus hijos y les proporcionará las ideas adecuadas que precisan para llevar a cabo Su propósito específico dentro de Su universo armonioso.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / mayo de 1994

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.