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Oferta y demanda

Del número de mayo de 1994 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

The Christian Science Monitor


La Dueña De una propiedad que arrendaba fue sorprendida con la repentina notificación de que el inquilino de muchos años la desocupaba. Antes de anunciarla de nuevo invirtió mucho tiempo y amor renovándola en espera del nuevo inquilino. Como todavía no había conseguido otro inquilino, los gastos amenazaban con terminar con sus ahorros.

La propietaria estudiaba la Biblia y estaba familiarizada con las extraordinarias curaciones de Jesús, tanto de enfermedades y pecados como de muchos otros problemas de la existencia humana. ¿Acaso no había mandado a su discípulo Simón Pedro a que encontrara dinero para los impuestos en la boca de un pez? ¿No había alimentado a más de cinco mil personas con unos pocos panes y peces? Estos ejemplos de cómo satisfacer las necesidades humanas no eran trucos mágicos, eran pruebas absolutas de que nuestro Padre celestial, Dios, responde a la oración de manera práctica.

Esta señora se había dirigido a Dios muchas veces antes, y sus oraciones siempre habían sido respondidas. Comprendía que en esta ocasión también podía confiar en Dios completamente. Dos versículos que leyó en la Segunda Epístola a los Corintios la sorprendieron por lo pertinentes. Destacaban el hecho de que a causa de que la oferta y la demanda son espirituales, siempre tienen que ser iguales. Pablo dice a los corintios: “.. . no digo esto para que haya para otros holgura, y para vosotros estrechez, sino para que en este tiempo, con igualdad, la abundancia vuestra supla la escasez de ellos, para que también la abundancia de ellos supla la necesidad vuestra, para que haya igualdad”. 2 Cor. 8:13, 14.

Por medio de su estudio de la Ciencia Cristiana, la propietaria había aprendido que Dios siempre satisface toda necesidad humana. No tenemos que decirle a Dios lo que debe hacer o como debe hacerlo, sino que cuando Lo reconocemos como la fuente de la vida y de la inteligencia y obedecemos gustosos Sus leyes, vemos que El, en verdad, suple todas nuestras necesidades.

Continuando su estudio y oración, esta persona encontró un pasaje en Ciencia y Salud, por la Sra. Eddy, que dice: “Pensad menos en las condiciones materiales y más en las espirituales”.Ciencia y Salud, pág. 419. Aun cuando esta frase no había sido escrita específicamente para su problema, ella encontró inmediatamente una idea que le fue muy útil. Había estado tan envuelta por la condición material de su propiedad que había descuidado el verla desde un punto de vista espiritual, descuidando la oración.

Volviéndose con gratitud a Dios, oró fervorosamente para obtener una comprensión creciente de Su constante presencia y de Su infinito amor por Su creación espiritual. Ella sabía que Dios da a Sus hijos todo lo bueno que necesitan, y además tuvo la certeza de que toda idea espiritual cumple con el propósito para el que Dios la ha creado.

¿Qué tenía que ver con todo esto este edificio material de ladrillo, madera, conductos eléctricos y cemento? ¿Era esto en realidad una idea de Dios? Oh, ¡El nos da mucho más! Gradualmente comprendió con claridad que en la medida en que ella percibiera la perfección y el propósito de la idea espiritual de habitación, en esa medida la propiedad que tenía para arrendar cumpliría su propósito. Naturalmente que sus esfuerzos por mejorarla y hacerla más atractiva eran necesarios y dignos de elogio, pero las cualidades espirituales inherentes a la idea de hogar, tales como seguridad, paz, orden, amor, belleza, se originaban en la Mente, Dios, y no necesitaban renovación, y eran las que, además, proveían la única verdadera atracción.

A medida que ella comenzó a considerar las cualidades espirituales de la propiedad, desapareció la preocupación financiera. Vio que el volverse a Dios “nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús”, como dice la Biblia. 2 Cor. 2:14. Muy pronto la propiedad fue arrendada a un inquilino que estaba muy feliz con el lugar.

Con alegría se dio cuenta de que su “carga” se había aligerado, su abundancia había suplido las necesidades de otros, y ambas necesidades se habían equilibrado.

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