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Esperanza en tiempos difíciles

Del número de mayo de 1994 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Recientemente Escuche Una conversación entre dos personas de negocios que estaban preocupadas. Una de ellas dijo: "¿En qué se está convirtiendo este mundo?" Su queja era un sentimiento común en tiempos difíciles.

No es de sorprenderse que la gente se desaliente, y hasta se sienta Incapaz de elevarse por encima de la rutina de pensar de una manera negativa. ¿Pero acaso estamos realmente indefensos, aun ante las más complejas dificultades?

Las condiciones mundiales de hoy nos llevarían a pensar que deben ocurrir grandes cambios antes de que podamos obtener más prosperidad, mayor paz interior. Sin embargo, la Biblia dice que cada uno debe esforzarse por su propia salvación y destaca claramente los efectos benéficos de cambiar el pensamiento y obtener una base más espiritual. A medida que lo hagamos, mejorarán las condiciones externas de nuestra vida. No importa con qué estemos tratando — un cuerpo enfermo o una economía enferma — podemos hacer algo al respecto purificando nuestra propia consciencia. ¿Por qué? Porque lo que experimentamos es en realidad una manifestación del pensamiento. Es casi como una pantalla que muestra la película que se proyecta en ella.

Al referirse a nuestra legítima necesidad de alimento, ropas y otras necesidades, Cristo Jesús dijo a sus seguidores: "Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas". Mateo 6:33. ¿Dónde encontramos este reino? Donde él dijo que está: dentro de nosotros. Este sentido espiritual de la vida se vuelve más real a medida que ganamos un entendimiento más claro de Dios, de nuestra relación con El, y del constante cuidado que brinda a Sus hijos.

A modo de ilustración, les contaré sobre un granjero amigo mío. Buscando un modo de hacer que su actividad agrícola fuera redituable, pidió a un practicista de la Ciencia Cristiana que lo ayudara por medio de la oración. Aunque le gustaba el campo, simplemente no le redituaba. A veces le parecía imposible poder cumplir con sus obligaciones financieras y además satisfacer las necesidades de su familia. Su hija deseaba mucho asistir a la universidad, pero no había fondos disponibles.

El practicista pudo ayudarlo a él y a su familia a comprender que su ocupación no era primordialmente producir y vender, sino reflejar a Dios — la Vida, la Verdad, el Amor — en cualquier negocio que tuviesen. Su negocio no estaba para nada en la materia sino en la Mente; por lo tanto, era activo, porque el hombre refleja a la Mente omniactiva. La familia fue alentada a estudiar diariamente referencias de la Biblia y Ciencia y Salud escrito por la Sra. Eddy. Estas referencias incluían varios pasajes relacionados con el reino de los cielos, provisión, rendimiento e incremento. Con la ayuda mediante la oración del practicista su miedo a la carencia desapareció. Cuando dejaron de preocuparse por las condiciones materiales y aceptaron la idea de que Dios tiene recursos ilimitados con que bendecirlos, surgieron nuevas ideas.

Una idea fue la de expandir el negocio en otra dirección. A medida que el negocio progresó, pagaron las deudas y la hija pudo graduarse en la universidad que había elegido.

Con el tiempo, las operaciones del negocio fueron arrendadas a otros agricultores, permitiendo a mi amigo realizar una tarea completamente diferente y fuera de la granja. Esta también demostró ser provechosa y lucrativa. ¡Y trajo otro beneficio! A medida que la familia aprendió a apoyarse en Dios, en la Verdad y el Amor, desaparecieron los aspectos de carácter indeseables y limitados que habían impedido el progreso. La familia empezó a disfrutar de una relación más estrecha y afectuosa. Las posibilidades ilimitadas que tiene el trabajo basado en la espiritualidad y el amor a Dios se hicieron evidentes. Percibieron un nuevo aspecto de la oferta y la demanda como un concepto bajo el gobierno perfecto y omnipresente de Dios. Entonces vieron que no podían ser privados del bien que Dios está siempre proporcionando a Su creación.

Buscar primero el reino de Dios y así comprobar Su cuidado es empezar a reconocer que la verdadera sustancia es el Espíritu, no la materia. Es un sentido equivocado y mortal de las cosas el que clasifica a la sustancia como materia. Este sentido falso, que es inherentemente limitado, no nos permite ver el bien, las ideas espirituales que nuestro Padre celestial está siempre proveyendo.

Una concepción materialista de las cosas cree en tiempos buenos y malos, positivos y negativos. Pero el tiempo, como unidad de medida humana, es desconocido para el Espíritu, Dios, quien constantemente vierte el bien en toda Su creación. Confiando nuestros tiempos al gobierno de Dios, podemos obtener dominio aun en tiempos aparentemente difíciles.

Lo que tenemos que hacer — y nos va a mantener ocupados — es dejar de pensar que somos meros mortales que viven en un universo material de bien y mal. Debemos entender más consecuente y persistentemente quienes somos realmente: el hombre espiritual hecho a imagen de Dios, que vive, se mueve y tiene su ser en El. Aferrándonos a este entendimiento, cualquiera que parezca ser la condición, podemos confiar que veremos manifestarse el bien, y de maneras que nunca podríamos haber anticipado.

En Escritos Misceláneos la Sra. Eddy nos dice: "Dios os da Sus ideas espirituales, y ellas, a su vez, os dan vuestra provisión diaria. Nunca pidáis para el mañana; es suficiente que el Amor divino es una ayuda siempre-presente; y si esperáis, jamás dudando, tendréis en todo momento todo lo que necesitéis. ¡Qué gloriosa herencia se nos da mediante la comprensión del Amor omnipresente!" Esc. Misc., pág. 307. Estas ideas son reales y espiritualmente tangibles. Han estado allí todo el tiempo, aun cuando nuestro pensamiento pueda haber estado demasiado cegado por el temor al materialismo para poder verlas.

Jesús una vez dijo, "¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega". Juan 4:35. Por lo tanto, nosotros no tenemos que esperar los ciclos del tiempo para comprobar el cuidado de Dios.

Dios nos ha dado dominio sobre nuestro propio pensamiento. Entonces es muy importante recordarnos con frecuencia que podemos sobreponernos al temor o la duda mediante lo que sabemos de Dios, Su provisión y Su cuidado del hombre. Esto es cierto en lo que atañe a problemas económicos o a cualquier otro desafío. En realidad, el hombre vive en la economía de Dios; no es afectado por el sentido mudable y mortal de las cosas. La verdadera economía es totalmente espiritual, bajo el gobierno de Dios, y está siempre en perfecta armonía.

La carencia y la discordia en la economía humana no pueden controlarnos a menos que las aceptemos como la ley que gobierna nuestra experiencia. Cuando nos amenazan tiempos difíciles, no necesitamos perturbarnos si nos volvemos a Dios en oración para que nos guíe. Los desafíos nos instan a abandonar las creencias falsas que nos impedirían basar la economía sobre cimientos más sólidos: la verdad de la unidad del hombre con Dios. Cuando oremos con dedicación y desinterés desde una base espiritual, discerniremos las ideas espirituales que suplirán nuestras necesidades, así como las de quienes recurren a nosotros en busca de ayuda.

Lo importante es acordarnos que, sea que lavemos vajilla con el sueldo mínimo, o seamos el presidente de una compañía, nuestro verdadero motivo debe ser expresar la naturaleza divina en todo lo que hacemos. Tal motivación desinteresada revela la realidad espiritual de la provisión que tiene Dios para todos Sus bienamados hijos.

Nuestro bienestar no depende de la suerte o el azar sino de un cambio de pensamiento de una base material a una espiritual. Entonces vemos que el bien es omnipresente; por tanto, no nos puede pasar de largo. Si usamos con sabiduría y honestidad las habilidades que Dios nos ha dado para glorificarlo, la puerta de cada oportunidad correcta se nos abrirá.

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