En La Actualidad, se da mucha importancia a hallarse en buen estado físico y se ofrecen numerosos programas y productos que ayudan a lograrlo. Una buena dosis de energía se emplea en correr, hacer ejercicios con aparatos y levantar pesas. ¿En qué medida es verdaderamente importante esta clase de entrenamiento? ¿Es un camino seguro para alcanzar la salud y para hacernos sentir que estamos realmente vivos?
Se cree que un cuerpo más fuerte puede proveer mayor vigor y firmeza para hacer frente a las exigencias diarias. Pero este enfoque descarta con demasiada ligereza el concepto que cualidades mentales tales como la alegría, el amor y la inteligencia puedan ser la fuente de donde proviene la fuerza. En vez de dedicar tanta atención a desarrollar el cuerpo, quizás deberíamos pensar más en la verdadera naturaleza de la salud. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: "Decir que hay fuerza en la materia es tanto como decir que la energía está en la palanca. La noción de que haya alguna vida o inteligencia en la materia no tiene fundamento en la realidad; y no se puede tener fe en la falsedad cuando se ha llegado a conocer la verdadera naturaleza de la falsedad". Ciencia y Salud, págs. 485–486.
Si consultamos la Biblia, podemos comprobar que la perfección de la creación de Dios, que incluye al hombre, está establecida desde el primer capítulo del Génesis. Esta creación es espiritual, debido a que Dios es Espíritu. Cristo Jesús restauró la salud a través de su percepción de que el hombre es el linaje espiritual de Dios. Por ejemplo, él sanó a la mujer que había estado encorvada y no se había podido enderezar durante dieciocho años. Véase Lucas 13:11–13.
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