Las Hileras E de percheros de vestidos y trajes nuevos eran tan tentadores. Parecía que estaban pidiendo a gritos que se los probara, que se los comprara, para que se viera estupenda en la próxima fiesta de la playa.
Y, por supuesto, sus tarjetas de crédito eran tan fáciles de usar. Simplemente entregársela en la mano al vendedor, firmar y ¡ya está! Nadie nunca le preguntaba si estaba al día con los pagos de aquellas tarjetas (¡no lo estaba en absoluto!). O si adeudaba alquileres atrasados de su departamento (¡definitivamente así era!). O si había pagado sus vacaciones del verano pasado (no lo había hecho). Entonces ella compró otro vestido que realmente no necesitaba, y se dijo a sí misma que más tarde vería cómo iba a pagarlo.
Interiormente sabía que después de unos días habría otra ropa que le gustaría.. . y otra y otra, hasta que a fin de mes otra vez llegarían las cuentas con saldos más grandes que nunca.
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