En Los Salmos leemos: “Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios” (103:2). Los beneficios que he recibido durante estos últimos cuatro años han sido maravillosos, y con el corazón rebosante de gratitud doy este testimonio.
Los pensamientos llenos de gratitud abren la consciencia al hecho de que Dios, el bien, está siempre presente; expresan el reconocimiento de la presencia del bien, la aceptación activa de la presencia y del poder de Dios. La gratitud nos capacita para demostrar la ley divina del bien. Multiplica nuestras bendiciones. La Sra. Eddy pregunta en Ciencia y Salud: “¿Estamos realmente agradecidos por el bien ya recibido? Entonces aprovecharemos las bendiciones que tenemos, y eso nos capacitará para recibir más” (pág. 3).
Soy confeccionista de ropa. Hace más de tres años, mi trabajo parecía haberse detenido, y comencé a afligirme sobremanera por mi situación financiera. Pasé varias noches sin dormir, sin saber que hacer. Constantemente me volvía a Dios y oraba por provisión. Sabía que Dios siempre es la fuente de todo lo que es real y bueno. Oraba para entender que Dios no tiene opuestos a Sí mismo, llámense materia, mente mortal o mal, que puedan impedir que el bien me llegue. La provisión que Dios tiene para dar es sustancia espiritual, que es el bien verdadero. Este bien viene al hombre en forma de ideas que incluyen honestidad, sabiduría, moralidad, pureza y amor.
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