Fui Atraida Al estudio de la Ciencia Cristiana en mi edad madura. Para ese entonces había estado fumando cigarrillos durante veinticinco años, y nunca había intentado seriamente dejar ese vicio. El fumar era como un premio, algo que yo hacía simplemente para mí.
Cuando las prohibiciones de fumar se volvieron más comunes, me volví una fumadora más "cortés", que no fumaba en casa de amigos ni en lugares públicos. Puesto que restringía mi hábito principalmente a mi hogar, la mayoría de la gente ni siquiera sabía que yo fumaba. Era un vicio al que cedía diariamente, y uno que no podía abandonar.
Cuando me volví una estudiante más sincera de la Ciencia Cristiana y empecé a concurrir a los servicios religiosos de la iglesia, percibí que la Ciencia Cristiana no perdona el fumar, y que Ciencia y Salud declara claramente que el uso del tabaco no está en armonía con la práctica de la Ciencia Cristiana. Sin embargo, justifiqué mi hábito diciendo que yo era una estudiante nueva y que no podía esperarse que cambiara mi manera de vivir tan rápidamente. Juzgué a otros miembros de la iglesia, y declaré que algunos de ellos tenían hábitos desagradables que tampoco estaban en armonía con la Ciencia Cristiana. Incluso argüí que las reglas de la iglesia eran arcaicas.
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