Cuando Los Científicos Cristianos tienen un problema — y de vez en cuando lo tienen, como todos — a menudo es sanado rápida y calladamente antes de que otros se enteren. Pero no siempre ocurre así. A veces, hay algo más que aprender. Sin embargo, una curación que lleve tiempo y se dé a conocer, a menudo puede ser una bendición para muchos.
Hace algunos años, le dije a mi jefe que renunciaba a mi trabajo en la industria para dedicarme totalmente a ser practicista de la Ciencia Cristiana, y así ayudar y sanar a los demás por medio de la oración. Nunca me voy a olvidar su respuesta: "¿Vas a hacer qué? ¡Debes de estar bromeando! ¡Tú no eres un fanático religioso!"
Le aseguré que no lo era, pero le dije que iba a hacer esto y le di la fecha de mi partida. Naturalmente, pronto todos en la oficina se enteraron y me hicieron muchas preguntas sobre la Ciencia Cristiana.
Un fin de semana, poco antes de irme de la empresa, me caí y me lastimé. Superé el dolor rápidamente, pero un pie se me hinchó bastante. Pronto fue lunes por la mañana y tenía que ir a trabajar. Lo primero que pensé fue: "Imposible. No puedo ir así. Todos saben que soy Científico Cristiano y que me voy a dedicar a la práctica sanadora. ¡Y mira cómo estoy! ¿Qué ejemplo estoy dando de que la Ciencia Cristiana sana?"
Los pensamientos que tuve, después de haber orado un poco, fueron mucho mejores: "Mira, Leever, tienes una tarea que cumplir en el trabajo. Todavía estás en la nómina de empleados, y puesto que estás en perfectas condiciones de hacer tu trabajo — aunque tengas que ir saltando con muletas y con solo una media en un pie — ve a trabajar. ¡En seguida!"
Y así lo hice. Alquilé un par de muletas e hice una entrada dramática en la oficina. En respuesta a todas las preguntas que mis compañeros me hacían cuando me veían el pie, simplemente contestaba: "Me lastimé el pie". Continué orando para comprender que en realidad no puede haber accidentes, puesto que Dios gobierna armoniosamente Su creación. Y el hombre, Su idea espiritual, no puede ser lastimado ni dañado.
Dios no conoce accidentes, ni los efectos de un accidente. El sólo conoce la perfección, y yo sólo podía conocer lo que El conoce, puesto que El es la Mente infinita, la única fuente de la inteligencia y sabiduría del hombre.
Después de tres días, debido al mayor entendimiento que iba obteniendo de la Ciencia Cristiana, pude ver finalmente que no tenía que tolerar esta situación por un sólo momento más. Tomé Ciencia y Salud escrito por la Sra. Eddy, y comencé a orar para ver qué más debía saber para lograr una curación completa. Lo abrí en la página 393, y allí estaba mi respuesta. (¿Cómo es que no lo había visto antes?) "No temáis que la materia pueda doler, hincharse e inflamarse como resultado de una ley de cualquier índole, cuando es evidente que la materia no puede tener dolor ni padecer inflamación. Vuestro cuerpo no sufriría debido a tensión o heridas más de lo que sufriría un tronco de árbol al que cortáis o el cordón eléctrico que estiráis, si no fuera por la mente mortal".
Esa noche, realmente acepté como verdaderas las realidades espirituales de esas frases. Tuve la certeza de que ni la materia ni las teorías materiales sobre accidentes podían limitarme a mí, una idea espiritual, el reflejo mismo de Dios. Tuve una gran sensación de paz. Luego, eché una mirada a mi pie, y allí mismo, frente a mis ojos, vi cómo el pie se desinflamaba. Naturalmente, sentí mucha gratitud.
Al día siguiente, todos me preguntaron: "¿Qué pasó?" Les expliqué que la noche anterior había tenido una curación por medio de la Ciencia Cristiana. Las preguntas que me hicieron tenían un tono diferente. Tuve la oportunidad de charlar sobre la Ciencia Cristiana con muchos de mis colegas que me lo pidieron, y una secretaria hasta me pidió un ejemplar del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud. "Si de eso se trata la Ciencia Cristiana", me dijo, "quiero saber más sobre ella". Huelga decir que ella recibió su ejemplar.
Poco después, un compañero de trabajo que había sido testigo de todo esto me pidió que diera una charla sobre la Ciencia Cristiana al grupo de su iglesia. Y fui. Mi experiencia ayudó a que muchos "fueran testigos" de una curación en la Ciencia Cristiana.
Lo que recientemente me hizo recordar todo esto fue la historia bíblica en la que Cristo Jesús sana al hombre de la mano seca. El le dijo: "Levántate, y ponte en medio". Lucas 6:8. Aunque había mucha gente alrededor, el hombre así lo hizo. Y cuando extendió lo que parecía haber sido una mano seca, sanó. Y esa curación fue evidente para todos los que allí estaban.
Hoy, como en la época de Jesús, podemos ser sanados por medio de la oración. Y estas curaciones de vez en cuando serán observadas por otras personas. Cuando parecemos tener algún problema muy evidente, podemos aferrarnos a la verdad espiritual de que el hombre es totalmente inmortal, creado solamente a la semejanza del Espíritu y sujeto únicamente a la ley de Dios, que incluye salud, integridad y entendimiento espiritual. Luego debemos seguir avanzando, sin temor, con un creciente entendimiento del ser siempre intacto y perfecto del hombre. Debemos ponernos de pie "en medio" de toda conmoción y desafío físicos que estemos enfrentando en nuestra vida.
Dios está siempre aquí para sanarnos, para corregir lo que sea necesario corregir, cuando nos volvemos sinceramente a lo que El nos está diciendo acerca de nuestro verdadero ser como Su creación inmaculada. Y podemos sentirnos agradecidos por las bendiciones que va a traer a los demás. Cuando se ha sido testigo de una curación en la Ciencia Cristiana es difícil que se olvide o que simplemente se descarte.
En una charla sobre la Ciencia Cristiana que una vez di a un grupo de maestros de escuela, el ministro bautista sureño, que me presentó, relató una hermosa curación en la Ciencia Cristiana de la que había sido testigo hacía años, haciendo hincapié en que nunca la había olvidado. ¡Qué presentación para una charla sobre Ciencia Cristiana! No podemos imaginar el impacto que puede tener una curación en la Ciencia Cristiana en el progreso espiritual de una persona.
