"La Biblia está viva, me habla; tiene pies, me sigue; tiene manos, me agarra". Así escribió Martín Lutero, el gran reformador que luchó para dar la Biblia al pueblo alemán.
Al traducir la Biblia para sus compatriotas alemanes, Lutero abrió las puertas del pensamiento en Europa Occidental, las que jamás pudieron volver a cerrarse. Su Biblia — la Biblia Luterana — estableció la norma para las traducciones futuras de las Escrituras del latín, hebreo y griego a idiomas que el común de la gente pudiera comprender, tales como el español, el francés, el portugués, el holandés, el sueco, el danés, el islandés y el inglés.
La audaz ruptura de Lutero con la Iglesia Católica Romana cambió la fisonomía de la cristiandad occidental para siempre. Esto, a su vez, creó un clima en el cual los hombres, mujeres y niños pudieron finalmente tener un ejemplar de la Biblia y leerla sin temor a las represalias.
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