Una Etica Profunda significa mucho para el desempeño eficaz de un practicista de la Ciencia Cristiana como sanador. Uno de los requisitos esenciales que los miembros de La Iglesia Madre deben cumplir en su práctica se encuentra en el Artículo VIII, Sección 22 del Manual de La Iglesia Madre escrito por la Sra. Eddy: "Los miembros de esta Iglesia deberán mantener en sagrada confidencia toda comunicación privada que reciban de sus pacientes; así como cualquier información que reciban como resultado de la relación entre practicista y paciente". La fiel adherencia a esta clara directiva resulta no solo en bendiciones para el practicista y el paciente, sino también para el progreso en general de la curación espiritual.
El practicista que no menciona a nadie el nombre del paciente, ni los detalles relativos a un caso, está elevando su propio pensamiento a un nivel más alto para que actúe la oración. El practicista mentalmente rechaza la novela de la mente mortal para discernir mejor la raíz del problema y la verdad espiritual que destruye el error básico. La confidencialidad sagrada es especialmente importante cuando quienes piden tratamiento son miembros de la misma familia, o gente del mismo vecindario o iglesia. Un practicista de la Ciencia Cristiana no es un mediador en asuntos familiares o locales. El o ella resiste toda tentación de expresar su opinión acerca de quien está en lo correcto y quien está equivocado y, en vez de esto, se vuelve a y confía solamente en la Mente, Dios.
La fidelidad a los requisitos de Dios trae la curación. Es la presencia de la Mente divina con nosotros — su accesibilidad como fuente de toda sabiduría y amor — lo que nos capacita para demostrar fidelidad. Esta obediencia nos hace sentir tan cerca de Dios, el Principio divino, que naturalmente nos defendemos contra cualquier tentación de traicionar una confidencia. Y este Principio divino nos proporciona reglas por las cuales vivir. Cristo Jesús puso énfasis en la Regla de Oro: "Todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos". Mateo 7:12. Podemos preguntarnos si nos gustaría que nuestras confidencias fuesen hechas públicas. Sabiendo que no, nos comprometeremos a mantener toda información proveniente de nuestra práctica "en sagrada confidencia". Mantendremos impecable la Regla de Oro.
Cuando alguien considera necesario apoyarse en un practicista, tiene que poder hacerlo con la perfecta certeza de que podrá abrir su corazón y que sus confidencias estarán seguras y protegidas de ser expuestas a terceros. Un practicista no necesita hablar de sus éxitos. Los pacientes son atraídos al cristianismo genuino, que es una luz que no se puede ocultar. En su artículo titulado "Fidelidad", la Sra. Eddy escribe: "Los concienzudos triunfan. Son seguidores fieles; sea bueno o malo lo que se diga de ellos, trabajan hasta lograr el bien; mediante la paciencia heredan la promesa. Sé activo y, por tardío que sea, tu buen éxito es seguro: el trabajo asiduo es triunfo; y — sobre poco has sido fiel".Escritos Misceláneos, pág. 340.
La práctica de la Ciencia Cristiana está divinamente autorizada. No está establecida sobre una base personal sino sobre una espiritual. Comprende el reconocimiento tanto por parte del practicista como del paciente, que la ley divina está operando en su favor. Así como el practicista, mientras da tratamiento mediante la oración, mantiene en su pensamiento la pureza e inocencia de la verdadera identidad del hombre, también debe cuidarse de no registrar ninguna de las acusaciones falsas contra el paciente que son después arrastradas a la superficie del pensamiento. ¿Acaso no registramos las ideas que revela la Mente? Hasta los necesarios registros de nombres, domicilios y fechas de tratamiento que mantiene un Científico Cristiano deben mantenerse en sagrada confidencia. La Sra. Eddy declara en Ciencia y Salud: "La armonía y la inmortalidad del hombre están intactas". Después aconseja: "Debiéramos apartar la vista de la suposición contraria de que el hombre es creado materialmente, y dirigir la mirada hacia la historia espiritual de la creación, hacia aquello que debería ser grabado en el entendimiento y en el corazón 'con punta de diamante' y pluma de ángel".Ciencia y Salud, pág. 521.
Los cónyuges de los practicistas, o cualquiera que abra la puerta cuando un paciente visita el hogar u oficina, también tienen que cumplir el mismo requisito de mantener la confidencialidad. Cuando nos encontramos en la iglesia o cualquier otra reunión, nuestro amor imparcial por todos será tan evidente que no habrá especulación sobre cuál de nuestras amistades o vecinos nos pueda haber pedido ayuda mediante la oración.
¿De qué podemos hablar? Hay mucho que podemos compartir. Podemos compartir las verdades que percibimos al ejercer la práctica. Podemos compartir las luchas y las alegrías sin nunca mencionar personas o circunstancias personales que nos dieron en confidencia. Podemos reír con los demás sobre nuestras propias flaquezas y darnos ánimo unos a otros. Podemos valorar y honrarnos unos a otros. Podemos compartir nuestra creciente convición del poder sanador de Dios. Mientras que mantengamos la fe, encontraremos este mensaje dedicado a nosotros: "Bien, siervo bueno y fiel". Mateo 25:23.
