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Una carta de Ecuador

Del número de febrero de 1995 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Agradezco infinitamente su gentileza al comunicarme que he sido aceptada como practicista de la Ciencia Cristiana, y al mismo tiempo de que seré anunciada en The Christian Science Journal y en El Heraldo de la Ciencia Cristiana.

Gracias una vez más por permitirme servir a mis hermanos y glorificar a mi Dios. Mi tiempo no tendría sentido si no lo entregara todo a esta bendita Ciencia a la que debo tanto bienestar.

Tiene usted razón; nuestra Iglesia está avanzando a lugares que antes ni siquiera se conocía que existía la Ciencia Cristiana, y éste es el caso de mi país, que lentamente, pero con pasos seguros, va creciendo de esta forma y ya en tres ciudades se conoce la Ciencia Cristiana. Estas son: Riobamba, Quito y Cuenca. En Cuenca hay interés después de una notable curación, y también por las transmisiones de radio que llegan perfectamente y que tanto bien están haciendo por la humanidad.

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