Agradezco infinitamente su gentileza al comunicarme que he sido aceptada como practicista de la Ciencia Cristiana, y al mismo tiempo de que seré anunciada en The Christian Science Journal y en El Heraldo de la Ciencia Cristiana.
Gracias una vez más por permitirme servir a mis hermanos y glorificar a mi Dios. Mi tiempo no tendría sentido si no lo entregara todo a esta bendita Ciencia a la que debo tanto bienestar.
Tiene usted razón; nuestra Iglesia está avanzando a lugares que antes ni siquiera se conocía que existía la Ciencia Cristiana, y éste es el caso de mi país, que lentamente, pero con pasos seguros, va creciendo de esta forma y ya en tres ciudades se conoce la Ciencia Cristiana. Estas son: Riobamba, Quito y Cuenca. En Cuenca hay interés después de una notable curación, y también por las transmisiones de radio que llegan perfectamente y que tanto bien están haciendo por la humanidad.
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