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Un Dia, Cuando estaba estudiando...

Del número de febrero de 1995 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Un Dia, Cuando estaba estudiando en la escuela secundaria superior, me di cuenta de que había perdido unos gráficos muy importantes. Había pasado muchas horas haciéndolos y debía presentarlos ese día. Busqué en la escuela por todas partes sin poder encontrarlos.

Cuando le conté lo que había sucedido a mi profesor, fue muy comprensivo y me dio más tiempo para presentarlos, lo cual agradecí mucho; pero parecía que tendría que volver a hacer el trabajo otra vez.

Al llegar a casa, oré a Dios. Según lo que estaba aprendiendo en la Escuela Dominical, sabía que Dios, la Mente omnisapiente, me guiaría, y que las cualidades que mis dibujos representaban eran espirituales y por consiguiente no podían perderse, como tampoco el esfuerzo honesto que había puesto en ellos. Puse toda mi confianza en Dios y sentí una maravillosa calma.

Mi amiga vino enseguida y me dijo que había sucedido algo muy extraño. Esa misma mañana yo había ido en mi bicicleta hasta su casa para caminar después juntas hasta la escuela. Me dijo que esa tarde, cuando ella regresaba a su casa, un niñito vecino salió corriendo y dejó caer un rollo de papeles a poca distancia de donde ella estaba. Mi amiga reconoció que eran mis dibujos y me los trajo. Todavía estaban en buen estado. ¡Parecía como si el niño me los hubiera estado cuidando todo el día! Me sentí muy agradecida por esta experiencia sanadora que me mostró que Dios gobierna toda Su creación.

También quiero contar una curación más reciente que sucedió el año pasado. Una noche me desperté con un fuerte calambre en una pierna. El dolor era intenso. Después de unos minutos, se me ocurrió que yo no tenía porqué aceptar esto. Me di cuenta de que este dolor no tenía más realidad que la que yo quisiera darle. Como dice Mary Baker Eddy, Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, en Ciencia y Salud: "... No hay dolor en la Verdad; y no hay verdad en el dolor..." (pág. 113). Con esta comprensión, el dolor cesó inmediatamente y volví a quedarme dormida profundamente.

Al contarle esto a mi maestra de la Escuela Dominical, le dije que cuando me desperté dolorida, no estaba segura de si esto era "real" o no, porque todavía estaba medio dormida. Tan pronto como dije eso, me di cuenta de que no tenía ninguna importancia, pues simplemente era un sueño de dolor y nada más, tal y como si hubiera estado dormida. Desde esta experiencia no he vuelto a tener calambres.

Por medio del estudio de la Ciencia Cristiana he descubierto que la depresión, la ira, la tendencia a reaccionar violentamente han sido reemplazadas con alegría, paciencia y calma. También he dejado de verme como limitada en mis capacidades y habilidades. Estoy muy agradecida por todo lo que estoy aprendiendo, y agradezco a mis padres por haberme dado a conocer la Ciencia Cristiana.


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