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Acuerdos y desacuerdos en nuestra vida diaria

Del número de enero de 1996 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En Su Artículo “Estar conscientes de la adversidad cultural”, publicado en el número del 12 de junio de 1995, del U.S. News & World Report, el redactor en jefe Mortimer B. Zuckerman hace una advertencia en contra de la naturaleza antagónica de los diálogos públicos en los Estados Unidos. Escribe: “En una cultura tan vengativa es virtualmente imposible reagrupar a la nación o vendar sus heridas” Y concluye: “En estos tiempos cargados de tensión, nuestra retórica debe ser de tono moderado, nuestras palabras más cuidadosamente sopesadas, aún cuando desenmascaremos y corrijamos los males de cada día. No podemos permitir que las disensiones y el enojo reemplacen e pluribus unum, como el tema nacional de los Estados Unidos”.U.S. News & World Report, pág. 94. E pluribus unum, es el lema de los Estados Unidos, significa “de muchos, uno” y se refiere a un gobierno que está formado por la unidad de muchos estados.

Como individuos asumimos la responsabilidad de hablar con un tono moderado midiendo con mucho cuidado lo que decimos. También puede ser muy útil controlar nuestros pensamientos para asegurarnos de que buscan la armonía en las relaciones humanas — que buscan ayudar a aquellos que están trabajando juntos para hacer que la vida sea más segura, grata y productiva, para el bien de todos. El estar mentalmente de acuerdo o en desacuerdo puede hacer una gran diferencia en el mundo cuando se trata de vivir y trabajar juntos en armonía con los demás, en nuestros hogares, la comunidad, las iglesias y en todo el mundo.

Esto me recuerda algo que mi madre dijo una vez: “La razón de que nos llevamos muy bien en la cocina con mis hijos y sus cónyuges, es que yo sé que hay más de una manera correcta de hacer las cosas”. Por otro lado, si ella hubiera insistido en hacerlo de una manera en particular como la única manera correcta, preparar la comida con mamá hubiera sido menos grato para todos nosotros. Cuando el pensamiento está abierto a aceptar diferentes puntos de vista y de hacer las cosas entre los seres humanos, algo tan fundamental para la vida diaria como la preparación de la comida puede convertirse en una confrontación, o rivalidad, donde una persona se pelea con otra, y las acusaciones vuelan de un lado a otro. Tal es el elemento de la “adversidad cultural”, en la cual encontramos que los individuos, grupos y gobiernos tratan de manipular a otros individuos, grupos y gobiernos para que estén de acuerdo con lo que ellos decidieron que es la única manera en la que todos deben pensar y actuar.

Respetar las diferencias de los seres humanos y abstenerse de imponer la voluntad humana: estos elementos del pensamiento son esenciales para el progreso humano.

Respetar las diferencias de los seres humanos y abstenerse de imponer la voluntad humana: estos elementos del pensamiento son esenciales para el progreso humano. Pero, ¿acaso son suficientes para “desenmascarar y corregir los males de cada día”? ¡No! Pero es un buen comienzo. Como individuos debemos poner nuestros propios pensamientos y acciones de acuerdo con la voluntad de Dios, el bien. Ésta no es una responsabilidad que alguna persona nos puede imponer, o relevar de hacer. Sin embargo, cuando decidimos hacerlo, definitivamente somos más eficaces para liberar nuestra vida y nuestro mundo del pecado y de la enfermedad. El acatar la voluntad de Dios nos brinda dominio sobre el mal, en vez de ponernos en conflicto con las personas.

Cristo Jesús nos ofreció esta interesante guía: “Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino”. Mateo 5:25. Y Mary Baker Eddy en sus instrucciones acerca de cómo sanar al enfermo a través de la Ciencia del Cristo, se refiere al consejo de Jesús de esta manera en Ciencia y Salud: “ ‘Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino’. No permitáis que ninguna pretensión de pecado o enfermedad se desarrolle en el pensamiento”. Ella continúa más adelante: “ ‘Ponéos de acuerdo en que estaréis en desacuerdo’ con los síntomas iniciales de enfermedad crónica o aguda, ya sea cáncer, tuberculosis o viruela”.Ciencia y Salud, pág. 390.

La base del desacuerdo con el pecado y la enfermedad es que ellos no son creados por Dios, y no están de acuerdo con la voluntad que Él tiene para el hombre. Estar de acuerdo con ellos sería estar en desacuerdo con Dios y con Su buena creación. Sería estar en desacuerdo con la verdad del ser, que Dios el Espíritu, es el Principio divino que crea y gobierna todo, y que el hombre y el universo son Su perfección y reflejo espiritual. ¡Qué importante es ampliar nuestros esfuerzos para poner de acuerdo al hombre con la Verdad y el Amor inmortal y omnipotente, y de esa forma vencer al verdadero adversario: lo falso, la creencia mortal e impotente! Podemos seguir estas enseñanzas de Ciencia y Salud: “Elevaos en la consciente fortaleza del espíritu de la Verdad para trastornar los argumentos de la mente mortal, alias materia, dispuesta a batallar contra la supremacía del Espíritu. Borrad las imágenes del pensamiento mortal y sus creencias en enfermedad y pecado. Entonces, cuando seáis entregados al juicio de la Verdad, el Cristo, el juez dirá: ‘¡Estáis sanos!’ ”Ibid., págs. 390–391.

¿Cómo se aplica esto a las circustancias comunes de la vida diaria o a las circunstancias desafortunadas de los conflictos de la sociedad? ¿Hace alguna diferencia que una persona que está de acuerdo con la Verdad y el Amor, y en desacuerdo con el pecado y la enfermedad, se esfuerce para que todos trabajen juntos en vez de oponerse el uno al otro? Sí. Porque no estamos hablando aquí de la influencia que una persona tiene sobre muchas otras; estamos hablando de la influencia divina.

Una persona puede permitir que la luz de la Verdad inunde su consciencia, pero esa luz es infinita, por lo tanto, reflejará a uno y a todos. Si a usted no le gusta la manera en que una persona está haciendo algo, pero en lugar de atacar a esa persona usted disciplina su propio pensamiento y lo mantiene de acuerdo con el amor incondicional de Dios, entonces todos sentirán el Amor divino. Ese amor templa y corrige tanto su pensamiento, palabras y acciones, como los de los demás. Así es como usted y yo podemos contribuir a establecer relaciones, familias, iglesias y sociedades donde muchos están trabajando juntos para el bien de todos.

En el reino de Dios — es decir, bajo el gobierno supremo de Dios — todos estamos de acuerdo con Él; todos reflejamos Su naturaleza buena y amorosa. Esta es la verdad del ser. Todos nuestros esfuerzos deben tener el propósito de probar esto, de probar que el mal no tiene ningún poder y no forma parte del hombre de Dios. Cuando individualmente tomamos esto como nuestra primera responsabilidad con Dios, con nosotros mismos y con los demás, observamos que somos más pacientes con las diferencias humanas. Generosamente hacemos uso del derecho divino de ejercer nuestro dominio espiritual mientras vivimos y trabajamos con los demás sin que necesitemos sentir que tenemos que forzarlos a pensar y actuar como nosotros. De esta manera, se percibe que la voluntad del Amor divino es una fuerza correctiva y unificadora entre nosotros. También descubriremos que hay muchos individuos y diversas formas de obedecer a la voluntad de Dios, ¡también en la cocina!

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