Alada de luz, tú llegas, Cristo, Verdad,
transformando el caos en paz celestial;
y con tu presencia sombras eliminas,
de gloria y belleza la tierra iluminas.
Tu rayo bendito se posa en aquél
a quien el Espíritu dio gracia y poder
de dar luz al ciego, pan a los hambrientos,
detener las olas, sosegar los vientos...
Dar consuelo al triste, vida al moribundo
y, en su amor, limpiar de pecado el mundo.
Ángeles susurran en la inmensidad:
"Dios está con los hombres,
revelado por Su Cristo.
¡A Él sean la honra, gloria y majestad!"
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