Alada de luz, tú llegas, Cristo, Verdad, transformando el caos en paz celestial; y con tu presencia sombras eliminas, de gloria y belleza la tierra iluminas. Tu rayo bendito se posa en aquél a quien el Espíritu dio gracia y poder de dar luz al ciego, pan a los hambrientos, detener las olas, sosegar los vientos.
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