El Último Día de clase del segundo año de secundaria, cuatro amigos y yo hicimos el pacto que ninguno de nosotros tomaría alcohol en los años que nos faltaban de la escuela secundaria. Durante todo el verano mantuve mi promesa en mi corazón y la utilicé para aquietar mis temores acerca de la presión de mis compañeros en esos años de adolescente. Sin embargo, el primer fin de semana cuando comenzaron las clases los cinco fuimos a una fiesta. Rápidos como un rayo mis amigos se "aferraron a las botellas". Me sentí traicionada y sola; de repente nuestro compromiso no significaba nada. Yo era la única persona sobria en la fiesta y sentía que estaba completamente apartada. No sabía qué hacer o a qué recurrir.
Los días que siguieron seguí sintiéndome miserable y sola. Recurrí a la Lección Bíblica del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana de esa semana en busca de consuelo. La primera cita Bíblica que leí era de Salmos y decía: "En el día que temo, yo en ti confío". ¡No lo podía creer! El mensaje de esas nueve palabras barrieron todo el temor que había sentido en los últimos tres meses. Continué leyendo: " Serán luego vueltos atrás mis enemigos, el día en que yo clamare; esto sé, que Dios está por mí.. . En Dios he confiado; no temeré; ¿qué puede hacerme el hombre?" Salmo 56:3, 9, 11.
Me sentí cada vez más consolada y segura con cada palabra de esta Lección. Comencé a comprender que nunca podía estar sola, porque Dios está siempre conmigo. Él está siempre presente y, puesto que soy Su imagen y semejanza, no podía estar separada de Él. Me di cuenta de que no necesitaba temer ni a mis compañeros, ni al alcohol, ni al colegio porque Dios, el bien, es el único poder. Siempre estoy bajo Su cuidado y Siempre lo estaré.
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