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Mary Baker Eddy: toda una vida de curación

Esta serie de artículos trata sobre las curaciones que realizó Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana. Estas curaciones empezaron en su niñez y continuaron a través de toda su vida; algunas de ellas se publican aquí por primera vez.

La Ciencia Moral (1868—1870)

Del número de enero de 1996 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En 1868, Mary Baker Eddy, en ese entonces Sra. Glover, se alojaba en casa de la familia Webster en Amesbury, Massachusetts, y dedicaba todo su tiempo a estudiar la Biblia. Dos años antes había descubierto la Ciencia divina de la curación cristiana como resultado de su propia recuperación de un accidente casi fatal. Ahora estaba procurando entender cabalmente el Principio y las reglas de la Ciencia que la había sanado.

Un telegrama dirigido a la "Sra. Mary B. Glover" llegó a lo de los Webster el 30 de mayo, un sábado. Venía de Manchester, New Hampshire. "La Sra. Gale está muy enferma, tenga a bien venir el lunes por la mañana si le es posible. Conteste sí o no". La Sra. Glover fue a ver a Mary Gale inmediatamente. Cuando llegó, los médicos le informaron que la Sra. Gale no podía vivir. Se estaba muriendo de pulmonía. La Sra. Glover la sanó en seguida. Muy poco después de esta curación, uno de los médicos le dijo a la Sra. Glover que la Sra. Gale se había hecho adicta a la morfina, que le había sido recetada para aliviar la tuberculosis, de la que había sanado al mismo tiempo que de la pulmonía. La Sra. Glover entonces sintió la necesidad de orar día y noche por esta adicción. En tres días la Sra. Gale estuvo curada. Archivo Histórico: Henry Robinson, Departamento de Historia de La Iglesia Madre; véase también Mary Baker Eddy, Escritos Misceláneos, pág. 242. La Sra. Eddy se refiere a esta curación en su libro The First Church of Christ Scientist, and Miscellany en la página 105. Años después, cuando una estudiante le preguntó qué la había impulsado a escribir Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, la Sra. Eddy le relató esta curación. La estudiante, Clara Shannon, cuenta en sus reminiscencias:

... cuando [la Sra. Glover] entró en la habitación la paciente estaba acostada sobre muchas almohadas y no podía hablar. Nuestra Guía se dio cuenta de que lo que necesitaba era un despertar,... le dijo que se podía levantar y que ella la ayudaría a vestirse. Instantáneamente (la mujer) sanó y estuvo bien...

Uno de los facultativos, un médico de edad y experiencia fue testigo de esto, y le preguntó: "¿Cómo lo hizo, qué hizo?" [La Sra. Glover] respondió: " No puedo decírselo, fue la obra de Dios", y él dijo: "¿Por qué no lo escribe en un libro, lo publica y se lo da al mundo?" Cuando ella regresó a su casa abrió la Biblia, y sus ojos se detuvieron en las palabras: "Así habló Jehová Dios de Israel, diciendo: Escríbete en un libro todas las palabras que te he hablado" (Jeremías 30:2). Recuerdos dos de Clara Shannon, Historia de la Iglesia.

Al volver a Amesbury, Mary se encontró con que el hijo de la Sra. Webster iba a traer a su familia para pasar las vacaciones de verano en la casa. Todos los pensionistas se vieron forzados a irse. El siguiente hogar de Mary fue con Sarah Bagley, quien le presentó al poeta John Greenleaf Whittier. Ella lo sanó de tuberculosis cuando lo conoció. Véase Mary Baker Eddy, Pulpit and Press, pág. 54; Robert Peel, Mary Baker Eddy: The Years of Discovery (Boston: The Christian Science Publishing Society, publicado originalmente por Holt, Rinehart y Winston, 1966), págs. 223–224.

Al cabo de dos meses, Mary se mudó nuevamente. Esta vez encontró un hogar al sur de Boston con la familia Wentworth en Stoughton. Mary había conocido a los Wentworth anteriormente, cuando ella vivía con su primer alumno, Hiram Crafts, y su esposa.

Había sanado al Sr. Wentworth de ciática, y a su hija, Celia, de tuberculosis. Estas curaciones impulsaron a la Sra. Wentworth a pedirle a la Sra. Glover que le enseñara a sanar. Tiempo después la Sra. Eddy escribió sobre su experiencia en casa de los Wentworth:

Cuando me llamaron para que enseñara a la Sra. Sally Wentworth en Stoughton lo hice con gran sacrificio. La familia era muy pobre. El Sr. Wentworth era zapatero de oficio pero había estado enfermo por mucho tiempo y no había podido trabajar. Lo sané de la así llamada "enfermedad de las caderas", considerada incurable, en un solo tratamiento.

Apenas si tenían dinero para comer y vivían en una casa negra por falta de pintura con una piedra grande directamente frente a la puerta. Pagué para que la pintaran y pusieran césped en frente de la casa. Sané gratis al señor y a la señora Wentworth y a sus dos hijas, le enseñé a la Sra. Wentworth, permanecí con su familia, la dirigí y ayudé a iniciarse en la práctica. Cuando me fui me dijo que ganaba un promedio de 50 dólares por semana sanando mediante la oración. Documento de la Historia de la Iglesia: A11065.

Mary sanó a la Sra. Wentworth de una enfermedad crónica en la garganta, y a su hija menor, Lucy, de sordera. Además del problema de las caderas, ella sanó a Alanson Wentworth de fumar y mascar tabaco. También durante su estadía en Stoughton, la Sra. Glover sanó a John Scott de enteritis y estreñimiento agudo en una hora. Esta curación se encuentra en las páginas 69 y 70 de Escritos Misceláneos. De especial interés por lo que agrega al relato de Escritos Misceláneos, es el artículo que apareció en el Boston Traveler en 1900:

... Por más notable que fue la curación física de este hombre, aún más notable fue la transformación que se operó en su pensamiento y en su vida. Su esposa le dijo a la Sra. [Glover] al cabo de unos días que jamás lo había visto antes [abrazar] a sus hijos como lo hacían otros padres, pero la noche de su recuperación los llamó y tomándolos en sus brazos les dijo que los quería; y con lágrimas en los ojos le dijo a su esposa: "Voy a ser un hombre mejor". No es de extrañar que la feliz esposa le haya dicho a la Sra. [Glover]: "!Ah! no sé cómo agradecerle que le haya devuelto la salud a mi marido, pero más que nada, le estoy agradecida por lo que ha hecho por él moral y espiritualmente". Suplemento del Boston Traveler, época de comunión, 1900; Irving C. Tomlinson, Twelve Years with Mary Baker Eddy (Boston: The Christian Science Publishing Society, 1966), págs. 48–49.

Fue este aspecto de regeneración moral lo que diferenciaba la "ciencia" de la Sra. Glover de cualquier otro método curativo. Ella lo consideraba la parte más importante, tanto es así que es muy probable que ésa fuera la causa por la que originalmente llamó a su descubrimiento Ciencia Moral. Este nombre apareció por primera vez en el título del manuscrito que usaba para enseñar: "La Ciencia del Hombre por la que los enfermos son sanados, o Preguntas y Respuestas sobre la Ciencia Moral". Terminó este trabajo mientras vivía con los Wentworth.

En ese manuscrito la Sra. Glover había escrito: "Los enfermos sólo tienen que despertar de este sueño de vida en la materia, de dolor y enfermedad en la materia, sí, de sensación en la materia que se denomina sentido personal, para comprender que están bien: pero para romper esta ilusión se requiere mucho crecimiento de nuestra parte, mucho progreso de los sentidos al Alma". Documento de la Historia de la Iglesia: A11351. Continuó esta declaración un poco más adelante escribiendo:

Preg. ¿Cuál es el método correcto y el que empleó Jesús para sanar al enfermo?

Resp. Echar fuera el error con la verdad, ésto sana al enfermo y es Ciencia y ningún otro proceso lo es.

Preg. ¿Cómo puedo tener éxito haciendo esto para que mi demostración de curación sea maravillosa e inmediata?

Resp. Siendo como Jesús, preguntándose a uno mismo ¿soy honesto, justo, misericordioso, puro?

Después de pasar un año y medio con los Wentworth, Mary volvió a Amesbury para enseñar a Sarah Bagley. Estando con ella se encontró con Richard Kennedy, su segundo alumno a quien le había enseñado dos años antes. El señor Kennedy tenía veintiún años y estaba muy ansioso por empezar a dedicar todo su tiempo a la práctica de la curación. Convenció a la Sra. Glover para que hiciera con él un acuerdo en el que ella sería la maestra y él el practicista. Él trataría a los pacientes y ella guiaría su práctica. Mary le dijo: "Richard, la Ciencia de la Mente requiere una vida muy espiritual y el mundo ofrece muchas tentaciones atractivas. Tú tienes poca experiencia. Si me sigues debes entablar un duelo con el mundo. ¿Tienes el suficiente ánimo espiritual para participar en mi trabajo y estás preparado para él?" Sibyl Wilbur, The Life of Mary Baker Eddy (Boston: The Christian Science Publishing Society, 1976), págs. 186—187. Con más entusiasmo que sabiduría, él le aseguró que sí.

La Sra. Glover vio la necesidad de establecer la práctica de su alumno en una ciudad más grande, ella y el Sr. Kennedy se mudaron a Lynn en mayo de 1870. Tenía la esperanza de que la práctica de Richard le traería alumnos. Como puede verse en la carta que le envió a Sarah Bagley en julio, el arreglo no la decepcionó:

Todos me llaman pidiéndome que les enseñe. ¿Por qué? Porque si no estuviera mejor calificada que los demás, no sería adecuada para enseñarles acerca de Dios, y tampoco podría hacerlo. Richard está literalmente inundado de pacientes, tan pronto como se supo que yo había traído a un alumno aquí la gente empezó a llegar en tropel. Hemos recibido algunos lindos regalos de los enfermos que se han sanado... El día 4 nos enviaron unas cerezas riquísimas. Disfrutamos nuestros ratos libres más de lo que puede decirse con palabras. Documentode la Historia de la Iglesia: L03919.

La guía que Mary brindaba a la práctica de su alumno era más activa que pasiva. Richard Kennedy no tenía la confianza para tratar a sus pacientes sin recurrir a la manipulación física, frotando la cabeza o el estómago. Si bien ella jamás usó este método, le permitió continuar con la esperanza de que lo superaría. Nunca lo hizo. Una niña que la conoció durante este período escribió: "La Sra. [Glover] solía dar el tratamiento y el Dr. Kennedy daba frotaciones". Archivo Histórico: Alfred Farlow, declaración de Elizabeth Moulton, Historia de la Iglesia. Y la Sra. Eddy escribió en una carta en 1888:

Cuando mi segundo estudiante entró en la práctica yo hacía las curaciones por él sentada en una fría y oscura habitación adyacente mientras él estaba en la oficina del frente como si fuera el médico. Lo hice porque mi primer estudiante abandonó su práctica en el primer año, tan grande era la persecución, y para hacer iniciar a alguien yo tenía que hacer el trabajo al principio, y no ser vista haciéndolo.

Estaba contenta con esta labor "a escondidas", la prefería a estar en el frente... Documento de la Historia de la Iglesia: L11061.

En 1909, la Sra. Eddy le contó a Irving Tomlinson más sobre cómo fue su vida durante este período:

...En una época en Lynn tenía algo así como cien casos, pero un estudiante era percibido como el practicista. Rehusaba aceptar pacientes porque estaba llevando adelante la Causa y mi tiempo estaba ocupado en muchos otros asuntos.

Recuerdo un caso que trajeron a la "oficina"; una persona casi postrada y que había sido desahuciada. Por casualidad me encontraba en el cuarto adyacente cuando el único asiento era una tina dada vuelta. Me senté en ella, traté a la paciente en silencio, y se fue completamente sana. Apuntes de Tomlinson, Historia de la Iglesia.

Los "muchos otros asuntos" de que se ocupaba la Sra. Glover en esa época tenían que ver con su enseñanza, sus escritos y consejos. En agosto de 1870 enseñó su primera clase a seis alumnos. Tres meses más tarde, enseñó otra clase de tamaño similar. Samuel Putnam Bancroft integraba esa clase, y escribió extensamente sobre sus experiencias con su maestra durante este período. Verdadera calidez y agradecimiento fluyen a través de sus palabras a medida que describe lo que se siente al recibir instrucción de la Sra. Glover, y sobre su gran preocupación por el bienestar y progreso de sus alumnos. En cierta oportunidad ella salvó la vida de su pequeña hija, que estaba gravemente enferma. Documento de la Historia de la Iglesia: A11071. El Sr. Bancroft escribe:

No obstante, la Sra. [Glover] no pretendía ser una profesora de religión, sino de un método de sanar al enfermo sin usar medicinas. Eso fue lo que nos indujo a estudiar con ella. El objetivo de algunos era recuperar la salud; el de otros, comercializar el conocimiento adquirido. Lo consideraban como un negocio serio. Ella no sacaba partido de sus puntos de vista religiosos, si bien no los ocultaba. Más adelante aprendimos que nuestro éxito o fracaso en la curación dependía de la pureza de nuestra vida, al igual que de las enseñanzas que ella nos impartía. Bancroft, Mrs. Eddy As l Knew Her in 1870 (Press of Geo. H. Ellis Co., 1923), pág. viii

Su continuo estudio de la Biblia proporcionaba una base firme. Para facilitar su enseñanza, Mary también escribió manuscritos para sus clases. "Las preguntas del alma al hombre", " El espiritismo" y "El sentido personal" eran algunos de los títulos. Los usaba junto con el texto de sus clases: "La Ciencia del Hombre". Ocasionalmente alguien hacía una pregunta en clase que la maestra consideraba lo suficientemente importante como para contestarla por escrito. El Sr. Bancroft hizo una de estas preguntas al querer saber cómo se debía considerar desde el punto de vista metafísico el proceso de la enseñanza. Como parte de la respuesta, la Sra. Glover escribió:

Cuando enseño ciencia no es una mujer que se dirige a un hombre, es el principio y el alma que revelan su idea... Mis alumnos pueden aprender de mí lo que no podrían aprender de las mismas palabras si fueran pronunciadas por otra persona con menos sabiduría que mi "grano de mostaza", de ahí que, no son las palabras, sino la cantidad de alma que aparece para destruir el error". Documento de la Historia de la Iglesia: F00362.

Para Mary, la habilidad para sanar provenía de algo muy por encima de una comprensión intelectual de los conceptos metafísicos. Era cuestión de si el sentido espiritual o el material gobernaba al practicista. Sin el aspecto espiritual, la práctica de la curación se transformaba en el ejercicio mesmérico de una mente humana controlando a otra. Ésta es la razón por la que ella continuaba insistiendo en que sus alumnos precisaban tener más bondad y pureza en su pensamiento y vida. Según lo escribió en una revisión posterior de "La Ciencia del hombre": "Un estudiante de la Ciencia Moral, es decir, la Ciencia del hombre, debe ser un cristiano puro y sin mácula, para progresar más rápidamente en la curación"... Bancroft, pág. 119. Mary Gatchell, que vivía en ese tiempo en la misma casa que la Sra. Glover, la describió como " la mujer de pensamiento más puro que he conocido". Recuerdos de Emma Shipman, Historia de la Iglesia. Por esto Mary pudo sanar instantáneamente a un hombre extremadamente deforme que estaba sentado en una vereda en Lynn simplemente diciéndole que Dios lo amaba. La Sra. Eddy relató esta curación a un integrante del personal de su casa en 1907:

...Yo iba caminando por la calle... y vi a este lisiado, con una rodilla que le llegaba al mentón;... El otro miembro estaba torcido hacia el otro lado, hasta su espalda. Me acerqué a él y leí un pedazo de papel prendido a su hombro: "Ayude a este pobre lisiado". Yo no tenía dinero para darle por eso le susurré al oído: "Dios te ama". El se levantó perfectamente derecho y bien. Corrió hacia la casa de [Lucy Allen] y preguntó quién es esa mujer, señalándome. La señora le dijo: "Es la Sra. Glover". [El respondió]: " No, no, es un ángel". Recuerdos de Lida Fitzpatrick, Historia de la Iglesia.

En Ciencia y Salud, la Sra. Eddy escribe que uno "Tiene que probar en su manera de vivir, así como sanando y enseñando, que el camino de Cristo es el único por el cual los mortales se salvan radicalmente del pecado y la enfermedad".Ciencia y Salud, pág. 458. Antes de escribir las palabras, ella las vivió.

Hijo mío, no te olvides de mi ley,
y tu corazón guarde mis mandamientos;
porque largura de días y años de vida
y paz te aumentarán.
Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad;
átalas a tu cuello,
escríbelas en la tabla de tu corazón;
y hallarás gracia y buena opinión
ante los ojos de Dios y de los hombres.
Fíate de Jehová de todo tu corazón,
y no te apoyes en tu propia prudencia,
reconócelo en todos tus caminos,
y él enderezará tus veredas.
No seas sabio en tu propia opinión;
teme a Jehová, y apártate del mal;
porque será medicina a tu cuerpo,
y refrigerio para tus huesos.

Proverbios 3: 1–8

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