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"No les tengo ningún rencor..."

Del número de enero de 1996 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


De una entrevista que la colaboradora tuvo con el senador de lrlanda,

Se dice que "el perdón es el perfume que una flor envía al tacón que la pisoteó". Pareciera que de alguna manera todos tenemos que aprender a perdonar a nuestro prójimo incondicionalmente. El verdadero perdón es una clase de levadura espiritual que actúa en el corazón de la gente, que ayuda a traer paz y armonía al mundo. Lo que sigue es una entrevista con un hombre que inspiró a millones con su sentido cabal del perdón al enfrentar la adversidad.

Hace ocho años, los terroristas colocaron una bomba en Irlanda del Norte, en la ciudad limítrofe de Enniskillen. La bomba explotó cuando gente inocente estaba reunida para recordar a las víctimas de la guerra y presentar sus respetos. Fue un acto insensato en el que murieron once personas; una de ellas fue una joven de veinte años que estudiaba para ser enfermera, Marie Wilson. Esa misma noche los medios de comunicación entrevistaron a su padre, quien estaba con ella cuando explotó la bomba. Sus palabras, dirigidas a un periodista esa misma noche, apartaron a la prensa internacional de los pensamientos de maldad al expresar un punto de vista muy diferente que conmovió a millones de radioescuchas: "No les tengo ningún rencor... Dios es bueno. Y nos veremos nuevamente".

La fe que Gordon Wilson tiene en Dios, y la obediencia según su comprensión a los mandamientos de Jesús que están en los Evangelios, le dieron y continúan dándole una base desde la cual percibir a los responsables de la explosión.

Hazel Joynes: En su libro, Marie: a story from Enniskillen (Marie: una historia de Enniskillen) [escrita con Alf McCreary], usted dice: "El bien que se produjo en Enniskillen fue hasta cierto punto que nada malo salió de ella. No se permitió que reinara el odio".

Gordon Wilson: Yo creo en lo que enseña el Padre Nuestro: Perdona nuestros pecados como nosotros perdonamos a quienes pecan contra nosotros. No usé la palabra perdón en mi declaración esa noche, pero fue justamente eso, el perdón del hombre por el hombre.

No dije esas palabras porque me parecían adecuadas o porque eran lo que yo creía que mis amigos esperaban que dijera. Las dije porque vinieron del corazón y fueron sinceras, porque no sentía ningún enojo. Las últimas palabras que me dijo Marie fueron palabras de amor. Era su momento de verdad, cuando estaba cercana a la muerte. Continuó asegurándome, quizás para consolarme, que ella estaba bien. Sus palabras no eran palabras de egoísmo, ni de reproche, ni sobre sí misma, sino más bien del amor que sentía por mí. Esas palabras procedían de su corazón, y cuanto más pienso en ellas, tanto más sé cuan gloriosas eran.

Mi momento de verdad vino diez horas más tarde cuando un corresponsal de la radio me preguntó: "Cuénteme lo que pasó esta mañana". Le conté cuales fueron las últimas palabras de Marie. Entonces me dijo: "¿Qué piensa usted de los sujetos que colocaron la bomba?" Yo respondí: "No les tengo ningún rencor; no les guardo inquina. Oraré por esos hombres, esta noche y todas las noches, para que Dios los perdone". Y lo hice, y lo hago. No dije esas palabras con mi fortaleza; no dudo de que mi fortaleza vino de dos cosas. Primero, me ayudaron las últimas palabras que me dijo Marie. Segundo, sin darme cuenta, el infinito amor que Dios siente por mí me estaba elevando y sosteniendo; y amo la palabra infinito. Recuerdo que al terminar la entrevista, pensé: "¿Qué dije?" Debido a la reacción en la cara del periodista, pude ver que estaba pensando que ahí había algo diferente, y ahora comprendo que así fue.

Joynes: Usted dijo que no se había dado cuenta del poder que tiene la oración.

Wilson: Mi esposa Joan y yo percibimos que mucha gente estaba orando esa noche. Millones de personas estaban orando por nosotros y por todas las otras familias que habían perdido a sus seres queridos en Enniskillen.

Después de esa entrevista, me consideraron como "la voz de Enniskillen" y como una voz en pro de la paz y la esperanza en Irlanda del Norte. Yo era el hombre con el que los medios de comunicación querían hablar. Eso fue, y sigue siendo, una enorme presión.

[Después de ese reportaje, la vida de Gordon Wilson cambió notablemente. Se le pidió que hablara en reuniones y realmente se lo consideró como el representante de los que buscan esperanza y paz. En 1993 fue invitado por el Primer Ministro de Irlanda para ser un miembro independiente del Senado en Dublín. El año pasado, también pidió una entrevista cara a cara con un grupo de terroristas. En la reunión dice él que les pidió que trataran de usar medios no violentos para lograr sus objetivos, y compartió algunas ideas acerca del amor de Dios.]

Joynes: Su experiencia ha demostrado que las virtudes cristianas nos dan la fortaleza para enfrentar al enemigo con valentía. Yo sé que usted se sintió desalentado porque no hubo una respuesta inmediata a su reunión con los terroristas. Sin embargo, su ejemplo ha ayudado a dejar atrás el pasado y tener la visión de seguir adelante.

Wilson: Me parece que para Irlanda del Norte, el camino a seguir es encontrar la manera de trabajar juntos, de escucharse los unos a los otros y de compartir mutuamente su religión. Esto no quiere decir que todos nos volvamos protestantes o católicos — cada quien tiene su individualidad —, pero podemos al menos tomar lo que tenemos en común y edificar sobre eso.

Cuando hablo en público, relato la historia de Marie Wilson. Digo que es una historia de amor, y cuando voy llegando al final, comparto dos cosas. La primera es: no puedo creer que la mente del hombre en esta pequeña porción de la tierra de Dios, con un poquito del amor de Dios, no pueda hallar una solución a las inquietudes de Irlanda del Norte. Segunda, digo que aunque había dicho que no iba a predicar, voy a leer dos o tres versículos de las Escrituras, donde se le pidió a nuestro Señor que dijera cuál era el mandamiento más grande. Jesús dijo: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón... Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Mateo 22:37–39. Y continúo para decir que Dios no está diciendo: "¿Te gustaría pensar acerca de esto? ¿Te gustaría ir a tu casa y hablar con tu esposa acerca de esto?" Estos son los mandamientos de Dios, y si los acepto, entonces estoy forzado a preguntarme: "¿Quién es mi prójimo?" Y la respuesta que obtengo es que mi prójimo no es sólo la vecina de al lado, no sólo mi vecino protestante, no sólo mi vecino católico; tiene que incluir a mi vecino terrorista. Porque digo que Cristo Jesús murió por él también. Termino allí. Creo totalmente en eso.

Joynes: Gordon, su concepto de perdonar y su lealtad en vivir lo que honestamente cree, ha llegado al corazón de la gente, y se ha puesto en marcha un proceso sanador para beneficio de todos. Muchas gracias por compartir su experiencia con nuestros lectores.

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