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Mary Baker Eddy: toda una vida de curación

Esta serie de artículos trata sobre las curaciones realizadas por Mary Baker Eddy. Las mismas empiezan en su niñez y continúan a través de toda su vida. Algunas nunca fueron publicadas antes.

Defensora de la Causa (1885–1887)

Del número de junio de 1996 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La atmósfera mental del Templo Tremont en Boston, el 16 de marzo de 1885, probablemente hubiera intimidado a la mayoría de los oradores que trataran de explicar lo que debe de haber parecido una manera muy diferente de ser un cristiano. El pensamiento de los casi tres mil asistentes oscilaba entre los benignamente curiosos, pasando por los demasiado escépticos, a los abiertamente hostiles. Pero Mary Baker Eddy se plantó ante todos ellos para defender a su bebé: la Causa de la Ciencia Cristiana. En una Conferencia anterior de los lunes al mediodía, el entonces muy prominente Reverendo Joseph Cook había criticado duramente esta relativamente recién llegada manera de pensar a la escena religiosa de Boston. La nueva fe no sólo prometía curaciones como las que hacía Jesús, sino que hablaba en una nueva lengua que contradecía las numerosas doctrinas que se habían mantenido tradicionalmente y que, por consiguiente, estaban muy arraigadas; pero lo que era aún peor era que ¡una mujer estaba al frente de ella!

Sólo se le habían concedido diez minutos a la Sra. Eddy para responder a la crítica del Reverendo Cook. Empezó diciendo:

Como el tiempo que tan gentilmente se me ha asignado es insuficiente aun para dar una sinopsis de la Ciencia Cristiana, me limitaré a preguntas y respuestas.Escritos Misceláneos, pág. 95.

Formuló y contestó las siguientes preguntas: “¿Soy espiritista? No lo soy y nunca lo fui. ¿Creo en un Dios personal? Creo que Dios es el Ser Supremo. ... ¿Creo en la expiación de Cristo? Sí, creo en ella... ¿Cómo se efectúa la curación en la Ciencia Cristiana? La respuesta a esta pregunta incluye demasiado para daros ...una breve explicación. Puedo mencionar algunos de los medios por los cuales no se efectúa la curación... ¿Existe un hombre personal? Las Escrituras nos informan que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios...”Ibid., págs. 95–98.

Ese día los estudiantes de la Sra. Eddy repartieron 800 ejemplares de su folleto “Defense of Christian Science” [La Defensa de la Ciencia Cristiana]. Al mes siguiente, ella escribió a sus alumnos de Chicago solicitándoles que refutaran públicamente las mentiras publicadas en la prensa acerca de ella y de la Ciencia Cristiana. En el acta de una reunión de sus estudiantes en Boston, el 6 de mayo, se registra que “La Sra. E. Hopkins dio el informe del Comité de Publicación, que fue muy satisfactorio. Se habían publicado respuestas en varios diarios. Ella había podido hacer publicar un artículo en el diario Boston Herald y la Sra. Hale había hecho lo mismo”. El acta de la reunión continúa:

La Presidenta [la Sra. Eddy] declaró que se sentía orgullosa de la capacidad literaria de sus alumnos. Los artículos para la prensa tienen que planearse sensatamente. Hay que realizar un enorme trabajo entre los clérigos. Hay que hablarles con afecto. De este modo pídanle que retiren sus declaraciones falsas. Actas de la Asociación de Científicos Cristianos: 6 de mayo de 1885, Departamento de Historia de La Iglesia Madre.

Es interesante notar que finalizó sus observaciones a sus alumnos diciendo: “Ahora bien, si quieren ser sanadores, sean honestos”.

La curación siempre formaba parte de cada actividad que realizaba la Sra. Eddy. En una reunión de sus alumnos el mes de febrero anterior, les había dicho:

...el gran secreto de todo el éxito que tengan, está en su cristianismo. Exactamente en la proporción en que el sentido mortal se acalla, exactamente en esa proporción se llevará a cabo la curación.

Algunos dicen “estamos haciendo todo lo que podemos”. Dejen de decirlo. Hagan más. Dios está haciendo que las pruebas más severas sean una ocasión para el bien. Tales momentos son los más gloriosos de toda experiencia, porque la mano de Dios se ha extendido sobre ellos.

Tenemos a Dios de nuestro lado para responder a todos los interrogantes, y nunca he encontrado un instante en que Él no me liberara.Ibid., 4 de febrero de 1885.

La habilidad de la Sra. Eddy para acallar el sentido mortal se evidenció claramente cuando fue de compras a una tienda de alfombras en Boston con una estudiante:

Un empleado gentil y amable las atendió. Ellas no pudieron dejar de notar que la cara del hombre estaba parcialmente vendada. Después de sólo unos momentos, la Sra. Eddy pareció perder todo interés en el propósito de su diligencia... “Ven, Julia, vamos a dejar de buscar por hoy. Podemos volver”. A los dos o tres días, la Srta. Bartlett volvió sola a la tienda. El mismo empleado se le acercó para atenderla. Ya no tenía la venda en la cara. Con mucha formalidad el hombre le preguntó quién era la señora que había venido con ella la vez anterior. Entonces, con voz llena de admiración y reverencia, dijo, mirando intensamente a la Srta. Bartlett: “No puedo explicarlo, pero esa señora tuvo algo que ver con algo maravilloso que me ha ocurrido”. Entonces le contó que poco después que ella y su acompañante se habían ido de la tienda en su visita anterior, su cara, que había estado desfigurada, empezó a sanar rápidamente; y al mirarla, ella vio que no tenía ninguna imperfección. Había tenido cáncer. Recuerdos de William B. Turner, Historia de la Iglesia.

A fines de 1884, un profesor de la Universidad de Boston, con bastante sarcasmo, había ofrecido en público mil dólares si la Sra. Eddy o uno de sus alumnos podía colocar en su lugar una cadera o un tobillo dislocados sin manipulación física, y dos mil dólares si le daban la vista a un ciego de nacimiento. Se mencionó este desafío en la siguiente reunión mensual de la asociación de sus alumnos. Varias personas hablaron de las curaciones que habían tenido sus pacientes recientes: pulmonía, esguince de muñeca, difteria y adicción al opio. Complacida con estos informes, la Sra. Eddy les dijo: “Cuánto más grande fue el afecto de Jesús, mayores fueron sus demostraciones. Los afectos nos enseñan el camino a la libertad. Navegamos hacia el gran y glorioso mar de posibilidades mediante la tormenta y no mediante la calma”. Actas de la Asociación de Científicos Cristianos: 7 de enero de 1885, Historia de la Iglesia.

Un mes después, en febrero de 1885, la Sra. Eddy le respondió al profesor en las páginas de su Journal of Christian Science. Con su amabilidad característica contestó: “Ruego a este caballero acepte mi gratitud por su generosidad pues si yo aceptara su apuesta con respecto al cristianismo, él perdería su dinero. ¿Por qué? Porque hace quince años realicé tareas aún más difíciles. Por el momento me hallo ocupada en otra actividad de la obra cristiana, en la cual ‘no se les darán señales’, pues ellos serán instruidos en el Principio de la Ciencia Cristiana, el cual ofrece su propia prueba de lo que es”. Revisado y reimpreso en Esc. Mis., pág. 242.

De 1885 a 1887, la Sra. Eddy enseñó un total de diecisiete clases: ocho Primarias, siete Normales, y dos de Obstetricia. Además de enseñar, durante todo 1885 estuvo trabajando en una extensa revisión de su libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, que explica la ciencia de la curación cristiana. A fines de junio contrató a un ministro unitario, el Reverendo James Henry Wiggin, como asistente editorial para que la ayudara. En esa época la única forma que tenían los estudiantes de localizar ideas con facilidad o temas en Ciencia y Salud, era confiar en su memoria o en notas personales. Usaban este libro y la Biblia como sus libros de texto. Las concordancias de la Biblia y los libros de referencia estaban gastados de tanto uso; pero no contaban con nada que los ayudara en el estudio del libro de su maestra. La Sra. Eddy respondió a la necesidad con un índice para la nueva edición, que preparó el Reverendo Wiggin bajo su dirección.

La primera impresión de la edición décimo sexta, publicada en febrero de 1886, se agotó en noventa días y la gente se había comprometido a comprar casi la mitad de la segunda impresión aún antes de haber llegado de la editorial University Press. La Sra. Eddy comercializaba su libro a través de librerías y vendedores de libros. Lo había estado haciendo por varios años. Ahora, llegaban docenas de nuevas consultas y agentes de venta compraban Ciencia y Salud en grandes cantidades. Los estudiantes también vendían el libro. A uno de ellos ella le escribió: “Es de suma importancia que este libro dictado por Dios sea nuestra única norma, especialmente ahora que tantos están tratando de establecer normas falsas en el nombre de la Ciencia Cristiana. Como adherentes leales acerquémonos más al libro que tiene el sello divino y sostengamos en alto este único estandarte. Entonces pondremos en fuga a los extraños”. Véase Robert Peel, Mary Baker Eddy: The Years of Trial (Boston: The Christian Science Publishing Society, originalmente publicado por Holt, Rinehart y Winston, 1971), pág. 186.

Los “extraños” eran, en su mayor parte, una cantidad de ex alumnos que habían abandonado a la Sra. Eddy y estaban intentando crear sus propias escuelas de “curación mental”. Curación mental era un nombre genérico que se aplicaba a cualquier cantidad de teorías para sanar mentalmente, que habían surgido de pronto y se estaban propagando como cizaña a mediados de la década de los años 1880. Todas tenían en común algo muy significativo: ninguna de ellas consideraba que era necesario practicar el cristianismo puro como la única base para sanar. Sin tener en cuenta los aspectos que las diferenciaban entre sí, todas eran simplemente distintas formas de mesmerismo. El problema era que pretendían ampararse bajo la sombra de la Ciencia Cristiana, esperando con ello obtener aceptación y respeto.

La Sra. Eddy se dio cuenta del gran peligro que había en esto. Para ella, el mesmerismo era el antípoda mismo de su descubrimiento. Para contrarrestar el efecto de estos lobos vestidos de ovejas, pidió a los estudiantes que ella había capacitado para enseñar la Ciencia Cristiana, que establecieran “Institutos” formales de enseñanza y curación, y que auspiciaran servicios religiosos en sus propias ciudades en todo el país. Y les dijo: “Sean prudentes y pongan a cristianos al frente de sus Institutos, cristianos con experiencia que controlen su administración”. Documento de la Historia de la Iglesia: L11013. Esto fue antes que las iglesias de la Ciencia Cristiana empezaran a organizarse en forma regular en comunidades locales. La Sra. Eddy creía que el dar conferencias podía ser útil para contrarrestar las pretensiones falsas de los curadores mentales. Pidió a algunos de sus alumnos que habían mostrado especial talento, que se prepararan para hablar en público, y hasta les insinuó que sería bueno que tomaran lecciones.

Para el público inquisitivo, la Sra. Eddy también decidió diferenciar la Ciencia Cristiana más claramente por medio de folletos. Repasó y amplió “Defense of Christian Science”, dándole el nuevo título de “Christian Science: No and Yes”. Escribió un folleto nuevo “Rudiments and Rules of Divine Science”. La asociación de sus estudiantes proporcionó los fondos para publicar la obra del Reverendo Wiggin “Christian Science and the Bible”. Y ella misma pagó por la publicación de “Writings and Genius of the Founder of Christian Science”, por Hanover P. Smith. Hanover había sido alumno de la Sra. Eddy desde 1880. Se interesó por primera vez en la Ciencia Cristiana cuando tenía diecinueve años y ella lo sanó. Había nacido sordomudo. Documento de la Historia de la Iglesia: L 14725.

William Gill fue otro estudiante a quien la Sra. Eddy sanó. Antes de venir a la Ciencia Cristiana había sido ministro protestante y, en parte debido a sus antecedentes, ella lo nombró Redactor del Journal. Lamentablemente, sólo duró cuatro meses antes de desviarse y unirse a los curadores mentales. Sin embargo, antes de abandonar su puesto a fines de 1886, ella lo sanó de una herida en el pie. Más de diez años después la Sra. Eddy se refirió a esto en una carta a un estudiante:

¡Oh! me da tanto gusto saber que usted, por lo menos, demuestra la curación cristiana. Cuando uní la coyuntura del pie de Gill, en un minuto, y él me preguntó ¿por qué sus alumnos no pudieron hacer esto? le di la mejor excusa que pude encontrar...

Mis alumnos están haciendo más a favor, y en contra, de la Ciencia Cristiana de lo que otros pueden hacer. Son los pecadores más grandes sobre la tierra cuando la ofenden, y hacen el bien más grande que todos los demás cuando hacen lo mejor de lo que son capaces.

Tengo que dejarlo aquí; pero los frutos de mi muy penosa experiencia de preparar los corazones de los hombres para recibir la Ciencia Cristiana, es paciencia en la tribulación, esperanza y fe; ante estas gracias del Espíritu el mal tiene que caer. Que usted, mi fiel y querido alumno, sea fortalecido y elevado por la cruz de otros, al ver el pecado y evitarlo en su propia apreciada identidad. Recuerdos de Lewis Prescott, Historia de la Iglesia.

La curación cristiana era lo que distinguía a la Ciencia Cristiana y a la Sra. Eddy de los curadores mentales, que recomendaban senderos menos exigentes sin tener que llevar la cruz cristiana. Es también lo que la separaba a ella de la mayoría de los teólogos de su época, porque, para sanar como lo hacía Jesús, es necesario creer y entender que Dios no conoce el mal, y por lo tanto uno tiene que tratar al mal como una ilusión de la mente carnal. La Sra. Eddy enseñó que en la medida en que la pureza de la Mente divina se refleje en la mente de los estudiantes, en esa medida tendrán éxito en la curación.

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