La Norma Tradicional cristiana de lo que significa cuidar de los demás se basa en la parábola del buen samaritano que nos dejó Cristo Jesús. El mensaje de la parábola proporciona la base teológica para brindar a una persona el cuidado físico que necesita. El abogado cuyas preguntas hicieron que Jesús le respondiera con la parábola, había resumido la manera de obtener la vida eterna citando la ley Mosaica: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo”. Jesús aprobó esta declaración.
Entonces, en respuesta a la pregunta del abogado: “¿Quién es mi prójimo?” Véase Lucas 10:25–37. el Maestro les contó la parábola del buen samaritano. Pero de la aprobación que él hizo de las palabras del abogado, debe quedar bien claro que la obediencia al segundo mandamiento — amar a nuestro prójimo — lógicamente requiere que se obedezca el primer mandamiento, amar a Dios. El ministerio cristiano de cuidar de los demás se basa en la ayuda divina. Al rendir culto a Dios recibimos apoyo espiritual y fortaleza para ayudar a los demás.
En la creación perfecta de Dios, la armonía es perpetua. El cuidado que Dios brinda a Sus hijos es Su propio amor perfecto por todo lo que Él ha hecho, y al que da el bien infinito. La comprensión espiritual del Amor divino pide la ayuda humana que está imbuida del poder de Dios.
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