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Me Recomendaron la...

Del número de junio de 1996 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Me Recomendaron la Ciencia Cristiana cuando ingresé a un sanatorio para pacientes tuberculosos. Mis hermanas me dijeron que me ayudaría mucho. Conseguí una Biblia, un ejemplar de Ciencia y Salud y la última edición del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Comencé así a leer la Lección Bíblica semanal.

También le escribí a una practicista de la Ciencia Cristiana en una ciudad distante y le pregunté si podía ayudarme. Ella me contestó accediendo a orar por mí.

Seis semanas después de empezar a estudiar la Ciencia Cristiana el hábito de fumar que había tenido por dieciséis años desapareció, y no volví a sentir el deseo de fumar desde ese entonces. Esta curación me ha dado mucha inspiración, porque en ella la voluntad humana no tuvo nada que ver.

Obtuve mucha paz y seguridad con este versículo de la Biblia: “Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros” (Isa. 66:13). Tuve que reconocer en ese momento que algo bueno estaba ocurriendo en mi vida y que mi tarea era llegar a entender mejor a Dios y a Su Cristo sanador, cuyo poder se me había manifestado.

El tiempo que pasé en el sanatorio me dio una buena oportunidad para estudiar. No tomé medicamentos. Cuando me dieron de alta había aumentado cerca de veinte kilos y en los años siguientes no he estado un solo día en cama por enfermedad. He jugado hockey y béisbol, y en el negocio de la agricultura he levantado objetos pesados y trabajado por largas horas sin malestar alguno.

Con el correr de los años, en diferentes ocasiones sané de resfríos, intoxicación por alimentos y problemas nasales, por medio de la oración. También vencí algunos malos rasgos de carácter cuando me esmeré por comprender la perfección de Dios y del hombre. La declaración de Mary Baker Eddy (Ciencia y Salud, pág. 273) “El hombre es armonioso cuando es gobernado por el Alma”, me ha servido mucho para “separar la cizaña del trigo”, al reconocer lo que es verdadero y lo que es falso, por medio de la percepción y el razonamiento espiritual.

Una curación por la que siempre estaré agradecido fue la de una cortada profunda en un dedo, que me ocurrió cuando usaba una afiladora de alta velocidad en un taller. Cuando llegué a mi casa (a una cuadra de distancia) a lavar y vendar el dedo, mi madre se dio cuenta de lo que estaba haciendo y me dijo que me debían dar algunos puntos en la herida.

Le aseguré que todo saldría bien y oré muy seriamente. Me aferré a esta oración de Ciencia y Salud: “La Mente divina, que forma el capullo y la flor, cuidará del cuerpo humano, así como viste al lirio; pero que no intervenga ningún mortal en el gobierno de Dios, interponiendo las leyes de los conceptos errados y humanos” (pág, 62). Al cabo de aproximadamente una semana tuve una curación completa.

A través de los años, la afiliación a una iglesia de la Ciencia Cristiana verdaderamente me ha bendecido. Estoy sumamente agradecido por todo lo que otros hacen, dicen y escriben en apoyo de la Ciencia Cristiana.


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