La Pastora Emérita de La Primera Iglesia de Cristo, Científico, Mary Baker Eddy, incluye en el Manual de La Iglesia Madre, una “Reseña Histórica”, donde describe los acontecimientos importantes que ocurrieron durante la formación de la Iglesia. La siguiente es su primera declaración: “En la primavera de 1879, un pequeño grupo de sinceros buscadores de la Verdad se reunieron para considerar la manera de formar una iglesia sin credos, que habría de llamarse “Church of Christ, Scientist” [Iglesia de Cristo, Científico].Manual, pág. 17.
Esta frase indica el aspecto totalmente radical del concepto de Iglesia que tenía la Sra. Eddy, fundada en un Principio divino que se puede demostrar en la experiencia humana, en vez de estar fundada bajo una fórmula doctrinal. Al concebir y establecer su Iglesia de esta manera, ella se alejó de siglos de tradiciones que habían envuelto a la comunidad cristiana en ásperos debates y habían dividido a sus miembros.
En sus comienzos, la comunidad cristiana estaba compuesta de individuos cuyas vidas habían sido tocadas por el ministerio de Cristo Jesús. En sus conversaciones era muy natural hablar acerca del Maestro, de sus enseñanzas y curaciones. Y muy pronto, tomaron la costumbre de reunirse para compartir una comida, escuchar a oradores, y relatar cómo su fe estaba transformando su vida y temperamento. No es de sorprenderse que estas reuniones se llegaran a llamar ágapes (en aquellos tiempos “convite de caridad”). Ágape es una palabra griega que significa amor en el sentido de amor fraternal, en contraste a eros, o amor apasionado, que con frecuencia se concentra alrededor del propio yo. El amor fraternal se expresaba en la mesa; todos los presentes debían dar y recibir amor libremente. Es probable que haya sido durante uno de estos ágapes, que el joven Eutico se cayó de la ventana que estaba en el tercer piso de la habitación donde Pablo disertaba. El libro de Hechos describe cómo volvió a la vida y la alegría que sintieron los cristianos que lo vieron. Véase Hechos 20:7–12. Curaciones como éstas eran pruebas claras de que ellos entendían correctamente la teología de Cristo Jesús.
En el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud, la Sra. Eddy habla sobre la teología de una manera que es posible que sorprenda a aquellos que piensan que es simplemente una búsqueda intelectual, muy complicada y erudita. Ella escribe: “Nuestro Maestro dijo a todo seguidor: ‘¡Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura!... ¡Sanad enfermos!... ¡Amarás a tu prójimo como a ti mismo!’ Era esa teología de Jesús lo que sanaba al enfermo y al pecador. Es su teología en este libro y el significado espiritual de esa teología, lo que sana al enfermo y hace que ‘deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos’. Era la teología de nuestro Maestro lo que los impíos procuraban destruir”.Ciencia y Salud, págs. 138–139.
No hay nada misterioso ni complicado en esa declaración de teología que, como explica la Sra. Eddy, Cristo Jesús hizo para todos sus seguidores. Hasta un niño puede comprenderla y ponerla en práctica. Por lo tanto, la esencia de la teología de Cristo Jesús no es el ejercicio de una disciplina académica, sino el conocimiento práctico de Dios, como el origen de la palabra teología pone bien en claro. Vista bajo esta luz, la teología es una manera de comprender y de vivir — la vida eterna — puesto que Cristo Jesús igualó la vida eterna con el verdadero conocimiento de Dios y de él mismo. Véase Juan 17:3. La teología es tanto un asunto del corazón como de la cabeza. De hecho, consiste en que dediquemos todo nuestro ser a vivir la relación dinámica del hombre con Dios, quien es Vida.
La teología se vuelve insignificante cuando se la usa como un tema especulativo de debate en vez de como un diario vivir. Deja de ser teología porque pierde la característica de ser una relación vivida y viviente. Si los credos definen a la teología sin tener en cuenta su expresión en la vida diaria, muchas veces solo logran matarla.
Un estudio de la historia de la Iglesia Cristiana puede ser útil, de alguna manera, para los cristianos de hoy, cuando algunos de los problemas que ellos enfrentan, ya sea persecución externa o controversia interna, se ponen en una perspectiva más amplia. En tales casos, puede que los cristianos comprendan que a pesar de que los detalles específicos pueden variar, los desafíos que ellos enfrentan no son muy diferentes de los que los cristianos han enfrentado a lo largo de las épocas.
“Una iglesia sin credos” no se apoya en interpretaciones u opiniones humanas; su autoridad se origina directamente en Dios.
A medida que el cristianismo se desarrollaba durante el primer y segundo siglo, los concilios eclesiásticos — reuniones donde los obispos de las comunidades cristianas de mayor influencia entraban en intensos, prolongados y, a veces, ásperos debates sobre temas teológicos — produjeron varias doctrinas de fe. Estos credos fijaban las condiciones para ser un cristiano, para lo cual debían adherirse a una serie de creencias. También sirvieron para separar a “los verdaderos creyentes” de los “herejes”. ¿Pero cómo definió Cristo Jesús mismo la esencia del discipulado? El Evangelio según Juan relata que Jesús dijo: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”. Juan 13:35. Ese amor abraza a otros como hermanos y hermanas en Cristo.
Al considerar la historia de la Iglesia Cristiana observamos algo muy importante: En la medida en que los cristianos empezaron a encerrarse en debates doctrinales, dejaron de ser una comunidad de sanadores. Tal debate, después de todo, es costoso en cuanto al tiempo, la energía y la atención que se les presta.
En el libro de texto de la Ciencia Cristiana, la Sra. Eddy pregunta: “¿Tienen los Científicos Cristianos algún credo religioso?” Ella responde: “No lo tienen, si por dicho término se quiere decir creencias doctrinales”. Luego sigue lo que ella llama “breve exposición de los puntos importantes, o artículos de fe, de la Ciencia Cristiana”. Véase Ciencia y Salud, págs. 496–497. Cada miembro de la Iglesia de Cristo, Científico, enriquece y amplía su entendimiento de las leyes de Dios a través de su propia oración, estudio y práctica.
El paso radical que dio la Sra. Eddy al establecer “una iglesia sin credos” otorga mucha libertad a los individuos para que prueben por ellos mismos la verdad de la Ciencia Cristiana, siguiendo a su Guía como ella lo pidió: “Otra vez lo digo: Seguid a vuestra Guía, sólo en tanto que ella siga a Cristo”.Mensaje a La Iglesia Madre para el año 1902, pág. 4. La Sra. Eddy estaba estableciendo la Ciencia exacta, capaz de dar pruebas y demandando pruebas como evidencia de su exactitud. Respondiendo a una pregunta sobre la creencia — un tema fundamental de las doctrinas — ella escribe: “El resultado de nuestras enseñanzas es suficiente para confirmarlas. Cuando en virtud de esas instrucciones puede uno destruir una dolencia grave, la curación demuestra que uno comprende esa enseñanza, y, por lo tanto, recibe la bendición de la Verdad”.Ciencia y Salud, pág. 488.
“Una iglesia sin credos” no se apoya en interpretaciones u opiniones humanas; su autoridad se origina directamente en Dios. Cada miembro tiene la imperiosa exigencia de discernir por medio de la oración esta autoridad divina. Pero, puesto que cada uno de nosotros es realmente la expresión sabia de Dios, el Espíritu, cada uno tiene la capacidad de comprender la verdadera naturaleza espiritual de la Iglesia. Todos tenemos la misma exigencia. Es solo un Espíritu el que obra en cada miembro, y este Espíritu asegura la unidad entre los miembros de la iglesia quienes comparten “un Señor, una fe, un bautismo”. Véase Efes. 4:1–6. El esfuerzo importante de trabajar para la Iglesia es la sincera y silenciosa oración que reconoce que solo Dios gobierna.
Cada miembro debe estar firmemente “seguro”, como Pablo, de que él mismo y la Iglesia no pueden estar separados de Dios. Véase Rom. 8:38, 39. Visto bajo esta perspectiva espiritual, la Iglesia pertenece exclusivamente a Dios, quien mantiene su eterna perfección y armonía. La mente carnal no sabe nada sobre esta Iglesia santa — no la puede percibir de ninguna manera — así que no puede enviar dardos destructivos y maliciosos a la Iglesia, representar mal su misión, ni despedazarla.
La oración desde esta base cristianamente científica es una forma radical de tratar los males físicos y morales. Es el método que Cristo Jesús utilizó en su ministerio; y es también el método que la Sra. Eddy ha establecido como norma para su Iglesia. El ejemplo de Cristo Jesús y las lecciones de la historia cristiana, así como el liderazgo de Mary Baker Eddy, explican qué significa el trabajo de la curación cristiana para la humanidad y la iglesia. Los Científicos Cristianos como individuos y como miembros de la iglesia deben ser compañeros en la enorme obra de curación que tienen delante. Su deber es demostrar el poder que tiene la Ciencia Cristiana para sanar la enfermedad, quitar el pecado y destruir la muerte, y demostrar constantemente la unidad que tanto caracteriza a la verdadera Iglesia.
