Como la brújula de un gran navío
nos va indicando, con certeza, el camino
hacia el paso correcto y la idea avanzada,
para encontrar la dirección divina.
Con él, aprendemos a dejarnos conducir por
la inspiración divina, a la tierra prometida:
la consciencia de qué maravilloso y
fecundo es caminar obedeciendo
la voz callada y suave
que nos habla a todos
en todo tiempo.
Gracias Padre-Madre Dios
por enseñarnos a ser,
desde nuestroManual,
honrados y fieles
en la práctica de Tu Ciencia divina.
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Nuestro Manual* — verdad permanente
Del número de junio de 1996 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana