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“Habia nudos en mi pensamiento...”

Del número de enero de 1998 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En Un Momento Bastante triste de mi vida, cuando mi madre estaba sufriendo de artritis, bronquitis crónica y alergias entre otras cosas, conocí la Christian Science.Pronúnciese crischan sáiens

Parecía que nada podía sanar a mi madre. Los médicos habían probado todos los nuevos medicamentos que salían; incluso las llamadas medicinas alternativas no tenían el efecto deseado. En ese momento yo quería hacer cualquier cosa para ayudarla. Recuerdo el día en que un vecino vino a preguntar acerca de la salud de mi madre. Cuando le informé de su estado, él me habló de la Christian Science.

A través de El Heraldo de la Christian Science encontré el nombre de un practicista. Luego llamé a mi madre y le pregunté si quería comunicarse con él. Ella aceptó gustosa. Se comunicó con el practicista, y él le envió una Biblia y Ciencia y Salud, como también otra literatura.

A fin de mes fui a visitar a mi madre que vivía en otra provincia. Para mi sorpresa, con las lecturas de estos libros y su oración, se había sanado de todos sus problemas físicos.

Esto me motivó a averiguar si cualquiera puede estudiar la Christian Science. Me dijeron que “sí”, y que el Amor divino responde a todos por igual. Fue con mis vecinos que aprendí a estudiar las Lecciones Bíblicas semanales. Luego me suscribí al Heraldo y al Cuaderno Trimestral de la Christian Science.

Después tuve la oportunidad de aplicar la Christian Science para mí misma. Un día detecté que se había formado un tumor en el pecho izquierdo. Inmediatamente pedí ayuda a una amiga Científica Cristiana que, si bien no era practicista listada, tenía mucha experiencia y ya había sanado a mucha gente. Trabajamos con las Concordancias de la Biblia y de Ciencia y Salud buscando citas sobre el Amor, que es uno de los sinónimos de Dios. La cita que más me ayudó dice: “Si estás revestido de la panoplia del Amor, el odio humano no puede tocarte” (Ciencia y Salud, pág. 571).

Percibí que en vez de sentir amor, estaba sintiendo enojo y resentimiento hacia algunos miembros de la familia. Había nudos en mi pensamiento. El tratamiento de mi amiga Científica Cristiana continuó por un período de dos semanas. A través de la oración, el Amor disolvió el nudo mental de enojo que había sentido. Con esto, la curación del tumor fue completa. Esta curación sucedió hace cinco años y nunca más experimenté aquella dificultad. Esta experiencia me sirvió para afirmarme más en la Christian Science, y me hice miembro de la Sociedad de la Christian Science en mi comunidad.

Esta curación sirvió a su vez para bendecir a mi esposo, que en esa época era ateo e incrédulo. Muchos años atrás él había tenido un accidente, al caer sobre su espalda unos troncos de madera. Desde ese entonces él sufría de fuertes dolores en la columna vertebral. Por dos años usó un corsé de cuero y metal.

Cuando vio la curación de mi madre y la mía, aceptó que una practicista orara por él. La Biblia le fue de gran ayuda, en especial los tres primeros versículos del Salmo 121, y el capítulo de Ciencia y Salud titulado “La fisiología”. Luego de varios meses, se dio cuenta de que estaba sano. Nunca ha tenido que usar el corsé otra vez.

Mi esposo y yo estamos infinitamente agradecidos a la Christian Science por nuestras curaciones, y por las bendiciones recibidas en nuestra familia. Actualmente mi suegra también está estudiando la Christian Science y asistiendo a los servicios religiosos.


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