Al leer sobre crímenes, desastres, enfermedades y otros males, tal vez dudemos de nuestra inmunidad contra estos males imprevistos. Pero sí estamos protegidos.
Cuando al realizar nuestras actividades diarias tenemos el hábito de escuchar a Dios, la intuición espiritual y la prudencia nos mantienen en el sendero seguro.
Dios es la Mente que todo lo sabe. Si algo del pasado, del presente o del futuro tiene que entenderse para que no ocurra nada malo, el escuchar a Dios nos lo mostrará. Nuestra tarea es permanecer alerta y prestar atención a lo que Él nos está diciendo para aprovechar Su dirección infalible. Dios es la única fuente, y Él crea sólo lo bueno. Por eso, a medida que escuchamos fielmente Su guía, continuamos con confianza y con la seguridad de que todo está bien.
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