Al leer sobre crímenes, desastres, enfermedades y otros males, tal vez dudemos de nuestra inmunidad contra estos males imprevistos. Pero sí estamos protegidos.
Cuando al realizar nuestras actividades diarias tenemos el hábito de escuchar a Dios, la intuición espiritual y la prudencia nos mantienen en el sendero seguro.
Dios es la Mente que todo lo sabe. Si algo del pasado, del presente o del futuro tiene que entenderse para que no ocurra nada malo, el escuchar a Dios nos lo mostrará. Nuestra tarea es permanecer alerta y prestar atención a lo que Él nos está diciendo para aprovechar Su dirección infalible. Dios es la única fuente, y Él crea sólo lo bueno. Por eso, a medida que escuchamos fielmente Su guía, continuamos con confianza y con la seguridad de que todo está bien.
Hay un relato en el Antiguo Testamento donde el rey de Siria está en guerra con Israel. Cada vez que el rey de Siria planea un ataque por sorpresa contra los israelitas, la Biblia nos dice en el segundo libro de los Reyes que Eliseo, el profeta, percibe el plan en su pensamiento y advierte del peligro al rey de Israel. Como consecuencia, todo intento de los sirios de derrotar a los israelitas fracasa.
Eliseo no tenía ninguna ayuda externa especial para saber lo que los sirios estaban planeando, pero estaba muy cerca de Dios, tan cerca que la Biblia lo describe como “el varón de Dios”. 2 Reyes 6:9. Su pensamiento estaba tan espiritualizado que podía detectar el peligro inminente, y su agudo discernimiento lo capacitaba para dar los pasos apropiados para evitar que sucediera algo malo.
En Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Christian Science, escribe sobre la habilidad de predecir espiritualmente los acontecimientos. Dice: “Es prerrogativa de la Mente divina y siempre presente, y del pensamiento que está acorde con esta Mente, conocer el pasado, el presente y el futuro.
Dios, por ser completamente bueno, no conoce el mal. Pero esto no le impide prevenir y destruir el mal.
“El conocimiento de la Ciencia del ser nos capacita para comunicarnos más ampliamente con la Mente divina, para prever y predecir los acontecimientos que conciernen al bienestar universal, para estar divinamente inspirados —sí, para obtener el alcance de la Mente ilimitada”.Ciencia y Salud, pág. 84.
Dios, por ser completamente bueno, no conoce el mal. Pero eso no le impide prevenir y destruir el mal. La luz no tiene nada en común con la oscuridad y, sin embargo, en virtud de su propia claridad y brillantez, tiene la innegable habilidad de hacerla desaparecer. Y cuando comprendemos la realidad de la omnipresencia de Dios, podemos ver y demostrar que el mal jamás ha sido real. Cristo Jesús dijo de nosotros, los hijos de Dios, que somos “la luz del mundo”. Mateo 5:14.
No tenemos que esperar que muchas cosas salgan mal para que algo salga bien.
El fortalecer nuestra comprensión de que Dios es la verdadera fuente del bien, elimina de nuestra vida cada vez más la posibilidad de que tengamos accidentes o percances. Cuanta más confianza tengamos en el cuidado de Dios, tanta más previsión espiritual tendremos. Sabremos actuar intuitivamente de una manera que impedirá que ocurran accidentes.
Nuestra sincera confianza en Dios elimina necesariamente toda confianza en el azar. Por ejemplo, no pensaríamos en buscar el bien comprando números de lotería ni pondríamos nuestra esperanza en ganar en los juegos de azar. Tampoco tenemos que confiar en la suerte para ver lo bien que nos cuida Dios. La creación de Dios—la única realidad que existe—es completa y permanentemente buena. No tenemos que esperar que muchas cosas salgan mal para que algo salga bien. Todos tenemos mucho que aprender antes de poder demostrar la perfección de manera constante. Pero debemos recordar que la perfección es lo único realmente verdadero, y esperar desde un principio que las cosas van a salir bien. Creer menos en la falibilidad humana y tener más confianza en que la infalibilidad de Dios evita mucho sufrimiento.
Cuando estamos dispuestos a seguir el plan que Dios estableció, los acontecimientos de la vida son la manifestación predecible del bien. No somos peones en el ajedrez del destino mortal sometidos a fuerzas fuera de nuestro control.
Dios sólo tiene el bien para nosotros. Cuanto más cerca de Dios está nuestro pensamiento, más sentimos que Él controla armoniosamente nuestra vida, y más reflejamos la luz espiritual que prueba que el mal es irreal y no tiene poder. La oración y el estudio diario nos ayudan a mantenernos obedientes a la infalible dirección de Dios. El esfuerzo que representa permanecer espiritualmente alerta al cuidado protector de Dios, es más que recompensado por las desgracias que no deseamos y por las que nunca pasaremos, y ¡eso es muy bueno para todos!
