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Una introducción a la Biblia

Noé construyó un barco y sus descendientes una torre gigante

Del número de enero de 1998 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Mucha Gente Ayudó a escribir los relatos de la Biblia hebrea o Antiguo Testamento. La mayoría de estas historias fueron transmitidas oralmente de generación en generación, y la gente que más tarde las puso por escrito a menudo agregaban sus propias ideas. La historia de Noé y la inundación combina dos versiones del mismo relato. Véase Gén. capítulos 6-9:17. Algunos detalles de estas dos versiones son diferentes pero ambas muestran las bendiciones que recibieron gracias al amor que Noé tenía por Dios.

Noé era obediente a Dios. Ciertamente enseñó a sus tres hijos —Sem, Jafet y Cam— a ser obedientes a Dios también. Pero la mayoría de los demás en esa época no escuchaban a Dios. Mucha gente era malvada y hacía daño a los demás. La Biblia dice: “Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia”. Gén. 6:11.

No obstante Noé no era malvado ni hacía daño a los demás. La Biblia dice que “con Dios caminó Noé”. Gén. 6:9. En este caso, caminar significa vivir una vida que complace a Dios.

Dios le dijo a Noé que Él lavaría la tierra de toda sus maldad mediante un gran diluvio. Pero que al mismo tiempo, le aseguraba a Noé que lo protegería tanto a él como a su familia. Dios le prometió: “...estableceré mi pacto [una promesa especial] contigo”. Gén. 6:18.

Entonces Dios le dijo a Noé que construyera un arca (un barco enorme). Noé era agricultor, no era constructor de barcos, pero Dios le dio instrucciones sobre cómo construir el arca, y Noé las siguió. Dios le dijo qué tipo de madera debía utilizar, cuán grande debía ser el arca, y cuántos pisos debía tener. El arca también debía tener mucho espacio para la familia de Noé, para muchos animales y para la comida de todos.

Cuando Noé terminó el barco, Dios le dijo que lo transformara en el hogar de su familia. También le dijo que invitara a un par de cada tipo de animal y pájaro para que vinieran con él. No mucho después de que hubieron entrado en el arca y cerrado la puerta, comenzó a llover. Llovió muy fuerte durante cuarenta días y noches, y muy pronto toda la tierra estuvo cubierta de agua.

Finalmente, dejó de llover. Noé esperó casi un año antes de ver si había tierra firme. Entonces envió un cuervo y una paloma. El cuervo se mantuvo dando vueltas, pero la paloma regreso porque no pudo encontrar un lugar seco donde posarse. Siete días después Noé envió a la paloma nuevamente. Esta vez regresó con una rama de olivo en el pico. Para Noé esto fue una evidencia de que el agua había bajado considerablemente, pero no lo suficiente. En su próximo vuelo, la paloma ya no regresó al arca. Entonces Noé abrió la parte superior del arca y vio que la tierra estaba seca. Dios le dijo a Noé que sacara a su familia y a todos los animales fuera del arca y comenzara una nueva vida donde habían llegado, en las montañas de Ararat.

Noé le construyó un altar a Dios en esta nueva tierra como expresión de gratitud a Dios por haberlos mantenido a salvo. Entonces Dios bendijo a Noé y a sus hijos e hizo un pacto con ellos. Les prometió que cuidaría de cada ser viviente, y envió un hermoso arco iris como símbolo o recordatorio de su promesa. La Biblia lo relata así: “Y dijo Dios: Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra... y no habrá más diluvio de aguas para destruir toda carne”. Gén 9:12, 13, 15.

¿Recuerdan a los hijos de Noé, Sem, Jafet y Cam? Cada uno de ellos tenía una familia muy grande. Y estas familias tenían muchos niños, los cuales crecieron y a su vez tuvieron hijos. Los hijos de las generaciones después de Noé viajaron a lo largo y a lo ancho, y se establecieron en otras partes del mundo. Algunos de ellos vivieron en las Planicies de Sinar. Esta tierra tenía material para fabricar ladrillos. Al cocinarlos al sol y usar bitumen —asfalto o brea mineral— como argamasa, la gente construyó casas y paredes fuertes. Esto creció y se transformó en una ciudad muy grande llamada Babilonia. Luego decidieron construir una enorme estructura allí: “cuya cúspide llegue al cielo”. Gén. 11:4. Se le dio el nombre de Torre de Babel.

Es probable que esta torre haya sido construida para adorar a un dios llamado Marduc. O puede que la hayan construido en parte para hacerse famosos. La Biblia dice que la gente que construyó la torre quería hacerse “un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra”. Gén. 11:4. Una cosa es cierta: Dios no le dijo a esta gente que construyera esta torre. Al final fracasaron en sus esfuerzos.

Babel significa confusión. La gente allí comenzó a hablar diferentes lenguas y ya no se podían entender entre sí. Dejaron de seguir construyendo la ciudad y se fueron por su cuenta a vivir en lugares apartados.

Las historias de Noé y la torre de Babel enseñan lecciones importantes. La experiencia de Noé con el arca es un gran ejemplo de lo que significa seguir las indicaciones de Dios. La historia de la torre de Babel demuestra lo que puede ocurrir cuando la gente sigue un plan sin la guía de Dios. En cierto sentido, ambas historias nos enseñan lo útil que es obedecer a Dios.

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